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La era AMLO y los dilemas económicos de la 'Cuarta Transformación' en México

  • El alza del PIB mexicano parece condenada a no superar el umbral del 2%
  • La economía está lastrada por Pemex y la incertidumbre sobre el T-MEC
Panorámica de la Ciudad de México. Foto: Getty.

El primer año de la era AMLO (como se suele designar al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador) discurre en medio de incertidumbre acerca de casi todo. La nueva Administración tuvo un arranque turbulento en lo económico, que tuvo como pistoletazo de salida la cancelación del Aeropuerto Internacional de México -el proyecto de infraestructura más grande de su antecesor- que eliminó una inversión de 2.600 millones de euros, generando en los inversionistas una aversión al riesgo que a veces parece insuperable y que medio año después del aplastador triunfo electoral del mandatario sigue condicionando el crecimiento de la economía.

Pese al optimismo del presidente de lograr un crecimiento de más del 2% para terminar el año y del 4% en promedio al concluir su sexenio, los primeros indicadores de 2019 pintan un panorama bastante alejado de esa meta.

El producto interno bruto (PIB) avanzó solo un 0,2% interanual en el primer trimestre del año, la tasa más baja desde 2009, y en su comparación trimestral se contrajo un 0,2%, lo que se explica por un una caída en los sectores de servicios e industrial de 0,2% y 0,6%, respectivamente. El subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath, ha descrito como "preocupante" el dato sobre la producción industrial, que está en su nivel más bajo desde 2015. Asegura que se debe a un desplome de la producción minera, en mínimos históricos, y subraya el hecho de que las obras de ingeniería civil se ubicaron durante marzo en su peor nivel desde 2007.

El dato de los primeros meses del año parece confirmar las previsiones de las principales instituciones financieras tanto privadas como gubernamentales, mucho más pesimistas que las del presidente. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima un rango de entre 1,1% y 2,1%, cuatro décimas por debajo de su pronóstico anterior, pues calcula que habrá menores ingresos petroleros.

Citando también la debilidad de la producción petrolera y subrayando la debilidad de la inversión, el Banco de México recortó su estimado de crecimiento a un rango de entre 1,1% y 2,1%, mientras que los cálculos del FMI, el Banco Mundial, la OCDE y los principales bancos no esperan una expansión de la economía mayor a 1,6%.

La inflación, que solo durante febrero se ubicó dentro del objetivo del Banco de México de 3% (con una variación posible de +/-1 %), volvió a salirse del mismo desde mediados de marzo. El dato de abril, de 4,41%, se explica por alzas de doble dígito en los productos agropecuarios, transporte aéreo y servicios turísticos. El hecho de que los precios de productos y servicios no converjan con las metas del banco central mantiene la tasa de referencia en el nivel más alto de la historia -un 8,25%- desde diciembre de 2018.

La inversión fija bruta ha revertido una tendencia a la baja que mantenía a principios de año, aunque de acuerdo con el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa elaborado por la firma A.T. Kearney, México cayó del puesto 17 al 25 debido a "un entorno global incierto, las dudas que ha generado el nuevo Gobierno y elementos de inseguridad que priman en varias ciudades del país".

Al mismo tiempo, la tasa de desocupación de diciembre alcanzó un 3,6% de la población económicamente activa (PEA), el mayor nivel en dos años. Cabe señalar que, debido a que México es un país en el que el 57,1% de las personas en edad de trabajar obtiene sus ingresos mediante un trabajo informal, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía no emite un indicador de desempleo como tal, sino que mide el número de personas "ocupadas". Cabe señalar que el combate a la informalidad no es una prioridad para el Gobierno de AMLO, pues su meta sexenal es reducirla en solo 1,9 puntos porcentuales.

Bajo esas condiciones, no sorprende que los mexicanos estén menos dispuestos a gastar que antes. El Indicador de Confianza del Consumidor tuvo en abril una caída de 0,9 puntos, la segunda al hilo en lo que va del año. No obstante, en su comparación anual aumentó un 10,2 puntos con cifras desestacionalizadas.

"Vamos muy bien, no es para presumir"

En el terreno del comercio el tablero sigue condicionado en buena medida por la espera para la ratificación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), la versión actualizada del TLCAN que se renegoció el año pasado. No obstante, las exportaciones tuvieron un alza interanual de 17% en abril en un país que mantiene su casi absoluta dependencia de Estados Unidos, a donde se dirige el 80% de las mercancías. Por esta razón, los especialistas coinciden en la importancia de que los congresos de los tres países que integran el T-MEC ratifiquen el acuerdo antes de que inicie el ciclo electoral en la Unión Americana y Donald Trump vuelva a tomar como rehén de su campaña al intercambio comercial con México.

Hay un indicador que no va del todo mal y del que López Obrador saca pecho cuando tiene oportunidad: el tipo de cambio. De diciembre a la fecha, el peso mexicano ha recuperado terreno frente al dólar y se ha apreciado un 6,1% para cotizar alrededor de 19 pesos.

"Vamos muy bien, no es para presumir, pobremente les informo que ayer el peso mexicano fue la moneda de los países emergentes que más se fortaleció con relación al dólar, nuestro peso. Nos importa mucho esto, que haya estabilidad económica, que no tengamos crisis", dijo el presidente en marzo durante una de sus conferencias de prensa matutinas.

Pemex: ¿lastre u oportunidad?

Pero el gran reto que tiene el nuevo Gobierno en materia económica tiene nombre y apellido: Petróleos Mexicanos. Con una producción en constante declive, Pemex es la petrolera más endeudada del mundo y del saneamiento de sus finanzas depende el éxito económico de la llamada Cuarta Transformación de México, como ha llamado AMLO a su Gobierno.

Con una deuda total de 85.315 millones de euros, las principales calificadoras pusieron la nota crediticia de Pemex en perspectiva negativa por temor a que el Gobierno obradorista haga a un lado a la inversión privada que comenzó a permitirse bajo la Administración de Enrique Peña Nieto.

Los mercados siguen a la espera de la presentación de una estrategia de negocios que explique cómo apoyará el Estado a la petrolera para que esta mejore su plataforma de producción al tiempo que sanea sus finanzas y construye una nueva refinería con un costo mínimo de 7.100 millones de euros para dejar de importar gasolinas de Estados Unidos. Se calcula que el Gobierno deberá inyectar capital a la empresa del orden de entre 4.700 millones y 6.600 millones de euros.

De acuerdo con un reciente análisis de Moody's, cada vez es más evidente el conflicto entre la ambiciosa agenda de promesas de campaña de AMLO y su compromiso con la disciplina fiscal. Sin aumentar impuestos en los primeros tres años, el Gobierno ha programado un gasto de 7.750 millones de euros en becas para jóvenes, ayudas a adultos mayores, pensiones para personas con discapacidad y la creación de una red de universidades públicas.

En su más reciente vista a su natal México, José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), insistió en que Pemex es el elemento más peligroso para la estabilidad económica. "Resolver la cuestión de Pemex es esencial. Esto implica restaurar la salud financiera de la petrolera, aumentar su productividad y rentabilidad. Pemex debe ser fuente de estabilidad, no de vulnerabilidad", aseguró.

De forma más contundente, el economista jefe de Moody's para México, Jaime Reusche, ha reiterado que el Gobierno enfrenta un dilema, pues en un futuro no muy lejano deberá elegir entre mantener un gasto elevado, sostener finanzas sanas para el Estado o apoyar a la petrolera. "Las tres cosas no se pueden", sentenció.

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