Como prácticamente todos los sectores, el de la formación para directivos está en proceso de cambio acelerado que se fundamenta en un futuro del trabajo que ha dejado de ser futuro para convertirse en presente. Una realidad que, debido a la automatización y digitalización, está creando tantos puestos nuevos y desconocidos como aquellos que está destruyendo.
Un presente que aporta una obsolescencia programada al talento humano, exigiendo una actualización continua y constante en la que nuestras "skills", nuestra habilidades, serán las auténticas monedas de cambio, progreso y avance.
Ante tal escenario, tenemos una oportunidad tan descomunal como retadora. Nunca antes tantas personas habían necesitado tanta formación como ahora. Esta enorme oportunidad viene a transformar también el modelo de las escuelas de negocios, dejando de ser lineal y predictivo. Formar al talento en una carrera universitaria, un Master y, en el mejor de los casos, un programa para directivos no va acorde a la exigencia de este presente previamente descrito.
Las Escuelas de Negocios tienen ante sí la oportunidad de ser integradoras de aprendizaje
Los profesionales y directivos de este mercado líquido necesitan un acompañamiento constante, variado e incluso, me atrevo a decir, sistémico. Las Escuelas de Negocios tienen ante sí la oportunidad de ser los integradores de aprendizaje, siempre y cuando entiendan que no están solos en esta misión. Esta respuesta sistémica va más allá de la tradicional colaboración entre instituciones académicas.
El guion exige ecosistemas innovadores de formación que incorpore a gobiernos, empresas, plataformas tecnológicas que cooperen para entregar verdaderas experiencias transformadoras de aprendizaje continuo a escala. Parece que el siglo XXI haya empezado este 2021, inicio de un cambio real, un punto de inflexión en la formación de directivos. Sin duda, una etapa fascinante.
Escrito por: Jordi Díaz, Decano de EADA Business School
