
"Me quiero ir de casa, quiero ser artista". Cuando Marcos Crespo (26) escribió el estribillo de Como todo el mundo, hace ya unos dos años, vivía un periodo de transición entre el sueño y la realidad. Esta canción, bastante representativa de su trayectoria artística, forma parte de El Arte de Morir Muy Despacio -así, en mayúsculas, a lo anglosajón-, disco que es una forma de paso entre su primer EP, publicado en 2020 con el nombre del proyecto, Depresión Sonora, y Makinavaja, disponible desde este viernes, 23 de febrero. Este trabajo está compuesto por cuatro canciones honestas, limpias y cocinadas a fuego lento: mala, vivo del aire, nada importa y estupefacientes -ojo, en minúsculas, lo que no las hace menos pequeñas-.
Ese joven desaliñado y ojeroso, quizás algo abrumado, que protagoniza la carátula del disco -firma de classizover- a base de acuarela y carboncillo es la imagen de un EP melancólico y aferrado al presente, dos ingredientes contradictorios que, sin embargo, son clave en el imaginario de Depresión Sonora. Makinavaja, eso sí, no tendría sentido sin la exploración de caminos distintos, porque aunque la esencia del proyecto es la misma, es evidente la profesionalización en sonido, mensaje y género. "Este EP ha sido un salto de fe. Es más lo-fi, hay cajas de ritmos. Conceptualmente, me gusta que haya un sonido concreto, que tenga personalidad. Quería que se distinguiera del resto. Lo he hecho con más cariño y calma. Y está mejor grabado, claro", nos cuenta el músico.
Honestidad, dolor y amor propio
Habla igual que canta: pausado, líneal, aparentemente tranquilo. Y desde esa calma genuina nos confirma que "es el de siempre, un poco más viejo", como entona en mala. "Igual que crezco yo, quiero que mi música lo haga. Depresión Sonora es un reflejo de lo que sucede en mi vida y de cómo voy madurando. Ahora soy más consciente de lo que digo y lo que no. Profundizo un poquito mas las cosas", cuenta Crespo, que escribió los temas hace un año y medio. Por aquel entonces no sabía que saldrían a la luz tras un momento personal complicado que le obligaría a poner sus propias necesidades en el centro. "Todo lo que sientes importa, eres importante y puedes expresarte", subrayó al anunciar el segundo adelanto, estupefacientes, "una canción que anhela esa liberación para poder expresarse y ser uno mismo en un mundo donde siempre toca pedir perdón y agachar la cabeza".
"En las letras intento luchar un poco contra mí mismo. Tengo el punto melancólico de siempre. Pero, a pesar de esas partes más oscuras, quiero meter frases que den un poco de luz y que contengan aprendizajes sobre lo que me está pasando. Lo reflejo en nada importa, por ejemplo. "Todo lo que soy volverá a importar". Mi objetivo es contar lo que siento y que no siempre suene negativo o tóxico. Quiero transmitir también puntos positivos. Y todo lo que canto son cosas que me canto a mí mismo, porque intento ser mejor", admite el músico, cuyo crecimiento pasa también por dejar a un lado el hermetismo: "Lo más difícil para mí es, ahora que tengo mucha exposición, abrirme y contar cosas personales. El músico se tiene que mostrar con sinceridad, porque solo así llega de verdad a la gente".
De Vallecas al Coachella
Cabe decir que su música le está llevando por lugares que nunca imaginaba cuando se animó a compartirla en YouTube durante la pandemia, cuando vivía en casa de sus padres en el madrileño barrio donde creció, Vallecas, y que ahora lo ve triunfar más allá del charco. Concretamente, en el Coachella, festival en el que comparte cartel con otra española, Bb trickz. Lejos queda ese primer concierto que dio en la Independance con un público limitado por las restricciones que trajo la covid. "El Coachella es un escaparate muy guay. Se presupone que es de nicho, pero se abre un montón. Estuvimos girando por allí en noviembre y fue una aventura", comenta, agradecido por la buena acogida que su música tuvo desde el minuto uno en Latinoamérica y en Estados Unidos. "Lo que yo hago es más contextualizable a la escena musical que hay allí", afirma. Su música, enmarcada en el post punk, bebe en esta última etapa de grupos como Deftones, binki, Alvvays o TV Girl.
En España, Depresión Sonora es uno de los nombres que resuenan en una escena musical que desde hace unos pocos años está muy viva en Madrid, cuna de bandas ya no tan emergentes, como Carolina Durante o Los Punsetes, grandes veteranos. Con ellas trabajó el pasado año para lanzar algunas versiones, entre ellas, Camino, una canción que es "muy especial" para él y en la que canta "hago lo que puedo, que es bastante poco". Sea como sea, su propuesta triunfa junto con la de otros músicos jóvenes que llenan salas y aportan frescura a los festivales, entre ellos, Rojuu, Javiera Mena o VVV Trippin' You, cada uno con su sello propio. "Por ejemplo, yo no tengo nada que ver con Carolina Durante, pero entiendo que en Madrid se está cocinando algo. Se está recuperando un movimiento, igual que está pasando con el rap que sonaba en 2010. Ya se verá cómo se recuerda esto en el futuro".
Depresión Sonora dará un único concierto en España, el 22 de marzo. "Solo actuaré en La Riviera. Habrá músicos, luces... Nunca he trabajado tanto, estoy hasta arriba", comenta. Sobre el escenario le acompañarán, una vez más, el guitarrista Gonzalo López y el bajista René Sharrocks, vocalista de Dharmacide. Como dice Crespo, Makinavaja (Sonido Muchacho) "es un pequeñito paso en lo que es y será Depresión Sonora, pero va cargado de significado". "Todo esto es bastante especial para mí", agradece. Termina febrero y empieza algo nuevo. Como en Hasta Que Llegue la Muerte, permanecen todos esos bailes tristes para delincuentes.