La economía chilena finalizó el año 2017, el último de la Administración de Michelle Bachelet, con un crecimiento del 1,5%. Ello llevó a que la actividad económica, en cuatro años, solo se incrementara en un 1,7%, muy por debajo de su potencial de alza, que llega al 4% del producto interno bruto (PIB).
Esta situación, calificada como paupérrima por el nuevo Gobierno del presidente conservador, Sebastián Piñera, marca el inicio de un año en el que se espera que el PIB chileno crezca a un ritmo mayor del logrado en la Administración previa.
Y todo, al menos las primeras cifras del año, parece apuntar en esa dirección, sobre todo considerando el nuevo escenario y las perspectivas que diferentes entidades proyectan para la economía mundial.
El nuevo escenario proyectado parte del incremento de las expectativas. Así, el Banco Central de Chile, en su último Informe de Política Monetaria (IPoM), estimó un incremento del PIB en el rango del 3% y el 4%. El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, lo proyectó a un 3,5% anual, basado fundamentalmente en la mejora del precio del cobre, principal exportación del país y que representa casi el 50% de sus ingresos.
Tan relevante es este ítem que la estimación del precio del cobre es uno de los fundamentos claves en la elaboración del Presupuesto de la Nación, el que ha sido estimado el 3,06 dólares por libra por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco). A la fecha el valor del metal rojo, en el mercado internacional, alcanza a los 3,14 dólares la libra, lo que implicaría un ingreso extra de 845 millones de euros para este año, sin considerar el impacto en las utilidades de la estatal cuprífera Codelco -la mayor productora de cobre del mundo-, que en 2017 alcanzaron los 2.440 millones de euros, cantidad seis veces mayor que en el año previo.
A esta positiva perspectiva se suma un barril de petróleo con un valor cercano a los 60 dólares, lo que generaría un menor impacto en un país cuyo consumo es proveído casi al cien por cien por importaciones de crudo. Así, un menor precio influiría en menores presiones inflacionarias y disminuiría los costos de producción de la industria y la manufactura, sector altamente debilitado en los últimos cuatro años.
A todo ello se suma, en la variante interna, el aumento progresivo de la inversión, que viene recuperándose desde hace 10 meses, y el positivo ambiente que se ha ido originando en las relaciones entre empresarios y trabajadores, con una histórica visita de la directiva del empresariado nacional (la de la Confederación de la Producción y el Comercio) a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Algunas nubes
Sin embargo, existen algunos factores que podría evitar o afectar que estas proyecciones lleguen a concretarse, en especial en el campo internacional. La primera gran nube es la amenaza de una posible guerra comercial entre Estados Unidos y China. Ambos son los principales destinos de exportación de los productos chilenos, siendo China el mayor consumidor de cobre del mundo, con cerca de un 40% del total. Esta posibilidad ya afectó, durante marzo, el valor del cobre que perdió durante ese mes un 3,85%, dando clara muestra del peso del gigante asiático en la demanda de este commodity.
Otro elemento relevante que podría influir en la concreción del crecimiento del PIB nacional tiene que ver con algunos elementos de orden interno. Es aquí donde lo primero que resalta son las discrepancias entre la antigua Administración y el Gobierno del presidente Sebastián Piñera. La primera de ellas se refiere al déficit estructural, que sería mayor al que se anunció en una primera instancia. Finalmente, esta cifra ha quedado en el 2%, en contra del 1,7% declarado por la autoridad saliente.
Además de esto, el Ministro de Finanzas actual ha determinado que existe un compromiso de egresos por parte del fisco por 4.677 millones de euros, que no estarían financiados y que generaría escasez fiscal para los próximos cuatro años.
Ante ello, el exencargado de la billetera estatal, Nicolás Eyzaguirre, ha señalado que lo comprometido está estimado en el presupuesto y que esta cifra sería solo gastos potenciales.
Ambas polémicas han ido generando un clima que no se esperaba y que de continuar podría agregar un grado de incertidumbre que ennegrezca el actual panorama.
Además, el ministro de Finanzas actual, Felipe Larrain, ya ha anunciado dos planes de recorte de gastos, por un monto de 420 millones de euros en cuatro años, con el fin de enfrentar ambas situaciones.
A ello se agrega otro elemento de duda al crecimiento. Este es que el gasto fiscal presupuestado para el presente año, de 3,9%, ha sido considerado "alto" por la nueva administración -más todavía si se considera que este elemento fue un gran motor de la actividad económica entre los años 2014 y 2018-.
En lo relativo al desempleo, las cifras son aún poco esclarecedoras, ya que a marzo este se ubicó en 6,9%, una tasa mayor que la estimada, pero con una creación de 184.000 nuevos puestos de trabajo y con un alza en la fuerza laboral, es decir, de las personas que salen a buscar empleo.
En lo referente al alza del costo de la vida, todo parece indicar que se mantendrá en el límite inferior del rango meta (2% y 4%) que establece el Banco Central, lo que llevaría al instituto emisor a mantener la tasa de política monetaria (TPM, la tasa de interés referencial para el mercado) en el 2,5% para reforzar la reactivación de los últimos seis meses.
Factores políticos
En tanto, lo político es una arista que debe ser considerada y evaluada en su real dimensión sobre el efecto que podría generarse en el ámbito interno, tanto en lo económico como en lo social.
Ello se deriva de los resultados de los comicios de noviembre pasado, donde, si bien la alianza de derecha Chile Vamos logró el triunfo en la presidencial y llevó al multimillonario Sebastián Piñera por segunda vez a la presidencia del país, no logró ese mismo resultado en las parlamentarias, donde surgió con fuerza el Frente Amplio, que representa a un sector de izquierda más radicalizado que el que abanderan los partidos que integraban la coalición de Gobierno de la exmandataria Michelle Bachelet.
Así, el actual Ejecutivo se verá forzado a buscar nuevos apoyos fuera de su alianza para sacar adelante sus proyectos legislativos emblemáticos, lo que hasta el momento se ve difícil de concretar, sobre todo, por las miradas radicalmente opuestas que existen. Además, mientras, el Gobierno ya ha anunciado una rebaja a los impuestos de las empresas, un punto altamente demandado por este sector, la dividida oposición levanta sus murallas a esta iniciativa.
A ello también se añaden los cambios que la sociedad ha demandado tanto en el sistema de pensiones (con el movimiento "No más AFP" a la cabeza) y a las isapres (instituciones de salud provisional), cuyas ganancias aumentaron en un 40% el pasado año, y donde el consenso es virtualmente imposible en un congreso en el cual ninguna fuerza política tiene la mayoría.