
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos puede suponer un revulsivo para mejorar las relaciones comerciales entre España y Latinoamérica. España es tradicionalmente el segundo inversor en la zona por detrás de Estados Unidos y si éste se retrae, podría aprovechar para convertirse en el primero. Las empresas españolas tienen la lección bien aprendida y saben aguantar y fortalecerse en tiempos difíciles.
Los bancos españoles desplegaron sus potencia inversora en América Latina aprovechando el hueco que dejaron los americanos tras la denominada década pérdida en los ochenta. Y lo han vuelto a hacer en 2017. Cuando Trump amenazó con levantar su famoso muro en la frontera con México, ni una sola empresa española puso los pies en polvorosa. Al contrario, algunas como Gas Natural o Banco Santander mejoraron su presencia en la zona.
Sin embargo y pese a la pujanza de las empresas, es necesario reconocer que la relación comercial entre España y Latinoamérica es muy exigua. Los países de América miran más a Asia que a Europa por la proximidad geográfica y porque el continente amarillo es visto por todos como la tierra de las oportunidades.
China está empeñada en erigirse en un actor relevante en la región a golpe de talonario, sobre todo mediante la inversión en materias primas. Las relaciones no mejorarán de manera sustancial sin impulso político. El presidente Rajoy prometió que España sería el puente de entrada de los productos de América Latina. Luego todo queda en agua de borrajas.
En Cuba se perdió la iniciativa tras el anuncio de apertura de Raúl Castro y el abrazo con Estados Unidos. En Argentina, la inversión no arranca por desconfianza política. Curiosamente, México y Brasil son los dos países con mayor atractivo para los españoles por su enorme tamaño.
Existe presión para que el presidente brasileño, Michel Temer, presente la dimisión. La convocatoria de nuevas elecciones descarrilaría la economía brasileña, que comienza a tomar velocidad de crucero tras varios años en negativo. Brasil estaría, además, incapacitada para dar un impulso a la negociación entre Europa y Mercosur, cuyas responsabilidades pasará a ejercer en el segundo semestre.
Los procesos electorales de México, en junio, y de Argentina, en otoño, pueden complicar las cosas en caso de que triunfe la oposición a los respectivos mandatarios. Es urgente que el Gobierno español se ponga las pilas para transformar las tradicionales relaciones de amistad en negocios contantes y sonantes, que no se queden en meras celebraciones. Rajoy debería pasar de las palabras a los hechos y hacer de España la verdadera puerta de entrada a América Latina.