España

Análisis: ¿Funcionará la bicefalia?

Fernando Garea ha llevado hoy a su blog una cita magnífica del novelista mexicano Carlos Fuentes, tomada de su obra 'La silla del Águila': "...Ay, señor Presidente. Grave, gravísimo error. Si escoge al que más le debe a usted, puede tener la seguridad de que lo traicionará para demostrar que no depende de usted. Es decir: el que más le deba será el que más obligado se sienta a demostrar su independencia. En otras palabras, su deslealtad. El canibalismo político se practica en todas partes (...) El acto propiciatorio del nuevo Presidente es matar al predecesor. Prepárese, señor Presidente. Cuíde..."

Éste es el tópico, sin duda, que corresponde a una visión cabal de la naturaleza humana, regida por el poderoso instinto de conservación en su acepción más exacerbada, por la vital ambición de poder como una de las grandes pasiones del ser humano y por la ley del mínimo esfuerzo.

Las experiencias españolas al respecto han sido malas. La más notoria, y la que dio lugar a la introducción del término 'bicefalia' en el vocabulario político español, fue la protagonizada por Almunia y Borrell en las postrimerías del pasado siglo. Aquél, secretario general del PSOE impulsado testamentariamente por González, abrió elecciones primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones del 2000, gobernando Aznar.

Se presentó él mismo pero también Borrell, y éste consiguió una clarísima victoria, que dejó a Almunia en ridículo. Después, Borrell decidió marcharse a casa por la publicación de unos escándalos de antiguos subordinados suyos y Almunia fue finalmente el candidato frente a Aznar. Cosechó, como cabía esperar, un descalabro histórico.

En realidad, los ciudadanos reclaman de todos los partidos de gobierno un liderazgo claro, con plena independencia y sin ataduras, y rechazan las servidumbres. Hay quien piensa que Rajoy tampoco logró evitar del todo la bicefalia durante su primera legislatura como líder de la oposición, con Aznar planeando sobre su cabeza y controlándolo todo. En la segunda legislatura, en la que ya le sonríen claramente las encuestas, el epígono sí ha roto por completo con quien lo designó, aunque el expresidente irrumpa de tanto en cuanto en escena.

Bicefalia Zapatero-Rubalcaba

A la luz de la experiencia (y del sentido común), puede pues afirmarse que la bicefalia Zapatero-Rubalcaba funcionará si desde el primer momento queda meridianamente claro que Zapatero no tiene ambicones de control y está en verdadera retirada, y si se deslindan con transparencia los papeles: Zapatero al frente del Gobierno, Rubalcaba sin interferencias al cuidado de la construcción de un programa y en la reconquista de la credibilidad perdida y de la adhesión de los ciudadanos.

La voluntad de marcharse de Rodríguez Zapatero parece clara y sincera, por lo que, si surgen roces, habria que atribuirlos a una cuestión de egos insatisfechos. En cualquier caso, y como dice también Garea, estamos ante el experimento de un extraño gobierno de coalición entre el que se va y el candidato, "Entre el que ya piensa qué dirán de él los libros de historia y el que mira lo que dicen de él los periódicos".

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