Mientras en Estados Unidos otro multimillonario prestado a la política se prepara para ser coronado presidente, la derecha italiana sigue sin encontrar un heredero de Silvio Berlusconi, el empresario televisivo que durante 20 años ha monopolizado la política italiana.
Berlusconi tuvo que dimitir del Senado hace tres años, tras una condena por fraude fiscal, pero a pesar de no estar en el Parlamento sigue siendo el punto de referencia del frente conservador en Italia.
El antiguo líder ha recurrido a la Corte Europea de los Derechos Humanos para anular la interdicción penal que le impide candidarse y ser readmitido en las instituciones transalpinas. La sentencia podría llegar en 2017, pero su vuelta a la política podría concretarse antes. La fecha clave es el 4 de diciembre, cuando los electores se pronunciarán, en un referéndum, sobre la reforma constitucional propuesta por el Gobierno de Matteo Renzi.
El joven líder progresista se juega en la consulta su futuro político y la semana pasada volvió a reafirmar que, si pierde, dimitirá. "Si los ciudadanos dicen no y quieren quedarse con este sistema decrépito, no seré yo quien se ponga de acuerdo con otros partidos para formar un Gobierno temporal. El Gobierno tecnócrata ya lo experimentamos más veces y solo han subido los impuestos", dijo el primer ministro.
La verdad es que una victoria del no en la consulta sobre el referéndum devolvería un papel protagonista a Berlusconi. En primer lugar, porque un suspenso a la reforma estrella del Ejecutivo perjudicaría también a la ley electoral, estrechamente relacionada con los cambios institucionales propuestos por el Gobierno. Y en el Parlamento de Roma, el Partido Demócrata (PD) del primer ministro -de mayoría relativa- no tiene otros interlocutores posibles que no sean el mismo Berlusconi y su Forza Italia.
El Movimiento 5 Estrellas, la fuerza antipartidos que tiene el segundo grupo más grande en el Parlamento y lidera las encuestas, no quiere pactar con otros partidos, ni menos con el Gobierno.
'Pacto del Nazareno'
Renzi y Berlusconi, además, ya habían pactado algunas reformas en el pasado en el marco del 'Pacto del Nazareno' (por la sede del PD en la calle del Nazareno, en Roma, donde se firmó el acuerdo), pero luego el líder conservador se echó atrás. Tras el referéndum, Berlusconi podría volver a sentarse en la mesa de las negociaciones, esta vez teniendo la sartén por el mango.
El empresario, que acaba de cumplir 80 años y ver nacer a su décimo nieto, no esconde sus ganas de protagonismo. La semana pasada, Berlusconi vapuleó la carrera de Matteo Salvini, secretario de la xenófoba Liga Norte y émulo italiano de Marine Le Pen, negándole su apoyo, así como reajustó las ambiciones de Stefano Parisi, ejecutivo y antiguo candidato a la alcaldía de Milán, que él mismo había elegido para elaborar el proyecto político de un nuevo centroderecha en Italia. "Hoy solo hay un verdadero líder en la política italiana y es Matteo Renzi", dijo Berlusconi, llenando de asombro a sus partidarios. "Espero encontrar un heredero, pero hasta ahora no lo he encontrado. Había apostado por alguien, pero luego ha cambiado de bando", añadió Berlusconi en referencia a Angelino Alfano, su antiguo delfín y ahora ministro del Interior en el Gobierno de Renzi.
Así que será una vez más el antiguo cavaliere (título honorífico que Berlusconi ha perdido tras su condena) quien, en caso de derrota de Renzi en el referéndum, liderará la derecha italiana en las negociaciones sobre el futuro político del país. Y en este caso, cualquier Gobierno -de minoría, tecnócrata o de amplia coalición- no podrá prescindir de su apoyo. Toda una resurrección para un político que, tras la expulsión del Senado y la reciente operación del corazón, parecía enfrentarse a un largo ocaso político.
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