A través de esta tipología, los españoles podremos seguir disfrutando de un merecido descanso estival en lugares de ensueño, a la vez que contribuimos a la recuperación del sector turístico y, por ende, del conjunto de la economía nacional.
El sector turístico se encontró de frente en estos primeros meses de año con la tormenta perfecta. La paralización de la actividad derivada de la crisis sanitaria del coronavirus y las restricciones de movilidad de la población, no solo a nivel nacional, sino global, han golpeado de forma brutal a una industria que supuso el pasado año el 15% del Producto Interior Bruto (PIB) del país.
La llegada de turistas extranjeros, atraídos por el enorme atractivo de España como destino y el buen hacer de la industria, se ha frenado en seco. Los datos publicados por el INE lo demuestran a la perfección, reflejando una caída en marzo de más del 50% respecto a febrero, un registro insólito teniendo en cuenta que marzo siempre había supuesto el despegue de la temporada turística (ver gráfico).
Además, no hay que olvidar que el impacto real de la crisis sanitaria se redujo a la segunda quincena del mes, por lo que las llegadas de este tipo de turismo en abril y mayo, al menos, han sido prácticamente inexistentes.
Vuelta a los setenta
Ante esta situación, y como ya ocurriera hace medio siglo, los españoles seremos una pieza clave en la recuperación de la economía nacional, y más concretamente del sector turístico. Y es que, este verano, la manera de hacer turismo será totalmente diferente a lo que veníamos practicando las últimas décadas, con un control exhaustivo en cuanto a las masificaciones y unas restricciones que continuarán limitando los movimientos de la población entre los distintos países europeos. Así, como indica Joan Miquel Gomis, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), "si el consumidor turístico tiene que moverse en medio de estrictas medidas de control, será prudente".
El turismo nacional y de proximidad será el protagonista este verano
A escala europea, desde el 1 de julio la Unión Europea ha reabierto sus fronteras exteriores a quince países considerados "seguros", entre los que no figuran Estados Unidos, Brasil o Rusia por no haber podido contener aún la propagación del coronavirus. El acuerdo adoptado es solo una "recomendación" que anima a los Estados de la UE a levantar las restricciones, pero los residentes de los quince países de la lista no tienen la entrada garantizada, ya que cada Estado miembro es competente en materia de fronteras y puede decidir si mantiene el veto.
Así, y a la espera de que se pueda volver poco a poco a la normalidad en el sector, ahora la recuperación debe pasar indefectiblemente por el fomento del turismo nacional, con un especial protagonismo reservado al de proximidad, que se presenta como un verdadero balón de oxígeno de cara al verano. En palabras de Pablo Díaz, compañero de Gomis en la UOC, el turismo volverá a un escenario similar al de los años setenta, "cuando las familias se desplazaban en sus propios automóviles y mayormente a apartamentos veraniegos".

Esto se debe a diversos factores, entre los cuales destaca el hecho de que, como señala Gomis, es previsible que a corto y medio plazo los viajes de larga distancia se reduzcan después de la alerta sanitaria, como ocurrió tras los atentados del 11-S. Además, con la salud como elemento determinante en el actual contexto, la confianza del turista es el verdadero territorio a conquistar. Y en este sentido, "los viajes de proximidad generan mayor confianza psicológica, más sensación de control y menos gasto entre los viajeros y, por tanto, pueden recuperarse antes", apunta.
Otro de los factores a tener muy en cuenta es el impacto que está sufriendo la economía de las familias. El aumento sin precedentes de desempleados en un periodo tan corto de tiempo, junto a las menores retribuciones asociadas a los ERTEs o la caída de ingresos en los autónomos, han provocado que el presupuesto de las familias españolas para las vacaciones de verano sea mucho más ajustado que en años anteriores.
Sin embargo, como apuntan numerosos estudios, a los españoles les costará mucho dejar de salir unos días fuera de casa, por lo que el turismo de proximidad, mucho más económico que otras opciones, encaja a la perfección en la coyuntura del momento.
El bolsillo de los españoles agradecerá este turismo de cercanía
Además, esta tipología turística se encuentra alineada con las nuevas tendencias que se venían percibiendo. "Ya se identificaba una tendencia hacia un turismo más responsable y puede que el escenario posterior a la pandemia acelere la regulación de las administraciones y la presión de la demanda en este sentido", argumenta Gomis.
El sector, manos a la obra
Desde el sector se viene trabajando intensamente en la búsqueda de la salida más temprana y segura de la crisis. De hecho, Exceltur, la patronal del turismo, ha presentado recientemente el Plan Renacer del Turismo Español 2020-2023, con el que abogan por un plan integral y no un mero paquete de medidas de desescalada para responder a la delicada situación.
En el documento se puede apreciar igualmente la importancia que otorgan al turismo de proximidad en la recuperación. Según expone, "la apertura de fronteras y la movilidad internacional de personas será la última fase" de la desescalada, que comenzará "por la movilidad de proximidad en torno al domicilio". Un proceso que comenzó a crecer con fuerza a partir del fin del estado de alarma el 21 junio, a medida que la sensación higiénica fue en aumento y avanzaron los viajes de primera necesidad.
En esta misma línea apunta un informe elaborado por la consultora DNA, a partir de encuestas a 600 agentes del sector, que destaca que "la cultura del viaje post coronavirus será un proceso escalado en el que nos iremos animando a viajar más lejos a medida que pase el tiempo". Por ello, se incide en que "los viajes de proximidad serán la clave de la recuperación a corto".
Entre las tipologías que antes se recuperarán, el turismo rural y de naturaleza se colocan en primera posición, "al prestar sus servicios en un espacio abierto y natural, acorde con los nuevos comportamientos y actitud de la demanda turística, donde primará la sensación de soledad, seguridad, contacto con la naturaleza y la no masificación", detalla el estudio. Le siguen en la tabla el turismo de sol y playa, y el relacionado con el bienestar y la salud, siempre supeditados a "que se tomen medidas tendentes a garantizar la sensación de salubridad".
El verano, desde luego, no será como el de otros años, pero tenemos la oportunidad de salir de nuestro municipio para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Eso sí, tendrá que ser un turismo de proximidad que, a la vez que dé un respiro a la ciudadanía mental y económicamente, suponga el primer paso hacia la recuperación de un sector, el turístico, que ha sufrido como ningún otro las consecuencias de esta crisis sanitaria.