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Los riesgos de que Latinoamérica crezca por debajo de las expectativas

  • La región afianza una recuperación modesta desde el bache de 2017
  • Latinoamérica y el Caribe crecerán un 1,4% este año y un 2,4% en 2020
El lento progreso ha generado malestar entre la ciudadanía. Foto: iStock.

La economía mundial crecerá un 3,3% en 2019, según las proyecciones de abril del Fondo Monetario Internacional (FMI). La tasa representa una rebaja 0,4 puntos porcentuales respecto a su previsión del pasado octubre, y 0,3 puntos menos que el alza registrada en 2018. Entre las razones que motivan este cambio, el Fondo aduce la reducción del ritmo de crecimiento de China -el conflicto comercial con EEUU es un factor-; la menor confianza de consumidores y empresarios en la eurozona, y la influencia de los desastres naturales en la actividad de Japón.

Todo ello explica en parte la pérdida de vitalidad económica experimentada por América Latina, que crecerá a un ritmo menor del esperado. El FMI anuncia un crecimento para toda la región -incluido el Caribe- del 1,4% este año, 0,6 puntos menos que lo anticipado en enero. En 2020, la economía cogerá algo más de vuelo, con un incremento estimado del 2,4%. La mejora respecto a los dos años precedentes es palpable: la expansión en 2017 y 2018 fue del 1,2% y el 1,0%, respectivamente.

En consecuencia, asistimos a una recuperación moderada del bache atravesado en 2017, con notables avances por parte de Centroamérica (crecerá un 3,2% este año y un 3,5% el siguiente, según el Fondo); Perú (3,9% y 4,0%); Colombia (3,5% y 3,6%); Chile (3,4% y 3,2%), y la robustez de la primera economía regional, Brasil (2,1% y 2,5%).

Sin embargo, el escenario global puede alterar esta senda. BBVA Research cita en su informe Situación Latinoamérica 2T19 la probabilidad, alta, de una recesión económica en EEUU, el desapalancamiento desordenado de la economía china, que podría tener un impacto negativo bastante alto según la entidad, y las fuerzas en juego en Europa -el brexit que no cesa, el deterioro de Italia y el aumento de fuerzas euroescépticas en el Europarlamento-. Todo ello aderezado con grandes dosis de proteccionismo por parte de las dos principales economías del mundo, y menores, pero crecientes, en Europa.

Algunas commodities claves para la región, como el petróleo y el cobre, irán acomodando su precio a la baja, de acuerdo con la demanda global, aunque la soja, según BBVA Research, quizá se recupere. Por otra parte, las políticas monetarias más expansivas de de las principales economías mundiales, asegura esta entidad, darán más margen de maniobra a los bancos centrales de la región, en un escenario de inflación controlada. La excepción es Argentina, donde las condiciones monetarias serán más duras de lo anteriormente previsto.

A la lista de factores que pueden trastocar las perspectivas ha de sumarse la política de Estados Unidos. El nuevo tratado comercial entre dicho país, México y Canadá aún debe ratificarse, y aunque parece fuera de duda que así será, el proceso puede traer sorpresas. En cuanto a la política exterior, el presidente Donald Trump cumplió su amenaza de suspender todo tipo de asistencia a los países del Triángulo Norte de Centroamérica, en respuesta a la inmigración procedente de la región.

Venezuela sigue siendo una incógnita, salvo en la económico, donde todas las previsiones son ruinosas. El presidente encargado, Juan Guaidó parece haberse atascado en su intento de desplazar a Maduro y perdido el momentum generado con la liberación a final de abril del líder opositor Leopoldo López.

En México asistimos a un estancamiento de la inversión privada y una caída en la pública. Las señales de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en lo económico son mixtas: es positiva su proclividad a ajustar el gasto y el respeto al banco central; no así la cancelación del nuevo aeropuerto. También preocupa su desdén hacia algunos medios, como el periódico Reforma y la apuesta por el refino en Pemex, cuya deuda representa el 20% de la total del país.

En Brasil persiste la polarización política, y crecen las dudas de que el presidente, Jair Bolsonaro, sea capaz de recabar los apoyos que precisa para sacar adelante reformas estructurales como la de pensiones. La deuda, que se ha disparado hasta el 78% del PIB, podría amenazar su sostenibilidad.

