La grave situación política, económica y social que vive Venezuela desde hace años ha llevado al país a una situación límite. La sanidad se ha colapsado, el 80 por ciento de la población está desnutrida y uno de cada 10 venezolanos ha huido del país en los últimos cuatro años. Sigue la actualidad del sector en la última edición de elEconomista Energía. Suscríbete gratis
Coincidiendo con el 61 aniversario del nacimiento de la democracia en Venezuela, un gran número de manifestantes inundó las calles de Caracas y otras ciudades para exigir la destitución del actual presidente del país, Nicolás Maduro. Aprovechando esta situación, la Asamblea Nacional declaró a su recién nombrado presidente y líder de la oposición, Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, alegando que la reelección de Maduro en mayo de 2018 fue ilegítima. Esta acción ha contado con el apoyo internacional de más de una treintena de países, encabezado por EEUU.
Para aumentar la presión sobre Maduro, el Gobierno de Donald Trump ha sancionado con 7.000 millones de dólares los activos de la compañía estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) y ha pedido a sus aliados americanos congelar cualquier activo de la petrolera venezolana. Estas acciones suponen dejar al país sin su principal fuente de ingresos y divisas, el petróleo, una commodity que representa el 95% de las exportaciones del país -EEUU recibe un 40% y China e India un 25% cada una- y el 25% del Producto Interior Bruto (PIB), y que podría suponer para Venezuela una reducción de sus ingresos por exportaciones petroleras de más de 11.000 millones de dólares al año. De momento, las sanciones a Venezuela no están afectando a la cotización del brent que, al cierre de esta edición, superaba los 66 dólares el barril.
Venezuela alberga las reservas de petróleo probadas más grandes del mundo, con más de 300.000 millones de barriles; sin embargo, la grave crisis económica que padece el país desde el año 1999 -con una inflación que podría pasar de los 2,5 millones porcentuales de 2018 a los 10 millones en 2019-, unido a las sanciones de EEUU, han provocado que su producción de crudo caiga hasta 1,2 millones de barriles por día (bpd), su nivel más bajo desde hace décadas, cuando el país bombeaba 3,5 millones de barriles diarios. La agencia calificadora Fitch estima que la producción de crudo podría disminuir otro tercio.
Esta hiperinflación y la recesión económica -Venezuela ha pasado de tener una riqueza de casi 332.000 millones de dólares a 211.000 millones-, "han complicado los problemas existentes de almacenamiento de crudo y han ralentizado las reparaciones y el mantenimiento de las instalaciones", explica Stéphane Monier, director de inversiones de Lombard Odier. A este hecho se suma la circunstancia de que, debido a la escasez de productos químicos, la calidad del crudo venezolano ha disminuido considerablemente. Tiene mucho azufre y residuos metálicos, lo que encarece su refino y dificulta encontrar compradores. Odier también señala que en las refinerías, que funcionan a un tercio de su capacidad, "escasean los trabajadores cualificados".
Otra de las consecuencias de la dificultad de refinar el crudo que se produce Venezuela es que el país debe importar este combustible desde EEUU para su uso en gasolina, lo que le supone un desembolso de unos 2.500 millones de dólares al año. Sin embargo, debido a las sanciones, esto no será posible, lo que deja al país en un delicado estado, casi sin reservas de gasolina. Además, muchas de las centrales térmicas que producen electricidad para el país funcionan con combustibles derivados del petróleo y, sin ellos, el país entero podría sufrir apagones. Además de las interrupciones del suministro de agua potable y la escasez de bombonas de gas, otra de las quejas en algunas zonas del país son las constantes interrupciones del servicio de electricidad debido a la no reparación o reposición de los transformadores averiados.
Restricciones en ambos sentidos
Venezuela es el tercer mayor proveedor de crudo de EEUU, tras Canadá y Arabia Saudí, principalmente a través de la filial estadounidense Citgo Petroleum, principal comercializadora del petróleo venezolano en Estados Unidos, que cuenta con tres refinerías en Illinois, Texas y Luisiana, y que podrá seguir operando a pesar del bloqueo de Donald Trump, aunque sus ingresos serán enviados a una cuenta bloqueada en EEUU. Según el secretario del Tesoro de la Casa Blanca, Steven Mnuchin, las sanciones tendrán un "impacto modesto" en las refinerías americanas porque "las exportaciones de petróleo venezolanas a EEUU han disminuido en los últimos años". Según la Administración de Información de Energía, EEUU importa una media de 500.000 barriles diarios de crudo y productos petrolíferos venezolanos, cuando en 2008 duplicaba esta cifra. Sin embargo, los fabricantes estadounidenses de combustibles y productos petroquímicos, que representan el 95 por ciento del sector de refino, no lo tienen tan claro. Empresas de la talla de Chevron, Halliburton, Sclumberger o Baker Hughes, entre otras, con intereses en el país sudamericano, podrían verse afectadas por dichas sanciones. Algo parecido temen otras compañías europeas como la noruega Equinor, la francesa Total o la italiana Eni, que poseen participaciones minoritarias en campos petroleros venezolanos.
