
Si bien los términos del título del artículo podrían parecer exclusivos del mundo start-up, el sector de la educación superior y, por extensión la formación en el mundo de los negocios, han tenido que asumirlos de manera acelerada, como parte de su práctica habitual. Agilidad, creatividad y adaptabilidad para pasar, en un breve espacio de tiempo, de una dirección de instituciones académicas predecible y pausada a otra mucho más incierta y dinámica, que está exigiendo diferentes respuestas en un periodo de tiempo mucho más limitado.
El tradicional modelo educativo está virando hacia uno que, verdadera y definitivamente, pone al participante en el centro y le ofrece oportunidades flexibles y adaptadas a su nueva realidad. Un nuevo escenario que es híbrido con experiencias formativas on y offline, que exige una actualización constante (upskilling/reskilling) y que tiene que prepararnos para hacer frente a un mundo empresarial en plena transformación, no sólo digital sino sostenible y laboral.
La complejidad de esta transformación triple exige una respuesta sistémica que debe incorporar a los diferentes actores implicados. Gobiernos, a la espera de millones de euros de los fondos europeos, instituciones académicas, plataformas tecnológicas, empresas y los propios trabajadores forman ese nuevo ecosistema de formación y actualización constante. Estamos ante el apasionante reto de hacer efectiva esa necesaria transición a una nueva realidad a base de agilidad, creatividad y adaptabilidad. En este sentido, el mercado siempre ha valorado la capacidad de las business schools para responder a los cambios, para adaptarnos a las transformaciones que sufre la sociedad y para estar cerca de las empresas y sus profesionales. Ese es, al mismo tiempo, nuestro gran valor y nuestra gran responsabilidad.
Elaborado por Jordi Díaz, Dean de EADA Business School