
El turismo es un peso pesado de la economía española. Así lo demuestran las cifras. Y es que aporta, aproximadamente, entre el 13 por ciento y el 15 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) y da empleo a más de 2,5 millones de personas. En el pasado año 2017, el turismo aportó 172.900 millones de euros a la economía de nuestro país, y aunque el último informe trimestral de la economía del Banco de España augura que, en 2018, el crecimiento de la industria turística en España será inferior al del PIB, algo que no ha ocurrido desde el año 2009, lo cierto es que no se puede dejar de prestar atención a este sector, que -desde hace años- persigue su sostenibilidad.
Las datos, de momento, son para celebrar, pues en 2017, España se convirtió en el segundo país más visitado del mundo en términos de llegadas internacionales, solo superado por nuestro vecino francés. Y aunque, en estos primeros ocho meses del año 2018, se ha experimentado un ligero descenso del 0,1 por ciento en cuanto a llegada de turistas extranjeros se refiere -respecto al mismo periodo de 2017-, el gasto de dichos visitantes fue de 62.230 millones de euros, un 2,8 por ciento más que el año anterior; según datos Frontur, Egatur y el Instituto Nacional de Estadística.
"Nos enfocamos hacia un modelo turístico de calidad más que de cantidad y por ello el gasto debe ser el indicador con el que midamos la fortaleza de nuestro sector", afirmaba la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Oliver, a principios de este mes de octubre, cuando se presentaba estos datos.
Con el objetivo de encontrar un modelo turístico de calidad para nuestro país, el Gobierno estatal se encuentra trabajando en una nueva hoja de ruta que, bajo el nombre de Estrategia de Turismo Sostenible 2025, ayude a combatir la saturación de algunos destinos, teniendo en cuenta el problema del cambio climático, el cuidado del medio ambiente y la gestión de residuos siguiendo la economía circular. "El Gobierno trabaja para replantear el modelo turístico, para alinearlo con un proyecto de país, en el marco de la Agenda 2030 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", explicaba la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, el pasado mes de septiembre en la Conferencia Iberoamericana de ministros de Economía y Turismo que se celebraba en Guatemala.
Precisamente, con el objetivo de promover la contribución del sector turístico a construir un mundo mejor y señalar su potencial para ayudar al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 2017 como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo. En este contexto se ha reflexionado sobre las vías más adecuadas para instaurar un modelo turístico que, además de reducir la pobreza y fomentar la inclusión social y la diversidad, se esmere en el uso eficiente de los recursos y la protección ambiental.
Entre los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por la Asamblea General de la ONU hace tres años, se encuentran -entre otros- la mejora de la calidad del agua y su uso eficiente, el aumento de la energía renovable, la reducción del impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades y la lucha contra el cambio climático, contra la contaminación marina o la deforestación.
Turismo sostenible
Fue en el año 1995 cuando, por primera vez, la Unesco, la Organización Mundial de Turismo (OMT) y otros organismos internacionales organizaron una cumbre mundial de turismo sostenible. Fue en esta conferencia donde surgió este término y supuso un importante cambio de rumbo en la industria del turismo y en el desarrollo de esta actividad. Fruto de aquel encuentro, que tuvo lugar en Lanzarote, nació la primera Carta del Turismo Sostenible, donde se ponía de manifiesto la importancia que el sector tiene para el desarrollo social, económico y político de los países. También se reconocía su contribución a la degradación medioambiental y por eso se hacía necesario el desarrollo de un turismo que pudiese satisfacer no solo a las expectativas económicas, si no también a las exigencias ambientales y ser soportable, desde un punto de vista ecológico, a largo plazo. "Una buena gestión del turismo exige garantizar la sostenibilidad de los recursos de los que de- pende", señalaba la Carta.
"El turismo tendría que contribuir al desarrollo sostenible, integrándose en el entorno natural, cultural y humano, debiendo respetar los frágiles equilibrios que caracterizan a muchos destinos turísticos, en particular las pequeñas islas y áreas ambientalmente sensibles. La actividad turística deberá prever una evolución aceptable respecto a su incidencia sobre los recursos naturales, la biodiversidad y la capacidad de asimilación de los impactos y residuos producidos", añadía dicha Carta. El documento también señalaba la necesidad de desarrollar instrumentos y medidas orientadas a reducir el uso de energías y recursos no renovables y fomentar el reciclaje y la minimización de residuos en las instalaciones turísticas. También instaba a los Gobiernos a reforzar las ayudas a los proyectos turísticos que contribuyan a la mejora de la calidad medioambiental.
Los principios y objetivos de la Carta fueron ratificados 20 años después en la Cumbre Mundial de Turismo Sostenible que tuvo lugar en Vitoria-Gasteiz para celebrar, precisamente, el aniversario de la primera.
El afán de la Unesco por promover los resultados de la primera Carta del Turismo Sostenible dio lugar, en el año 1997, a la creación del Instituto de Turismo Responsable (ITR). A través del sello Biosphere, este Instituto reconoce el compromiso de los diferentes agentes del sector con los 17 ODS de la Agenda 2030. Este sello presta atención tanto a los destinos y las empresas, así como a los propios turistas -comunicando y promocionando diferentes actividades propias del turismo sostenible.
Entre los destinos que han conseguido la certificación Biosphere se encuentra la localidad Tossa de Mar (Girona). Ha sido este mismo mes de octubre cuando el municipio catalán ha recibido dicho sello. El presidente del ITR, Tomás de Azcárate, subrayó que "Tossa de Mar inicia un camino donde va a destacar a nivel internacional como un ejemplo trasladable a otras ciudades". Y es que la localidad ha sido reconocida gracias a, entre otros aspectos, la protección del litoral y su patrimonio histórico y las acciones de sensibilización de la población en el respeto al medioambiente.
Los hoteles, touroperadores o restaurantes que, como explican desde el ITR, "tienen en cuenta las repercusiones actuales y futuras en los aspectos económico, socio-cultural, y medioambiental, a la hora de diseñar un sistema turístico" también reciben la certificación Biosphere. "De esta forma, se consigue satisfacer las necesidades actuales de los turistas y las regiones de acogida, sin comprometer a las generaciones futuras, protegiendo y garantizando la conservación de los recursos para su uso y disfrute a largo plazo", añaden.
Viajeros comprometidos
No solo las empresas del sector turístico se esfuerzan por el cuidado del medio ambiente, también los propios viajeros, que cada vez optan más por ecoturismo, también llamado turismo ecológico.
Turespaña -organismo público responsable del marketing de España como destino de viajes- lo sabe bien. Y por eso promociona destinos acreditados con la Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS) -dedicada a la protección de los espacios naturales europeos- como el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia, al sur de Salamanca; la Zona Volcánica de la Garrotxa; el Parque Natural de Garajonay, en La Gomera, o el Parque Nacional de Doñana. Dichas áreas naturales cuentan con diversas empresas del sector que desarrollan actividades turísticas comprometidas con la protección del medio ambiente -de ahí la acreditación CETS-. Así, los turistas pueden aprovechar al máximo su visita a la vez que conservan los valores ecológicos y paisajísticos de cada destino. Sin duda, una buenísima opción para disfrutar del turismo mientras se cuida el medio ambiente.