España

El análisis: la reforma constitucional pone contra las cuerdas a Rubalcaba... y al PSOE

Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente primero del Gobierno. Imagen: Archivo

Cuando Zapatero anunció esta misma semana a Rubalcaba que la víspera había conseguido un acuerdo con Rajoy para reformar la Constitución e introducir en ella el compromiso de la estabilidad presupuestaria, y que se disponía a anunciarlo al país, el candidato socialista interpretó aquella operación como una gravísima agresión y sólo después de una larga conversación y de pactar algunas condiciones terminó plegándose a la iniciativa, e incluso poniéndose por estrategia al frente de ella.

En efecto, la cláusula de la estabilidad había sido exigida no menos de seis veces en sede parlamentaria por Rajoy en el último año, por lo que la claudicación de Zapatero daba alas a la opción conservadora, que veía reconocidas sus razones a las puertas de las elecciones del 20-N.

Rubalcaba ha basado su campaña hasta ahora en una serie de guiños encaminados a recuperar para el PSOE las esencias socialdemócratas, izquierdistas. Y es evidente que el acuerdo Zapatero-Rajoy ha caído mal en la izquierda del partido: Borrell, Antonio Gutiérrez... Izquierda Unida, por su parte, ha hecho bandera de la exigencia de un referéndum, que es a todas luces innecesario y que no se celebrará, pero cuya invocación cristaliza el descontento de la izquierda desencantada con el viraje a estribor del PSOE.

¿Por qué Zapatero realizó este gesto?

¿Un gesto que beneficia al país pero que perjudica claramente a su opción política? Probablemente por la misma razón por la que en mayo de 2010 anunció el colosal ajuste que incluía la rebaja de los sueldos públicos y la congelación de las pensiones, en una especie de impulso patriótico que representaba la propia inmolación. También es difícil deslindar la reforma constitucional ya pactada por el gobierno y el principal partido de la oposición de la coyuntura política y de la inminencia de las elecciones. Lo único que es cierto es que el coste electoral de cara al 'candidato' Rubalcaba va a ser considerable, ya que gran parte de su propio electorado ha protestado ante dicha medida.

Lo que se hace mediante la reforma del articulo 135 de la Constitución (en realidad, se procede a una ampliación del referido artículo) es consagrar el principio de estabilidad presupuestaria, de forma que no podrá acumularse un déficit estructural superior al permitido por las reglas de la Unión Europea. El déficit en cuestión será fijado mediante ley orgánica y tal criterio tiene las excepciones más obvias y generosas que podrían imaginarse: sucesos extraordinarios (catástrofes naturales, etc.), recesión económica y "situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado".

Todo lo cual quiere decir que, si bien no podrá haber déficit estructural ?nadie lo defiende en todo el espectro político-, sí podrá ser utilizado el déficit en políticas anticíclicas para combatir las fases depresivas como quiere la socialdemocracia y en realidad aplican todos los gobiernos en tales coyunturas.

¿Imposible ganar el 20-N?

Sin embargo, y como no ocultan bastantes figuras de renombre socialistas, este último movimiento va a socavar a la base que Rubalcaba necesita movilizar si quiere tener algún tipo de oportunidad ya no de ganar, que a día de hoy es imposible sino de 'arañar' la mayoría absoluta del PP: los votantes de izquierdas.

Pero no sólo eso. Las elecciones pueden ser una fecha aciaga para el PSOE, ya que llueve sobre mojado: el voto joven del mismo segmento ideológico viene ya minado por lo que consideran polémicas actuaciones policiales antes, durante y después del célebre #15M y las marchas laicas: Y, para colmo de males, el votante más centrado pero que podía decantarse por los socialistas está ?paradójicamente- en clara disensión con el Gobierno por lo contrario a todo lo anterior: se le achaca excesiva permisividad para tolerar y consentir marchas y acampadas diversas a lo largo y ancho de la geografía nacional.

A día de hoy, a algo menos de tres meses vista de las elecciones, la batalla parece perdida para el PSOE de cara a las elecciones y la duda es si el resultado será igual de pésimo que en las elecciones autonómicas o, incluso, si el partido puede soportar un 'test de estrés' como el que podría suponer que los comicios le llevaran aún más abajo en porcentaje de votos y, por lo tanto, en falta de apoyo social. Los nervios en Ferraz parecen evidentes y la expectación es suma? ¿Conseguirá Rubalcaba revitalizar unas siglas que parecen casi agonizantes en intención de voto ?las del PSOE- en poco menos de tres meses?

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