
Era inevitable que esta semana os hablase del esperado estreno de Gladiator II, que tanta expectativa levanta y que supone la continuación del celebrado film del año 2000. Ridley Scott vuelve a dirigirlo tras haber estado trabajando durante años en distintos guiones sin que ninguno le convenciera. Hasta que imaginó la historia de Lucio, protagonista de esta versión, que conecta a la perfección con la historia de Máximo, que encarnara Russell Crowe, al que se rinde homenaje.
Esta es la primera vez que el octogenario director dirige una secuela de éxito de uno de sus grandes títulos, como Alien o Blade Runner. Una vez vista no se nos ocurre ningún otro director que continuase mejor esta saga. Gladiator II comienza en Numidia, una ciudad libre en el norte de África, donde Lucio, interpretado por un gran Paul Mescal, es feliz con la familia que ha creado. Todo va a cambiar con la llegada por mar de las tropas romanas comandadas por el general Acacio, al que da vida otro grande, el actor Pedro Pascal.
La batalla inicial es espectacular en todos los sentidos: cinematográficamente es perfecta y anima al espectador para lo que viene a continuación, la destrucción de la ciudad, el apresamiento de nuestro héroe y su llegada a la gran una ciudad del imperio, Roma. Una Roma gobernada por dos verdaderos déspotas, los gemelos Geta y Caracalla, unos impresentables que diezman al Estado y a sus leyes y que junto al maquiavélico Macrinus, otro magnífico Denzel Washington, serán los malos de la función. Este último comprará a nuestro héroe convirtiéndolo en un gladiador que desplegará todos sus dones en los distintos duelos que protagoniza en el circo. Duelos en los que se enfrentará a todo tipo de peligros, siendo sin duda las mejores secuencias de la película. Ridley Scott no escatima nada. Espectacular por ejemplo es la pelea con un rinoceronte. Aparte de eso, os preguntaréis, ¿qué más tiene Gladiator II? Lo demás, a mí particularmente, no me interesa demasiado. Se recuperan personajes de la anterior versión, como Lucilla, una de las claves de esta entrega de la que no puedo hablar demasiado para no desvelar secretos.
Entretenimiento total
El argumento de la historia no me entusiasma porque me parece un folletín, a veces mal escrito y fácilmente imaginable. Desde las primeras secuencias adivinamos todo lo que el director propone y que se supone debería ser una sorpresa. Todo esto no importa, como tampoco el tratamiento histórico del relato que se lo salta a la torera, ya que el espectador encontrará puro entretenimiento de principio a fin con el que ni pestañeará.
Gladiator II, insisto es mi opinión, no es el original por muchos homenajes que haga a éste. No tiene la calidad de aquella película inolvidable, pero reconozco que da al espectador todo lo que busca: pasárselo bien en una de romanos como las que veíamos cuando éramos niños, al menos los de mi generación. Eso sí, infinitamente mejor hecha y con una mayor espectacularidad. Qué más da si es creíble o no, si es buena o mala, es puro espectáculo.
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