
A finales del pasado mes de septiembre, en la tan comentada Cumbre sobre la Acción Climática que tuvo lugar en la neoyorquina sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres -secretario general de la ONU- no dudo en afirmar que "la emergencia climática es una carrera que estamos perdiendo". Sin embargo, lanzó un mensaje esperanzador, al asegurar que con acciones concretas y realistas "la podemos ganar". Y es que, tal y como añadió ante decenas de líderes internacionales, "la crisis climática está causada por nosotros y las soluciones deben venir de nosotros. Tenemos las herramientas: la tecnología está de nuestro lado".
Entre las carteras de acción que Guterres priorizó, con el objetivo de asegurar que las iniciativas de transformación tengan el mayor impacto posible en la economía real, se encuentran las Medidas basadas en la naturaleza, donde se incluye -como no podía ser de otra manera- la conservación de la biodiversidad. Y es que, a día de hoy, su pérdida es uno de los problemas del medioambiente más preocupantes.
La amenaza al equilibrio de los ecosistemas pone en peligro también el bienestar de la sociedad. La evidencia científica indica que la tasa actual de pérdida global es de 100 a 1.000 veces superior a la tasa de extinción de fondo -que ocurre naturalmente- y se espera que siga en aumento en los próximos años, puesto que alrededor de un 27% de las especies de nuestro planeta se encuentran amenazadas.
Estos datos se recogen en la Declaración de Castellet para la Protección de la Biodiversidad, firmada el pasado 26 de septiembre en la joya arquitectónica que le ha dado su nombre: el castillo de Castellet, sede de la Fundación Abertis y Centro Internacional Unesco de Reservas de la Biosfera Mediterráneas.
Ubicado a pocos kilómetros de distancia de la ciudad de Barcelona, en la comarca del Alt Penedès y, concretamente, en el espacio natural del parque del Foix, este centro fue inaugurado el 5 de abril de 2014, constituyendo -tal y como informan desde Fundación Abertis- "la primera experiencia público-privada en este ámbito".
Este espacio fue designado por la Unesco como Centro de Categoría 2 (CC2) y para su inauguración necesitó de un acuerdo internacional entre el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente español, el Organismo Autónomo de Parques Nacionales y la Unesco. El distintivo CC2 se aplica a aquellos centros que representan una modalidad especial en el sistema de las Naciones Unidas, pues los Estados Miembros son los responsables de su creación y financiación pero el destino que se persigue es la consecución de los objetivos estratégicos del programa de la propia Unesco. Dichos centros, además, prestan asistencia técnica no sólo en el país donde están ubicados sino también en los países de su entorno regional.
Las Reservas de la Biosfera
La firma en septiembre de la Declaración de Castellet -promovida por la Fundación Abertis, la Unesco y el Ministerio de Transición Ecológica (a través del Organismo Autónomo de Parques Naturales)- supone un paso más para visibilizar las graves consecuencias que el ritmo actual de pérdida de biodiversidad puede tener sobre el planeta y el alcance de las metas de desarrollo sostenible de la ONU. "Sabemos que esta pérdida está causada principalmente por la actividad humana, particularmente la destrucción de hábitats, la sobreexplotación de los océanos, la contaminación, la expansión urbana, el cambio climático, y la deforestación, que está provocando graves incendios e inundaciones", se afirma en el manifiesto.
Así, se pone como ejemplo la dramática situación de la Amazonia, que el pasado agosto sufrió un terrible incendio que destruyó prácticamente 25.000 kilómetros cuadrados de su superficie. Esta selva tropical acoge hasta el 10% de la biodiversidad del planeta y su destrucción, tal y como recoge la Declaración de Castellet, "pone en peligro no sólo a muchas especies, sino que supone una fuerte alteración para la Tierra por el papel clave que desempeña esta región en el aporte de oxígeno y la regulación del clima".
Las Reservas de la Biosfera se revelan como actores clave para el mantenimiento de la biodiversidad del planeta. Estas zonas geográficas son representativas de diferentes hábitats del planeta y abarcan tanto ecosistemas terrestres como marinos. La selección de estos espacios naturales, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se inició a principios de la década de los 70 del siglo pasado. Actualmente, 701 espacios forman parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera (RMRB), repartidas en 124 países. De todas ellas, 52 están en territorio español, siendo nuestro país líder mundial en cuanto a presencia de este tipo de espacios naturales.
Las últimas incorporaciones españolas -El Alto Turia (que incluye siete municipios de la Comunitat Valenciana y uno de Castilla-La Mancha), la Siberia de Extremadura (Badajoz) y el Valle del Cabriel (Aragón, Castilla-La Mancha y Comunitat Valenciana)- se han producido hace cinco meses y han permitido que España supere en este ámbito a Estados Unidos, Rusia y China, con 47, 41 y 33 reservas respectivamente. Cabe destacar también que, de entre todas las reservas del globo, más de 20 son transfronterizas, promoviendo la colaboración entre las distintas regiones de nuestro planeta.