Entre las incertidumbres hay que contar el calendario electoral. Uruguay elegirá nuevo presidente en octubre, donde un viejo conocido, Julio María Sanguinetti -dos veces jefe del Estado- tratará que el Partido Colorado desbanque al Frente Amplio, de orientación izquierdista, en el poder desde 2005. Bolivia también decidirá si le otorga a Evo Morales un cuarto mandato -será candidato, pese a perder el referendo de 2016 con el que buscaba suprimir la limitación constitucional a la reelección-.

Pero la cita de mayor alcance será sin duda las elecciones presidenciales de Argentina. El presidente Mauricio Macri afronta los comicios con un escenario económico complicado y una economía en contracción -en buena medida por el arrastre estadístico que arroja la comparación 2018-. El sector exterior podría mejorar las cifras de crecimiento intertrimestral, pero todo apunta a que será un mal año para el consumo interno y las ciudades, no tanto para el campo. La irrupción de Cristina Fernández de Kirchner en la carrera electoral -irá en el ticket de Alberto Fernández, como vicepresidenta- ya ha agitado los mercados, y complicará aún más la reelección a un Macri cuya recuperación económica puede llegarle demasiado tarde.

La opinión de la ciudadanía

Este de las expectativas es uno de los asuntos que late tras el malestar creciente de la ciudadanía en toda la región. Como señala la OCDE en su Latin American Economic Outlook 2019, problemas como la violencia, la pobreza de ingresos -enquistada por la baja productividad- y la desigualdad contribuye a la desafección. Las clases medias esperan más de sus servicios públicos e instituciones de lo que finalmente obtienen.

El descontento se refleja en el informe para 2018 de Latinobarómetro. En 2018, esta encuesta realizada a más de 20.000 personas en 18 países del continente refleja -8 puntos porcentuales de "progreso neto", esto es, una percepción de retroceso mayor que en toda la serie histórica (23 años). En 14 de los 18 países la percepción de progreso alcanza a menos de un tercio de la población.

Asimismo, el grado de satisfacción con la economía viene cayendo desde 2010, cuando representaba el 30%. En 2018, la proporción es tan solo del 16%, el mismo nivel que en 2003, cuando aún eran patentes las consecuencias de la crisis asiática. Los países que peor puntúan son Venezuela, Brasil, Argentina, El Salvador y, de manera más sorprendente, Perú.

El nivel de apoyo a la democracia cae a niveles de 2001, con solo un 48% de apoyo

El malestar se traduce también en un mayor desapego por la democracia. Hoy solo el 48% considera la democracia como el tipo de régimen preferible, luego de siete años de caídas: se ha llegado al nivel de 2001, marcado por la crisis asiática. Crecen también los "indiferentes", que pasan del 16% en 2010 al 28% en 2018.

Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, apunta a la corrupción -en los últimos años se han destapado casos que afectan a 18 expresidentes y exvicepresidentes- y afirma: "El problema principal de las democracias en América Latina es el deterioro de las elites, la corrupción y la desconfianza ciudadana en las instituciones de la democracia, sumada a la falta de conducción democrática de sus líderes, así como la falta de líderes".

España es optimista

Desde hace 12 años, IE Business School toma el pulso a los animal spirits en la región, recabando la opinión de empresarios de más de 100 compañías españolas -entre las que figuran 12 del Ibex 35 y 16 del mercado continuo- con intereses en América Latina. Así, en la duodécima edición de su Panorama de inversión española en Latinoamérica, destaca la confianza que mantienen los empresarios: el 76% declara que tiene previsto aumentar sus inversiones en la región en 2019, y solo un 1% las recortarían.

Venezuela es el único mercado donde, nuevamente, las perspectivas son declinantes. Por otro lado, el escenario de mantener las inversiones, al que es proclive el 23% de los encuestados, prevalece en Cuba, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Argentina. En todo caso, las dudas sobre el desempeño regional parecen venir más del contexto global: un 38% cree que el contexto internacional afectará para mal, una ratio que en 2018 era solo del 18%.

Perspectivas económicas y percepción de la democracia en América Latina

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