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Los retos de las ciudades inteligentes: sostenibilidad y movilidad

  • Se trata de conseguir que la tecnología, movilidad, sostenibilidad y sociedad vayan de la mano gracias a soluciones multimodales
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La conversión a una smart city se consigue a través de la mejora de elementos como el transporte, el hogar, la eficiencia energética o la mejor gestión de los recursos para que tengan el menor impacto posible en el medio ambiente

Tecnología, calidad de vida, reducción de los costes de energía y el impacto ambiental en el planeta son los aspectos más característicos que definen una ciudad inteligente, también conocida como Smart city. Desde hace unos años, la preocupación por el cambio climático y el paso del tiempo hizo que aumentaran los estudios sobre la sostenibilidad y respeto con el medio ambiente, así como proyectos aplicados principalmente a zonas urbanas. Actualmente en la Unión Europea el 60% de la población vive en núcleos urbanos de 10.000 habitantes y su movilidad genera el 40% de todas las emisiones de CO2. En esta misma línea, según la Organización de Naciones Unidas, el 70% de los seres humanos vivirá en centros urbanos en el año 2050, lo que supone un gran aumento de población en estas zonas que conllevaría a graves problemas si no se mantiene cierta armonía en aspectos sociales o ambientales.

España es uno de los países con más proyectos relacionados con las denominadas Smart cities. De hecho, el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes es una de las piezas principales de la Agenda Digital de este país. La conversión a ciudad inteligente se consigue a través de la mejora de elementos como el transporte, el hogar o la eficiencia energética, para conseguir una mejor gestión de los recursos y un menor impacto en el medio ambiente.

La evolución de la sociedad y la tecnología nunca ha estado tan unida y es aquí donde nace este concepto, es decir, una ciudad que usa productos electrónicos funcionando con alta o máxima eficiencia y que es beneficioso tanto para la sociedad como para el entorno. Todo son ventajas: mejor planificación urbana, respeto al máximo por el medio ambiente, más y mejores zonas verdes. También destaca una iluminación regulada para reducir el gasto de energía, tarjetas inteligentes, vehículos que estacionan solos, múltiples sistemas de movilidad, suministro de agua o gestión de la energía e incluso de los residuos, siendo mucho más eficiente del que hay en algunas ciudades actualmente.

Implantar este modelo inteligente puede resultar excesivamente caro al principio, sin embargo, el objetivo detrás de la automatización es disminuir el compromiso humano en una tarea específica, reduciendo así tanto su coste como los errores. Simplemente con automatizar algunos recursos, como es el caso del agua o la electricidad, supone un gran paso en el ahorro. La eficiencia también aumenta, ya que los sensores de las ciudades inteligentes trabajan las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año monitoreando y recolectando datos para garantizar que los recursos de una ciudad se usen sin pérdidas. Además, las ciudades pueden estimular el desarrollo económico al impulsar incentivos para la inversión a través de una mayor densidad económica y proximidad, apoyar empresas y conectar de forma más eficiente a la actual a los trabajadores con empleos.

Movilidad sostenible

La movilidad sostenible agrupa el conjunto de desplazamientos, tanto de pasajeros como de mercancías, que se realizan con la finalidad de recorrer la distancia planteada reduciendo los efectos negativos en el medio ambiente.

Muchas ciudades españolas necesitan transformar el modo en el que se mueven sus ciudadanos, que generan más de 57 millones de desplazamientos diarios solo en las 20 principales ciudades de este país. En este punto, es importante buscar un modelo de movilidad más sostenible que ponga al usuario en el centro y optimice el uso de todos los transportes existentes. Es decir, se trata de conseguir que la tecnología, movilidad, sostenibilidad y sociedad vayan de la mano gracias a soluciones multimodales que integren en un único lugar toda la oferta de transporte público.

Los coches eléctricos ayudan a reducir los altos niveles de contaminación

De esta forma, se podrá construir una alternativa al uso del coche privado, ofreciendo a los usuarios todas las opciones posibles según sus necesidades de cada momento y todo a través de una solución más sostenible y económica. Un coche privado supone un coste anual de entre 6.000 y 7.000 euros: unos 500 euros mensuales.

