
Cuando fundamos una empresa normalmente lo hacemos con el capital social mínimo necesario para ponerla en marcha. Con el paso de los meses debemos revisar bien las cuentas para saber si nos dan los números y explorar nuevos objetivos. Si nos van bien las cosas, llegará un momento en que propongamos una ampliación de capital para poder acometer las reformas que queramos e impulsar nuestra empresa. No hay un momento exacto para hacerlo, lo ideal es tener las cuentas saneadas y los objetivos claros.
Si la compañía va muy bien, podemos permitirnos el lujo de utilizar los beneficios obtenidos, reinvertirlos y continuar con la actividad introduciendo nuevos estímulos. Sin embargo, si las reformas son más amplias necesitaremos más dinero y la manera de conseguir financiación a un nivel superior es haciendo una ampliación de capital.
Ampliación de capital, ¿qué es exactamente?
Consiste en aportar dinero a la empresa y se puede hacer de dos maneras: bien con la emisión de nuevas acciones, que pueden comprar también personas externas, o aumentando el valor de las que ya existen. Para que la ampliación de capital sea legal debe inscribirse en el Registro Mercantil.
¿Cuándo hay que plantearse hacer una ampliación de capital?
Para hacernos una idea general de las cuentas de un negocio, lo ideal es que haya pasado al menos un año de la fundación de la empresa. En ese momento, hay que hacer un balance de resultados, es decir, calcular la diferencia entre ingresos y gastos y así obtener los beneficios. Cuando tengamos los números claros tenemos que sentarnos a hablar con el resto de los socios y trazar un plan en común. Es muy importante que todos estemos de acuerdo para no entrar en conflicto.
Un negocio no es una ciencia exacta. No hay una única manera de gestionar una empresa, porque lo que funciona para unos no vale para otros. La ampliación de capital se puede llevar a cabo por diversos motivos.
Por una parte, podemos ampliar el capital si los resultados obtenidos no están siendo buenos. Si la empresa está perdiendo dinero podemos inyectar capital para reflotarla, invertir en nuevos productos, en marketing, o en personal cualificado que pueda ayudarnos a relanzar el proyecto. Si creemos que la empresa tiene potencial y que puede remontar, la inyección de capital puede ser crucial, y una de las maneras de conseguirlo es que los socios aporten más dinero, o que entren nuevos inversores con capital externo.
No hay que tener miedo a que personas externas entren en nuestro negocio. Al contrario, hay que verlo como una oportunidad para hacer cosas nuevas, y como un respiro a la hora de cuadrar las cuentas. Cuando necesitamos financiación, y con las aportaciones de los socios no se cubre esta necesidad, la entrada de nuevos socios es una gran opción.
Otro de los motivos por el que podemos acometer una ampliación de capital es para crecer. Si nos va bien siempre idearemos la manera de crecer y normalmente eso va unido al dinero. Una empresa necesita financiarse constantemente para progresar y, por ejemplo, abrir un segundo negocio. En un primer momento lo normal es reinvertir las cantidades que tengamos de beneficio, pero si queremos hacer grandes cambios y potenciar la compañía tenemos que ampliar el capital.
Las ampliaciones de capital son bien vistas en los mercados. Dan prestigio a la compañía y aportan visibilidad, en cuanto a clientes presentes y futuros, proveedores y los propios socios, que siempre es importante.
Por tanto, si tenemos un negocio y aspiramos a crecer, la ampliación de capital es una de las mejores opciones que podemos acometer, porque con ello, nuestro dinero, y el de nuestros partners se deposita en nuestro mejor patrimonio que es el propio negocio. Con esa inversión se puede liquidar alguna deuda, si es que la hubiese, y, por supuesto, expandir la empresa que de otro modo igual no sería posible. Solo así el negocio cogerá fuerza y crecerá.