
La pandemia ha dejado tras de sí un cambio de hábitos en muchos sectores, y la educación ha sido uno de los más afectados, poniendo en jaque a la escuela tradicional e impulsando a los más reticentes a sumarse a la formación online y asíncrona.
Con la recuperación de la nueva normalidad muchos de estos hábitos van a perdurar y algunos se van a modificar o van a desaparecer. Sin embargo, lo que no va a cambiar es la necesidad por parte del alumno de modelos híbridos y flexibles que le permitan elegir cómo, cuándo y dónde quiere aprender, incluso a qué ritmo necesita hacerlo.
Por otro lado, si bien ya era un punto importante en el pasado, debido a la crisis la empleabilidad se ha convertido en un aspecto fundamental en la elección de la formación. Los estudiantes quieren asegurarse de que adquirirán las habilidades necesarias para triunfar profesionalmente y que la institución será el puente con el mundo laboral, asegurándose un trabajo una vez finalizado el programa escogido. En cuanto a las clases, la adquisición de habilidades digitales y aprendizaje de las herramientas más populares del mercado también serán importantes a la hora de decantarse por una institución educativa u otra.
Además, posicionar al estudiante en el centro del proceso educativo será esencial, ya que los métodos de enseñanza tradicionales, rígidos y unidireccionales no son rivales para la tecnología y las plataformas de e-learning, ya que éstas permiten optimizar la experiencia educativa a cada estudiante.
Por último, otro reto de las instituciones educativas es basarse en el uso de datos para personalizar la experiencia de aprendizaje de los alumnos. El uso de análisis de datos les dará la información necesaria para permitir que los departamentos ofrezcan una asistencia personalizada a los estudiantes, ya sea ajustando el contenido o con reuniones individuales.
Elaborado por Óscar Fuente, Director y Fundador de IEBS