De manera diferente afronta esta situación la española Repsol que, presente en el país desde 1993 en el negocio de exploración con varios proyectos a lo largo de todo el territorio, ha asegurado que la permanencia de Repsol en Venezuela "está garantizada". La petrolera gestiona, actualmente, varios activos de crudo y gas en fase de desarrollo y producción, lo que le ha permitido tener una amplia experiencia en crudo mediano, crudo liviano, gas asociado y no asociado. Algunos ejemplos de ello son el gas offshore en el Campo Perla, los proyectos de desarrollo de crudo en Petrocarabobo y la exploración y explotación de hidrocarburos gaseosos en el bloque Quiriquire.
Además del respaldo de EEUU, Guaidó ha contado con el apoyo europeo y de gran parte de los mandatarios de Sudamérica, mientras que otros países como Rusia, Turquía, China y Bolivia se han puesto del lado de Maduro, quien también cuenta con el apoyo incondicional del ejército, clave para seguir manteniéndose en el poder.
Se da la circunstancia de que China y Rusia son los mayores acreedores de Venezuela. Ambos reciben unos 450.000 barriles de petróleo venezolano. Según el director de inversiones de Lombard Odier, el país que preside Vladimir Putin ha entregado "unos 17.000 millones de dólares en créditos e inversiones a Venezuela y, en diciembre, firmó otros 6.000 millones para invertir en los sectores del oro y el petróleo". China, por su parte, prestó a Venezuela "unos 62.000 millones de dólares en 2016, que se pagarán, en gran parte, en petróleo". Cuba también recibe unos 49.000 barriles de petróleo gratis al día, según Reuters; a cambio, Maduro cuenta con apoyo médico y la colaboración de sus servicios de inteligencia.
Ante la merma de sus ingresos petroleros y el cierre de casi todas las opciones de financiamiento internacional por las sanciones de Estados Unidos, los expertos opinan que casi la única alternativa que tiene el Gobierno de Maduro para conseguir liquidez es la venta de sus lingotes de oro. El Banco Central de Venezuela (BCV) ya hizo un primer envío de unas tres toneladas de oro a Emiratos Árabes y pretende hacer alguno más a cambio de dinero en efectivo para financiar sus importaciones, lo que reduciría a mínimos de ocho décadas las reservas internacionales de Venezuela. Turquía también estaría en la lista. Al parecer, Venezuela estaría vendiendo su oro a refinerías turcas para utilizar parte de los ingresos en la compra de bienes de consumo de primera necesidad.
Recuperar la confianza de los inversores
La analista de WisdomTree, Aneeka Gupta, cree que hablar de un aumento de las sanciones de energía en Venezuela, "aumenta los riesgos de disminuir aún más la producción" que, según su opinión, "es poco probable que se recupere en un futuro cercano". Después la prohibición sobre la importación de crudo, señala, "veremos sanciones sobre otras importaciones en otros aspectos del comercio de petróleo de Venezuela".
Según Gupta, el gobierno venezolano "debería invertir más en las áreas petroleras que han sido descuidadas durante más de una década", a la vez que considera que la asamblea nacional "debería aprobar un régimen regulatorio distinto para que los inversores recuperen la confianza en Venezuela, un país que se ha visto afectado por la corrupción durante años".
La analista de WisdomTree considera que el camino para retomar la producción petrolera de Venezuela "será largo y duro" y afirma que si la producción de petróleo de Venezuela sigue en caída libre, "podríamos ver un aumento en los precios del brent".
Desabastecimiento en el servicio de gas
El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos ha realizado un estudio que deja patente las dificultades de los ciudadanos venezolanos para cubrir sus servicios básico. Según el citado estudio, el 95 por ciento de la población depende del gas para cocinar en sus hogares. De este porcentaje, el 64 por ciento que viven en los principales centros urbanos del país denuncian el desabastecimiento de bombonas de gas en sus comunidades. Entre las principales causas de este desabastecimiento, el informe apunta al daño de las unidades de transporte primario y secundario de gas licuado de petróleo (GLP), así como retrasos en las plantas de llenado. Esta situación está provocando que en muchas regiones del país hayan tenido que recurrir a otro tipo de combustibles alternativos como el carbón y la leña para preparar sus alimentos en sustitución del gas. Entre los Estados más afectados por la escasez del servicio se encuentran los de Táchira, Trujillo, Carabobo, Mérida, Anzoátegui, así como varias zonas del sur del territorio nacional.