
23 de abril de 2010. El entonces primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, hacía oficial lo inevitable: el país pedía activar el mecanismo de ayuda diseñado por el Eurogrupo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para rescatar la economía helena, un acuerdo que se cerraría a principios de mayo. Hace ya cuatro años de aquello y por el camino quedan un sinfín de reformas, imposiciones y sufrimiento cuyas consecuencias se notarán durante años. En Grecia y en otros países de la Eurozona. Con todo, crisis económica aparte, la región del euro ya puede decir hoy que empieza a zanjar la crisis de deuda.
Algo que sin duda no hubiese sido posible, eso sí, sin la ayuda del Banco Central Europeo (BCE) y aquel mensaje que lanzó en julio de 2012 su presidente Mario Draghi, dispuesto a hacer "todo lo posible por salvar el euro".
Aún quedan tareas pendientes en los países más afectados por la crisis, reformas y recortes por empezar que si bien nunca harán regresar a sus economías a la situación que se vivía antes de que estallasen los problemas, sí permitirán empezar a hablar de recuperación. Una palabra que ya se empieza a aplicar en el mercado de deuda.
Cuatro años después de solicitar el rescate, la Comisión Europea ha certificado este miércoles que Grecia logró en 2013 un superávit primario -excluyendo el pago de intereses de la deuda y gastos extraordinarios como las ayudas a la banca- de 1.500 millones de euros, equivalente al 0,8% del PIB. Un paso que abre la puerta a que el Eurogrupo empiece a debatir nuevas medidas para aliviar la deuda helena, que el año pasado alcanzó el 175,1% del PIB.
La Comisión, destaca "el extraordinario progreso que ha hecho Grecia reparando sus finanzas públicas desde 2010" y piensa que su nivel de deuda es "sostenible" si las autoridades helenas siguen aplicando los ajustes pactados con la UE.
También está el ejemplo de Portugal, que aunque aún tiene un gran número de tareas pendientes para salir del rescate casi tres años después de solicitarlo, ha logrado colocar hoy 750 millones en bonos a 10 años pagando un interés del 3,57%, el más bajo desde 2005.
La importancia de esta emisión radica en que se trata de la primera operación pública que realiza desde que el país fue rescatado en 2011. Hasta ahora, había recurrido a colocaciones privadas para buscar liquidez, llevadas a cabo con el respaldo de bancos colocadores.
El caso de Irlanda es todavía más sorprendente. El país se convirtió en diciembre de 2013 en el primero de la Eurozona en poner fin a un rescate internacional. Y a mediados de marzo, la Agencia Nacional de Gestión del Tesoro de Irlanda logró colocar 1.000 millones de euros en deuda a diez años a un interés del 2,967% en la primera emisión que realizaba desde el 21 de septiembre de 2010.
¿Y en el caso de España? Pues es cierto que el país cerró 2013 con un nivel de deuda pública equivalente al 93,9% del PIB, el nivel más alto de la serie histórica. Pero en la sesión de ayer martes, la prima de riesgo española cayó hasta los 153 puntos básicos, su nivel más bajo desde agosto de 2010.
Por su parte, el rendimiento del bono a diez años se redujo del 3,103% al 3,066%, con lo que continúa próximo al mínimo histórico del 3,005% que marcó el 21 de septiembre de 2005.
En todo este proceso, como se ha citado, jugó un papel de gran importancia el Banco Central Europeo (BCE) y la frase que pronunció Draghi el 26 de julio de 2012. Un mensaje que cambió el rumbo de los acontecimientos y logró poner fin al ataque del mercado a países como España o Italia, por aquel entonces en serias dificultades.
Más tarde, en septiembre de aquel mismo año llegaría el esperado programa de compra de bonos (OMT) por parte de la institución, una suerte de rescate que el BCE ponía a disposición de los países con problemas a cambio de imponer duros ajustes. Ningún Estado cogió nunca la mano que le tendió el organismo. Pero de nuevo, la voluntad del BCE por hacer lo imposible, lo cambió todo. En palabras del FMI: "la decisión de Draghi de intervenir sirvió de punto de inflexión a la crisis y contribuyó a evitar el desastre".
Hoy, ejemplo de que la crisis de deuda se empieza a dar por terminada, es que el BCE está más centrado en encontrar la fórmula para estimular la economía del euro que en cuestiones como el interés de los bonos o el estado de las primas de riesgo, que hoy han pasado a un segundo plano.