España es el segundo país que más plástico vierte al Mediterráneo, según advierte WWF. Está solo por detrás de Turquía y es el cuarto de la Unión Europea que más plástico consume. El informe Una trampa del plástico. Liberando de plástico el Mediterráneo destaca los efectos dramáticos que el uso excesivo de plásticos, la pésima gestión de los residuos y el turismo de masas están teniendo en una de las regiones más visitadas del mundo, el mar Mediterráneo.
En la actualidad el plástico representa el 95% de los residuos que flotan en el Mediterráneo y acaban en sus playas. La mayor parte de este plástico acaba en el mar proveniente de Turquía y España, seguidos de Italia, Egipto y Francia, países donde los turistas incrementan la basura marina en un 40% cada verano.
Cada año se arrojan casi 13 millones de toneladas de residuos a los mares y océanos de nuestro planeta. Las colillas son uno de los residuos más numerosos. Para 2025 es posible que haya unas 250 millones de toneladas de plástico en nuestros océanos, según estimaciones de Ocean Conservancy, un grupo ambientalistas sin fines de lucro con sede en Washington.

También las pajitas de plástico, de usar y tirar, es otro de los elementos que aparecen en la lista de los diez objetos por número recolectados en playas y zonas costeras, de hecho, ocupan el quinto lugar, tras colillas, envoltorios de comida, botellas de bebidas de plástico y tapones de botellas de plástico. Greenpeace ha pedido acabar con los 13 millones de pajitas de plástico que se usan a diario en España, lo que equivale a la cifra de más de 5.000 millones de pajitas al año y exige una Ley que establezca la prohibición para la venta de estos y otros productos de usar y tirar.
La gran mayoría de los plásticos en los océanos del mundo se ocultan debajo de la superficie, y millones de toneladas se entierran en el fondo del mar cada año. Según investigadores de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) la mayoría de los tipos de plástico se hunden en el agua de mar, y hasta el plástico que flota eventualmente se vuelve pesado debido al crecimiento de algas.
De los más de 393 millones de toneladas de plástico en los océanos, solo 246.000 toneladas están en la superficie. El resto se suspende en el agua, se sumerge en el fondo o se entierra en el fondo marino. Los cálculos muestran que entre cinco y 36 millones de toneladas al año se depositan en el sedimento cada año.
Los trozos grandes de plásticos dañan, asfixian e incluso matan a los animales marinos, incluyendo especies amenazadas y protegidas, como las tortugas marinas y las focas monje.
Según Greenpeace, el problema no proviene solo de la producción de plásticos, que ha aumentado en un 50% a nivel mundial, sino del hecho de que tienen una vida útil muy corta y no se ha producido una buena gestión de los residuos.
Según el informe La rápida agregación de microplásticos cubiertos de biopelículas con partículas biogénicas marinas, los microplásticos son mucho más ubicuos en las profundidades del océano que en la superficie. También en la propia arena de la playa, donde por ejemplo, las tortugas marinas ponen sus huevos y el microplástico podría afectar el éxito de la eclosión y alterar la proporción de hembras y machos nacidos.
Si bien los plásticos oceánicos en la superficie, como el Gran Parche de Basura del Pacífico, son visibles y atraen toda la atención, el problema es aún mayor si atendemos a los microplásticos (piezas que miden menos de 5 milímetros de largo), incluso en hábitats remotos como sedimentos de aguas profundas y mares polares. En el Mediterráneo hay 1,25 millones de fragmentos por kilómetro, casi cuatro veces superior al de la isla de plástico en el Océano Pacífico, que cuenta con un total de 1,8 billones de piezas de plástico que pesan 80.000 toneladas métricas.
El informe de WWF desvela que solo se recicla un tercio de los 27 millones de toneladas de residuos de plástico que se producen en Europa cada año, y la mitad de todos los plásticos de Italia, Francia y España acaba en los vertederos. Y es que los datos son escalofriantes, solo el 37% de los envases de plástico se recicló en España en 2017. Por ello, las ONG están pidiendo a gritos prohibir la distribución y venta de estos productos y sustituirlos por alternativas ecológicas.
'Cartas en el asunto'
Algunas empresas se han puesto las pilas para luchar contra el plástico. Por ejemplo, Coca Cola ha puesto en marcha la iniciativa Mares Circulares, con la que pretende alcanzar su compromiso de recoger el equivalente al 100% de sus envases. Su plan está estructurado en la recuperación de espacios naturales, la prevención con campañas de sensibilización y concienciación ciudadana, la generación de estudios científicos y economía circular.
Coca-Cola Iberia se ha comprometido a recoger el equivalente al 100% de sus envases, y en este objetivo se enmarca este programa, que dio comienzo en verano. Además, trabajan con la ayuda de más de 50 barcos pesqueros que llevan a tierra los residuos que recojan durante sus labores de pesca y los depositarán en contenedores habilitados para ello.
Además, ya hay empresas que intentan reinventarse. En Holanda ya utilizan el plástico sacado directamente del mar para fabricar carreteras. Algo parecido han hecho en la India, donde han asfaltado 20.000 kilómetros utilizando una gran cantidad de plásticos. En España también se intenta poner remedio a tantos residuos.
National Geographic elimina el plástico del sobre que contiene su Magazine, que se envía mensualmente a todos los suscriptores, también en España, para sustituirlo por uno de papel reciclado. Por ejemplo, poniendo separadores para el carril bici que están hechos con plástico reciclado.
De la misma manera, la pequeña empresa también hace lo propio a su escala. La empresa valenciana de diseño textil Carmela Martí comercializa una colección con colchas realizadas con los plásticos basura del mar. La compañía ofrece desde hace años esta propuesta con la que visten gran cantidad de establecimientos hoteleros. La colchas son fabricadas los deshechos de algodón reciclado y poliéster procedente de botellas de plástico y de envases, hechos a base de PET (tereftalato de polietileno).
Por otro lado, el llamado FlipFlopi está construido con residuos plásticos y chanclas procedentes de playas y cunetas. Es el primer velero fabricado con plástico reciclado, que fue botado el 17 de septiembre desde el Condado de Lamu (Kenia), iniciando así su viaje hacia Sudáfrica con el que ha buscado iniciar una "revolución del plástico" y concienciar sobre la importancia de reutilizar este material.
Las instituciones también están por la labor de poner cartas en el asunto. La Comisión Europea presentaba también en mayo de este año una propuesta de Directiva para reducir el uso de los diez productos fabricados con este material que se encuentran con más frecuencia en las playas y mares. Una escaramuza más en la contienda que comenzó en 2015 con la Directiva sobre las bolsas de plástico. Esta norma acaba de ser transpuesta en nuestro país donde, desde julio, los comercios tienen la obligación de cobrar al consumidor las bolsas de plástico a un precio de entre 5 y 15 céntimos cada una. Un paso previo a la prohibición total en 2021 de todas las que no sean biodegradables.