Europa

Cameron, 100 días sin mayoría que facilite su fiebre legislativa

David Cameron. Imagen: Archivo

David Cameron ha superado este mes el hito de los 100 primeros días de Gobierno con un balance que combina la ambición legislativa con las dificultades propias de una exigua mayoría absoluta. El primer Ejecutivo conservador monocolor en casi dos décadas ha apurado las semanas inaugurales para asentar los cimientos de las áreas más delicadas, aprovechando la luna de miel que la inesperada hegemonía parlamentaria ha abierto en un partido de facciones encontradas y, sobre todo, el descabezamiento de una oposición enconada en su carrera por el liderazgo.

A dos meses de la victoria electoral, el nuevo gabinete había sido capaz ya de dar forma no sólo al Discurso de la Reina, el paquete que avanza las previsiones en materia de leyes para el año entrante, sino a un completo Presupuesto. El tándem Cameron-George Osborne, titular de Finanzas y viceprimer ministro en la práctica, ha evidenciado su determinación de articular de inmediato la agenda de una Legislatura clave.

En los próximos cinco años se juega no sólo la credibilidad financiera de un Reino Unido que aspira a concluir mandato con superávit presupuestario, sino su propia continuidad en la Unión Europea e, incluso, el futuro del Partido Conservador, si finalmente Cameron respeta su compromiso de campaña de no volver a concurrir como cabeza de cartel y hacer de éste su segundo y último lustro en Downing Street.

Las prioridades, por tanto, estaban claras desde el principio. Al tiempo que el premier abría la ronda de contactos para recabar el apoyo de sus socios comunitarios a las reformas que pretende recabar de Bruselas, en casa el proyecto de Ley del Referéndum de la UE alcanzaba ya su segunda lectura en el Parlamento.

Paralelamente, su fiel mano derecha y, según las apuestas recientes, el favorito para la sucesión, asumía su rol como nuevo hombre fuerte del Gobierno y encargaba a sus compañeros de Gabinete la identificación de ahorros que culminarán este mismo otoño con la presentación de la Revisión de Gasto, es decir, la hoja de ruta que guiará unas decisiones presupuestarias que, en 2020, habrán reducido en hasta un tercio el Presupuesto de los departamentos no blindados en comparación a los niveles vigentes cuando Cameron se mudó al número 10.

Además, el nuevo Gobierno ha aprovechado los 100 primeros días para consolidar la apuesta estratégica orquestada durante la campaña para presentar a los conservadores como "el verdadero partido de los trabajadores". Para ello, no ha dudado en entrar en territorio genuinamente laborista, con propuestas inspiradas directamente en el programa con el que Ed Miliband esperaba devolver a los suyos a la residencia oficial de la que habían sido apeados en 2010.

La gran sorpresa del primer Presupuesto fue el 'salario para vivir', un concepto que supera incluso las ambiciones de un Laborismo que no se había atrevido a ir más allá del salario mínimo, por considerar que el denominado "para vivir" podría polarizar aún más al electorado. Los tories, libres del estigma anti-empresariado, confían en que, cuando toque volver a las urnas, las clases trabajadoras recuerden quién elevó sus ingresos a 12 euros por hora. Y por si no fuera suficiente, a Osborne tampoco le tembló el pulso para eliminar el estatus fiscal de 'no residente' que tantas ampollas había levantado cuando Miliband la propuso.

Su generosidad, con todo, acarrea contrapartidas. La ambigüedad de los 1,6 millones de recortes en materia de Bienestar que había dominado la campaña ha dado paso a una difícil medicina que implicará, entre otras terapias, la congelación durante cuatro años de todas las prestaciones otorgadas a las personas en edad de trabajar y una reducción del máximo que un hogar puede percibir en beneficios todavía mayor de la estipulada en el programa conservador.

Además, las exenciones fiscales para los trabajadores han pasado a convertirse en un sistema non grato para un Gobierno que cree que alientan salarios bajos y desincentivan la productividad. Por ello, a la altura de 2020 se habrán reducido en 6,8 millones de leuros, a pesar de que durante la carrera por permanecer en el número 10, Cameron había sugerido que no se tocarían aquellas relacionadas con los hijos.

Su margen es limitado, como ha podido comprobar el ministro del Tesoro en la revisión de previsiones posterior a las generales. El tamaño del desafío obliga a aceptar que la deuda en 2020 sea 2,4 millones de euros mayor de la estimada en marzo. El ritmo de reducción de déficit, mientras, será el mismo de la pasada legislatura como se había avanzado hace apenas cinco meses, y muchas de las acciones más impopulares se adoptarán progresivamente, incluyendo los recortes de 1,6 millones en Bienestar, que se repartirá en cinco años, en vez de los dos inicialmente fijado.

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