Los criterios de la Unesco: proteger su biodiversidad y fomentar el desarrollo económico y humano de las regiones en cuestión
La Unesco escoge estos territorios con el objetivo de conservar y proteger su rica biodiversidad, así como de fomentar el desarrollo económico y humano en estas zonas. Además, el conjunto de las reservas forman una valiosa red para la investigación, educación e intercambio de información. En definitiva, tal y como señalan fuentes de la Fundación Abertis -en cuya sede se alberga el Centro de Reservas de la Biosfera Mediterráneas- estos entornos son "laboratorios vivos para la experimentación y la innovación hacia un modelo de desarrollo más sostenible".
En la Declaración de Castellet también se explica que "la Red de Reservas de la Biosfera Mediterráneas (RRBBMed) actúa desde junio de 2015 como plataforma para el intercambio de conocimiento entre ambas orillas del Mediterráneo, con alrededor de 70 RRBB repartidas entre 15 países". Estos son: Argelia, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Israel, Italia, Jordania, Líbano, Marruecos, Montenegro, Portugal y Túnez. "Apostamos por el desarrollo sostenible y la protección de la biodiversidad, fortaleciendo a la vez las relaciones entre los países de la región Mediterránea. Una de nuestras prioridades es promover el estudio de cada región con el objetivo de enfatizar el papel distintivo y único de cada reserva, respetando la idiosincrasia de cada país y poniendo especial énfasis en las poblaciones locales", reza la Declaración.
Desde la Fundación Abertis también señalan que "la calidad de sus recursos ambientales y culturales sitúa a las Reservas de la Biosfera del Mediterráneo como lugares de excelencia para el fomento del turismo sostenible en todas sus modalidades, en un entorno único de dos costas unidas por su cultura y naturaleza".
Sensibilidad por el entorno
La designación del castillo de Castellet como Centro Internacional Unesco para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas vino a avalar el esfuerzo realizado por la Fundación Abertis para fomentar la investigación sobre el impacto de las grandes infraestructuras en el territorio, con especial atención al medio ambiente. Y es que el cuidado del entorno natural cobra especial relevancia en la política de Responsabilidad Social Corporativa del Grupo Abertis, líder mundial en la gestión de autopistas.
Así, por ejemplo, en diversos países ha desarrollado iniciativas como la iniciada el año pasado en Río de Janeiro, en cuya autopista BR-101 comenzaron las obras de un viaducto vegetal para el paso de fauna. Este puente tiene el objetivo de favorecer el paso de los animales por encima de la carretera y evitar así los atropellamientos y los accidentes, jugando "un papel fundamental en la conservación de biodiversidad de la región", explican fuentes del Grupo.
La Fundación Abertis contribuye con sus iniciativas a lograr "un mundo más sostenible, donde las personas convivan con el planeta", tal y como señala Sergi Loughney, su director. Es por eso que, entre sus diferentes acciones, también se encuentran aquellas que persiguen la reducción de la huella de carbono que genera la actividad económica de la compañía y la optimización de la gestión de los residuos.
En este sentido, entre los hitos de 2018 de Abertis, tal y como se recoge en su Informe Anual, se encuentra la replantación de más de 78.000 ejemplares de especies vegetales, así como la recuperación de más de 42.000 toneladas de residuos de construcción. Además, la empresa ha destinado 23,3 millones de euros a iniciativas de mejora del medioambiente. Como también se informa desde la propia compañía, "el 48,9% de la cifra de negocio dispone de un sistema de gestión ambiental implantado y/o certificado según el estándar internacional ISO 14001 y el 33,7% se encuentra en proceso de implantación, debido a las modificaciones que se han producido en Francia".
Sin duda alguna, y en calidad de sede de su fundación, el castillo de de Castellet es todo un símbolo de la responsabilidad social de Abertis. Esta edificación histórica (la primera referencia documental conocida del castillo data del año 977) también ha logrado la certificación medioambiental ISO 14001 y el Global Sustainable Tourism Council, organismo vinculado a la Organización de las Naciones Unidas, le ha concedido la certificación Biosphere Responsible Tourism.
Visitar este maravilloso edificio -restaurado en 1999 por iniciativa de Acesa (actualmente Abertis)- es viajar a los orígenes de nuestra cultura, pues su colina sirvió a los íberos para mantener el control sobre las vías de comunicación del territorio: el río Foix y la Vía Hercúlea, posteriormente denominada Vía Augusta y actual autopista AP-7.
Apuesta por la formación
También en el castillo de Castellet se encuentra el Campus Universitario Internacional para las Reservas de la Biosfera Mediterráneas. Esta iniciativa nació en 2016 gracias a un convenio entre la Fundación Abertis y el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con el objetivo de construir una plataforma para el fomento y el desarrollo de investigación interdisciplinaria y de innovación en el ámbito social y ambiental de las Reservas de la Biosfera Mediterráneas.
Y es que la formación de los profesionales del futuro es clave para una buena gestión de los recursos naturales y un cuidado exhaustivo de la biodiversidad. Actualmente, dicho Campus Universitario recibe estudiantes tanto del grado de Ciencias Ambientales de la UAB como del Máster en Estudios Interdisciplinarios en Sostenibilidad Ambiental, Económica y Social, impartido por el Instituto y Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB. También acuden a este campus estudiantes de doctorado.
El nutrido Centro de Documentación del castillo, en constante revisión y actualización, también es una herramienta muy valiosa para todos los estudiantes. Desde este espacio se coordina y dinamiza un fondo documental de materiales académicos técnicos y de divulgación relacionados con las Reservas de la Biosfera Mediterráneas.