
"Lo que era amargo ahora sabe a miel. Me duermo pensando en todos estos años. Ahora es el momento de dejarme ser". Hace un tiempo que Natalia Lacunza (25) cambió su forma de relacionarse con el miedo: ya no lo esquiva, sino que lo mira a los ojos. Y en ese acto de rebeldía encuentra el lugar desde el que poder crear sus canciones. Se percibe en las que conforman su último EP, DURO, y en las que están por venir. Nos lo cuenta unos minutos antes de actuar junto con Cariño y Gus en Trainfest, el primer festival impulsado por Trainline en una estación de tren. En concreto, la de Príncipe Pio, en Madrid. Este concierto supone el regreso de la cantante a los escenarios tras un breve, pero sanador tiempo de descanso.
La artista despidió el verano anunciando su decisión de hacer un breve parón, pues, tras su salida de Operación Triunfo en 2018, su vida ha sido un no parar. En 2019 lanzó su primer disco, Otras Alas (2019), y después llegaron ep2 (2020) y Tiene Que Ser Para Mí (2022). Finalmente, en septiembre del pasado año, salió DURO. En este tiempo, la pamplonica ha profundizado en su sonido, enmarcado en un sofisticado pop electrónico que podría tomar otra forma en cualquier momento, ya que no le gusta casarse con géneros concretos. También ha colaborado con artistas como Juicy BAE, Guitarricadelafuente, Ana Mena, L'haine, trashi o mori, una larga lista a la que, seguro, se añadirán nuevos nombres.
¿Cinco meses han sido suficientes para desconectar?
Necesitaba hacer un pequeño parón, sobre todo de bolos, porque estaba siendo todo a la vez. Salió DURO, fuimos a México y decidí que por unos meses tenía que haber un cierre de puertas. ¡Pero ya estamos aquí otra vez! Estoy muy emocionada porque, además, DURO no lo hemos girado mucho y es un trabajo al que le quiero dar importancia. Este año, con el Trainfest, inauguro la temporada. No sé estar quieta por mucho tiempo. También estamos preparando ya el disco.
¿Qué nos puedes contar de él?
Todavía está en proceso embrionario, pero va a ser muy guay. Tendrá un mix entre los nuevos temas y otras cosas que se quedaron en barbecho. Había unas 50 demos que no iban a salir y que son buenas, tienen cosas chulas. Al final, yo soy la misma: hay cosas que sigo manteniendo.
Colaboraste con Diego 900, que sacó disco después de más de dos años sin lanzar nada. Él decía hace poco que se toma muy en serio su obra y por eso la prepara de forma reposada. En una industria que exige estar publicando canciones todo el tiempo, ¿cómo te llevas con la disciplina que se os exige a los artistas de vuestra generación?
Estoy de acuerdo en lo que dice Diego. La música no es matemática: está hecha de emoción y de tiempo. Para hacer canciones necesitas vivir experiencias, transitar diferentes tús y completar un arco muy grande de sensaciones que te ayudan a crear. La industria es la que es y eso, quieras o no, te afecta. Aunque a mí no me influye tanto su funcionamiento como la presión que me exijo. Tengo mucha energía dentro, estoy haciendo todo el rato cosas, y necesito ir sacando las movidas. A veces tengo un tema que me encanta y, si no lo saco ya, siento que se me pasa el arroz, pero intento que haya un equilibrio. Evidentemente, nunca voy a sacar algo que esté sin gestar, porque soy muy exigente y busco que lo que salga tenga un poso, aunque es verdad que voy bastante rápido. Tengo mucha fluidez, estoy componiendo un montón. Quiero aprovechar este momento de creatividad.
Hay artistas que se encasillan en un género, mientras otros evitan encorsetarse. Tú desde hace un tiempo te mueves entre unos sonidos y otros.
Me siento más libre que nunca, porque estoy enfrentándome a los demonios con los que convivo, esas voces que me dicen que no valgo lo suficiente. Lo que hago para combatir ese pensamiento es currar a muerte. El miedo hay que transitarlo, porque lo bueno está después de él, siempre. Estoy en un momento donde me estoy dejando fluir creativamente un montón, sin límites, sin géneros y tocando un montón de palos diferentes. No tengo miedo ni me pregunto si quedará bien. Si hay algo que necesitas sacar, es por algo, y no hay que cuestionarlo tanto.
"El miedo hay que transitarlo"
Ante la duda, terapia de choque…
Sí, total. Si estás con una ansiedad increíble y tienes un bolo, tienes que salir igualmente. Entonces, tienes que traspasar ese miedo de alguna forma.
Antes has dicho que te gusta que tus temas tengan una profundidad. ¿Cuándo sabes que una canción ya está acabada?
Tengo un instinto. Cuando algo está hecho me entra una sensación de fulfillment (realización, en inglés), ¿sabes? Siento el pecho lleno cuando lo escucho, y es ahí cuando decido que no lo voy a arreglar más. Está ese trabajo del orfebre, de mirar muchos detalles...
¿Eres una persona perfeccionista?
Sí. Ensayando DURO siempre pensaba que a algunas canciones les habría metido cositas nuevas. Y lo mismo me pasó en el disco anterior. Lo bueno es que en el directo siempre puedes meter cosas diferentes y jugar con esa flexibilidad. El perfeccionismo es algo que está intrínseco en esta profesión, creo. Estamos todas un poco locas.
¿Por eso dices que tu música suena a "delirio posadolescente"?
¡Total! Y mi nuevo también es así, porque creo que vivimos en este estado constantemente. Hasta mi madre sigue un poco ahí, en cierto sentido.
¿Cómo es vivir en ese estado?
Creo que sales de la adolescencia y sientes que cada año entras en un bucle distinto. Tienes que ir encajando cosas continuamente en un proceso no acaba nunca. Este es un tema que me gusta que sirva como hilo conductor de todos mis trabajos.
¿Encuentras respuestas en las canciones?
Sí. Para mí, escribir canciones es una forma de entender. El otro día estaba escuchando Tiene que ser para mí, y pensaba que podría haberla escrito ahora. La música sirve para cerrar conceptos. A partir de una emoción, que es algo que no puedes cuantificar, que no tiene una lógica, puedes convertirla en canción. Resuelves incógnitas, atas cabos... y todo eso te acaba llegando a una conclusión.
"Escribir canciones es una forma de entender"
¿Es posible escribir una canción sin pensar mínimamente en las experiencias propias?
Creo que sí, y hay mucha gente que lo hace, pero a mí me cuesta mucho. Ahora mismo estoy intentando escribir en tercera persona y dejar de pensar en mis movidas. Me quiero quitar el ego y escribir cosas desde otro punto. El problema es que hago música porque necesito expresarme. Siempre he funcionado así, y es verdad que las canciones que más me emocionan son las que tienen un relato, una narrativa interna.
En una de tus últimas canciones, P.D.P., cantas: 'pena del pasado ya no me hace daño'. ¿Qué ya no te duele?
Decir adiós. Antes me sentía muy culpable por decir 'no', y a veces con eso terminas capándote a ti misma. Hay que aprender a soltar cosas, porque no te puedes sentir comprometida con absolutamente todo lo que pase a tu alrededor. Tienes que seguir tu voluntad, al fin y al cabo. Antes le regalaba mi corazón a cualquier persona, pero mi corazón es mío.