
De la creciente conciencia medioambiental de las últimas décadas, ha surgido una corriente social que defiende un turismo más respetuoso con el planeta. Los jóvenes prefieren ahorrar para viajar, conocer el mundo y tener experiencias diferentes.
Las emisiones de CO2 del sector turístico relativas al transporte utilizado para viajar aumentarán casi un 25% hasta 2030. Además, pasará de 1.597 millones de toneladas en 2016 a 1.998 millones de toneladas en apenas 11 años, según un informe presentado en la COP25 del Clima de la ONU. El informe de la Organización Mundial del Turismo (OMT) también apunta a que el número de turistas que viaja a través de las fronteras alcanzará los 1.800 millones al año en 2030, a los que se sumarán otros 15.600 millones de turistas nacionales.
España tiene la oportunidad y la responsabilidad de liderar el cambio hacia un turismo sostenible, con el objetivo de superar problemas que acechan como la pérdida de identidad de algunos destinos, la saturación de los espacios o contaminación ambiental. Por ello, la Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030 impulsa los tres pilares de la sostenibilidad: socioeconómica, medioambiental y territorial.
Hoy, los beneficios del ecoturismo que permean a los negocios locales son drásticamente más altos que los del turismo de masas. Los cambios comienzan desde el momento en que se elije destino hasta que se vuelve a casa, afectando positivamente, sobre todo, a la economía local. Muchos emprendedores del mundo rural ya han identificado esta significativa oportunidad de negocio y se han puesto a trabajar para promover un ecoturismo de calidad, responsable y comprometido con el medio ambiente en nuestro país.
España es el país europeo con la biodiversidad más relevante y con mayor superficie protegida, con climas muy diferentes para hacer ecoturismo todo el año. Tenemos una red de 15 parques nacionales, 49 reservas de la biosfera, diez geoparques UNESCO, más de 170 parques naturales, y de las zonas de especial protección para las aves y las zonas de especial conservación de la Red Natura 2000.
España se sitúa como el cuarto país con mayor número de viajeros sostenibles por detrás de Alemania, Estados Unidos y Francia, destacando que el 62% de ellos es millennial (30 años), en un sector, el turístico, que genera el 8% de las emisiones a la atmósfera en su totalidad, según el último estudio realizado con la información de más de 13.000 encuestados por la plataforma de publicidad para el Internet abierto, Criteo. Por su parte, Booking.com, en su informe anual sobre turismo sostenible, destaca que el 76% de los viajeros españoles cree que si queremos preservar el planeta para las siguientes generaciones es necesario actuar ya y tomar decisiones de viaje sostenibles. Si bien se observa una gran coherencia en los resultados en función de la edad, el 74% de los encuestados de entre 46 y 55 años cree con mayor firmeza en esta necesidad, seguidos por los millennials (71%).
Desde elegir medios de transporte sostenibles, vehículos colectivos, eficientes y limpios; consumir productos típicos de la zona a la hora de comer y cenar, sin recurrir a grandes cadenas de comida, o comprar objetos hechos en la población que se visite; usar protector solar respetuoso con el mar y los arrecifes; procurar no dejar rastro de tu paso (recicla y elimina de forma responsable los residuos que ge-neres; llevar una botella de acero inoxidable para rellenarla con agua de grifo; elegir un alojamiento verde -pues existen alrededor de 140 certificados de medio ambiente alrededor del mundo (Green Key en Europa, LEED en Estados Unidos y BREAEAM en Reino Unido)-, o respetar la flora y fauna local para no modificar el habitat natural son iniciativas que se pueden llevar a cabo para dejar una huella positiva tras nuestra visita.
Volar o no volar, he ahí la cuestión
Flygskam (vergüenza de volar) es un término que se está volviendo cada día más popular en Suecia y que ha reducido el tráfico aéreo en un 5% en el primer trimestre de 2019. Tomar conciencia sobre la contaminación atmosférica que producen los desplazamientos en avión. Un reflejo de la creciente concienciación social de este problema son los cada vez más numerosos movimientos que exigen poner límite a la aviación o renunciar por completo a volar. Los viajes aéreos suponen un 2% de las emisiones globales, frente a un 19% del resto de vehículos.
Si se compara con el tren, viajar en ferrocaril causa mucha menos contaminación ambiental. La sueca Maja Rosén ha lanzado para este año Flight Free 2020, con la meta de llegar a 100.000 practicantes. Desde su campaña, indican que una persona que viaje en tren emite 14 gramos de dióxido de carbono por kilómetro y 285 gramos si lo hace en avión. No obstante, a los españoles no descartan volar. El flujo de pasajeros creció el 5,9% en junio de 2019, respecto al mismo mes del año anterior, en nuestras terminales españolas. Esto se debe al precio de los billetes de las compañías low cost. La competitividad entre las empresas está ofreciendo vuelos por menos de 30 euros, un precio con el que el resto del transporte no puede competir.