
Las tres grandes compañías eléctricas, Endesa, Gas Natural Fenosa (GNF) e Iberdrola, se anotaron 370 millones de euros en los balances de 2017, al incrementar la vida útil estimada de sus activos de generación y reducir consecuentemente la partida de amortizaciones. Endesa ha sido la más atrevida, al alargar el plazo de aprovechamiento de la obra civil de las centrales hidroeléctricas hasta los cien años.
Las empresas revisan la esperanza de vida de sus activos energéticos periódicamente, teniendo en cuenta las mejoras tecnológicas y otros elementos que pueden afectarles. Cuando creen que es factible prolongar su explotación, efectúan la modificación contable correspondiente, difiriendo los plazos de amortización y reduciendo su coste, causando con ello un efecto contable positivo.
El año pasado fue particularmente activo en revisiones para las tres grandes:
Endesa se anotó 21 millones al aumentar la vida útil de las centrales eólicas desde los 25 hasta los 30 años y la de las fotovoltaicas desde los 20 hasta los 30 años. Y ha obtenido un beneficio mayor, de 42 millones, con sus hidroeléctricas, puesto que ha subido desde los 35 hasta los 50 años el aprovechamiento del equipo electromecánico y desde los 65 hasta los 100 años el de la obra civil. Este último cambio llama poderosamente la atención, puesto que los plazos de las concesiones de aguas son menores -de 75 años prorrogables otros 10 años por causas extraordinarias-, pero la compañía explica que es una cifra "genérica" y que sigue aplicando el límite del plazo concesional de cada salto. Todas sus concesiones vencen entre este 2018 y 2067.
GNF, por su parte, incrementó la esperanza de vida de sus ciclos combinados de gas desde los 25 hasta los 35 años, anotándose 81 millones. En el caso hidroeléctrico, para la obra civil estima el plazo de concesión -las instalaciones deben revertirse en perfectas condiciones al Estado-, que oscila entre los años 2022 y 2063.
E Iberdrola, finalmente, también alargó el plazo de amortización de los ciclos combinados desde los 35 hasta los 40 años, y el de los equipos electromecánicos de las hidroeléctricas desde los 35 a los 50 años -la obra civil está en el vencimiento de la concesión-, anotándose 65 millones por ambos cambios. No obstante, repitió la menor amortización de 148 millones que se aplicó en 2016 al prolongar de 25 a 40 años la vida útil de la obra civil y de las torres de los molinos de las plantas eólicas, en las que aplica 25 años para los componentes rotativos.
Alargar la vida útil de los activos mejora el resultado del ejercicio en el que se cambia, pero si, por cualquier razón -como una modificación normativa-, se reducen los plazos estimados de explotación, afloran pérdidas automáticamente.