
La crisis originada por la pandemia está planteando muchos retos, pero también está ofreciendo grandes oportunidades. Una de ellas es la de reconstruir el tejido social y productivo de los países sobre sectores fuertes que aporten valor añadido y creen ocupación de calidad.
En este marco es donde surge el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española, presentado por el gobierno, y que guía la ejecución de cerca de 72.000 millones de euros de los fondos europeos del Next Generation de la Unión Europea entre los años 2021 y 2023, impulsando 25.000 millones de ellos en 2021. Este plan cumple con precisión las prioridades de los fondos europeos y se basa en cuatro ejes transversales: transición ecológica, transformación digital, cohesión social y territorial, e igualdad de género.
Además, en la situación post-COVID, se ha hecho aún más evidente la necesidad de seguir trabajando por cumplir con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. En este contexto, el sector del agua se erige como un elemento clave para garantizar la reconstrucción verde y la cohesión territorial y social. Tiene interconexiones con elementos como la salud, el medioambiente, la energía o la alimentación, y es fundamental para garantizar la calidad de vida de las personas.
El cambio climático afecta directamente a los recursos hídricos: aumenta la variabilidad del ciclo del agua, dificulta la previsión de su disponibilidad, disminuye la calidad del agua y, sobre todo, exacerba aún más su escasez. España es uno de los países de la UE más afectados por el cambio climático y esto se traduce en episodios cada vez más frecuentes y graves de sequías e inundaciones como, por ejemplo, los casos de la DANA o del temporal Gloria del año pasado.
Además, en un contexto de crecimiento de la población mundial y con una mayor demanda de recursos y alimentos, se necesitará cada vez más agua para la agricultura, la industria y la ciudad. Estos desafíos ponen en riesgo el desarrollo socioeconómico e impactan en la calidad de vida de los ciudadanos, por lo que urge tomar medidas al respecto y trabajar en desarrollar proyectos que doten de una mayor resiliencia a las ciudades.
Colaboración público-privada
Hace falta destinar más recursos a las infraestructuras que mejoren la competitividad y la sostenibilidad, necesidad que se agrava por el déficit de inversión ya existente en el sector. De este modo, en una gestión integrada con una visión global y no solo en períodos de sequía, se podrán abordar, por ejemplo, decisiones sobre cómo se utilizan los embalses, la calidad y disponibilidad del agua subterránea o la puesta en marcha de iniciativas de reutilización.
Para ello, es esencial la colaboración público-privada. Este modelo permitirá movilizar recursos financieros y ejecutar las inversiones necesarias para garantizar los niveles de bienestar. Para ello, las empresas son aliadas decisivas en la defensa del interés general, permitiendo mantener la actividad y reforzar medidas para colectivos vulnerables. Así lo han demostrado en la gestión de la pandemia.
En este punto desde SUEZ España abogan por apostar en la asignación de los fondos Next Generation EU por proyectos de agua y economía circular que aumenten la resiliencia de nuestras ciudades y ecosistemas. La capilaridad que supone prestar servicio a más de 25 millones de ciudadanos, distribuidos en más de 1.000 municipios (incluyendo 13 capitales de provincia) a lo largo de todo el territorio nacional, les permite tener un conocimiento detallado de las oportunidades y las necesidades existentes, y establecer alianzas con actores locales.
Como líderes en agua industrial y agrícola y grupo español de referencia en Iberoamérica, desde SUEZ España están en disposición de plantear a las administraciones públicas proyectos de ejecución inmediata que permitan reactivar la economía y generar empleo verde, equitativo y de calidad a nivel local. Proyectos en los que tienen experiencia y con un alto nivel de madurez, lo que garantiza la agilidad en su puesta en marcha.
En este contexto, es clave impulsar proyectos que doten de una mayor resiliencia a las ciudades, desarrollando infraestructuras como tanques de tormenta o estanques de retención, así como infraestructuras verdes que sirven de apoyo al ecosistema en el que están ubicadas y favorecen los ciclos que ofrece la naturaleza.
Actuaciones especialmente relevantes en la cuenca mediterránea, donde se puede empezar a hablar de sequía estructural. Pero también es necesario trabajar por optimizar el nivel de pérdidas en el sistema de distribución que contribuye a garantizar la disponibilidad del recurso en regiones "ya no tan verdes" como el caso de Galicia, que ya se ha enfrentado a episodios de sequía en los últimos veranos.
Un ejemplo de esto es el Parque de La Marjal en Alicante, el primer parque urbano inundable de España y capaz de recoger 45 millones de litros de aguas pluviales que, posteriormente, son reutilizadas, por ejemplo, para riego urbano, resolviendo así los problemas de inundaciones provocados en la zona durante los episodios de lluvias intensas y que, además, actúa como lugar de ocio y pulmón verde para la ciudad favoreciendo la biodiversidad.

Por otro lado, trabajar en proyectos de economía circular permite no sólo reducir los residuos para dotar de mayores recursos sino también optimizar el uso de energía. Para ello, en SUEZ España están transformando las principales plantas de tratamiento de agua en biofactorías o centros de recuperación de recursos.
Es el caso de la biofactoría Sur de Granada, que se ha convertido en un caso de éxito y referente de economía circular a escala internacional, ya que ha conseguido que prácticamente el 100% del agua depurada se reutilice para el riego de cultivos leñosos; casi la totalidad de los lodos arenas y grasas se valoricen como abono en agricultura o jardinería, y se alcance la autosuficiencia energética durante algunos meses del año. Su modelo de gestión ha sido reconocido como buena práctica por la publicación European Circular Economy Stakeholder Platform.

Para desarrollar estos proyectos es imprescindible la innovación, algo que forma parte del ADN del Grupo. Prueba de ello es DINAPSIS, su red de centros de innovación, que desarrolla tecnología puntera para combatir el cambio climático y contribuir al desarrollo de ciudades inteligentes.
El uso de este modelo contribuiría a la transformación digital de la gestión de los recursos hídricos que permita optimizar la toma de decisiones en base a datos, incorporando diferentes fuentes de información, y aprovechar redes de conocimiento con mayor capilaridad.
El año pasado el Grupo invirtió 25 millones en I+D+i, un 24% en el área digital. La finalidad es digitalizar la gestión del recurso hídrico y desarrollar servicios relacionados con la sostenibilidad y la salud ambiental con el objetivo de apoyar a las ciudades y los territorios en su transición hacia el futuro, así como mejorar el día a día de la ciudadanía y su entorno.