Se ha optado por el vehículo eléctrico como uno de los sistemas de transporte que más cambios positivos pueden generar: disminución en la emisión de contaminantes al ambiente, menos consumo de combustible y sistemas de movilidad pública y privada más sostenibles. La introducción de este tipo de vehículos en algunas ciudades, tanto para particulares como para servicios municipales, ayuda en gran medida a resolver los altos niveles de contaminación que sufren, ya que permiten reducir tanto el ruido como los niveles de emisión de gases. Algunos de los ejemplos más llamativos son los llamados Car2Go, Zity o EMov, así como las bicicletas y patines eléctricos.

No obstante, a la hora de fomentarlo es necesario tener en cuenta los factores sociales, económicos y medioambientales implicados en las Smart Cities.

Residuos y eficiencia

El informe "Smart Cities: 2030: Vision document" del GICI afirma que los residuos contaminantes producidos por las ciudades necesitan ser procesados, reciclados y valorados energéticamente. Una de las formas más llamativas para realizarlo es a través del biometano, procedente del biogás, un gas renovable que viene de la descomposición de los residuos orgánicos y que puede utilizarse, por ejemplo, como combustible para transporte.

Todos estos cambios van precedidos de una transformación tecnológica o energética que ya está llevando a cabo en algunas ciudades y que también ha llegado a los edificios. Son los llamados distritos de consumo casi nulo o bloques de energía positiva, que tienen como objetivo la autosuficiencia energética e incluso la producción neta de energía. Están basados en una reducción del consumo, una integración de generación renovable y una coordinación entre producción y el consumo.

Esta norma no tardará en llegar e implantarse, ya que, según la Directiva de Rendimiento de Edificios, todos los nuevos bloques deberán tener un consumo energético casi nulo a partir de 2020. Esta medida nace en los objetivos de la Unión Europea en su lucha contra el cambio climático hasta el año 2030, que incluyen también una mejora de al menos un 30% en la eficiencia energética.

Ranking de ciudades

El estudio Cities in Motion, llevado a cabo por los profesores Joan Enric Ricart y Pacual Berrone, del Centro de Globalización y Estrategia del IESE, estudió y clasificó las ciudades más inteligentes del mundo. Analizaron un total de 135 urbes con un modelo teórico que las mide en diferentes aspectos: gobernanza, gestión pública, planificación urbana, tecnología, medioambiente, proyección internacional, cohesión social, movilidad, capital humano y economía. De este listado hay seis ciudades europeas, tres asiáticas y una de Estados Unidos.

Tokio es la ciudad con la mayor influencia tecnológica, capaz de combinar perfectamente el concepto de smart city con el bienestar de los ciudadanos. Según el informe, en Japón estos estudios se centran en impulsar principalmente la cohesión social y en abordar problemáticas sociales. A continuación, le sigue Londres, con una relevante vocación por el desarrollo tecnológico y, especialmente, por la programación. Uno de los programas más destacados es Smarter London Together, que pretende ser un plan para convertir esta ciudad en la más inteligente del mundo.

Tokio es la ciudad con la mayor influencia tecnológica en el mundo

Nueva York tiene un proyecto en el que pretende reducir un 80% la producción de gases invernadero y disminuir su generación de desperdicios para 2030. El sistema de transporte, la planificación y la economía lograron el primer puesto en el estudio. Zúrich es la cuarta ciudad más inteligente y ocupa los primeros puestos en economía, cohesión social y tecnología. Es una de las urbes medianas que usa la tecnología para mejorar el bienestar de sus habitantes, lo que se traduce en buen transporte y servicios para sus habitantes.

Finalmente se encuentra París, con una transparencia envidiable: los habitantes tienen acceso a los datos administrativos, lo que hace que controlen mucho mejor las arcas públicas y todo tipo de gestión. Además, están trabajando en el proyecto de arquitectura Paris Smart City 2050, para el que se plantea la construcción de edificios capaces de generar energías renovables, bioclimáticos y de energía positiva para luchar contra el cambio climático.

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