La actividad es frenética en los muelles de Sassnitz, la localidad del norte de Alemania más próxima a Wikinger, el primer parque eólico marino desarrollado íntegramente por Iberdrola tras una inversión, en números gruesos, de 1.400 millones de euros.
De un modo ininterrumpido, los trabajadores de Adwen, el fabricante de los 70 aerogeneradores que integran la instalación, ensamblan sus componentes en tierra firme y los cargan en la embarcación que los llevará aguas adentro y que los instalará tan rápido como lo permitan las condiciones climáticas de frío y ventoso Mar Báltico.
Miguel Lacalle, director de construcción de Adwen -filial de la nueva Siemens Gamesa- explica que unas 550 personas están trabajando en estos momentos para levantar la instalación eólica marina -denominada off shore en inglés-, tanto en tierra como en el mar, donde un buque-hotel aloja al personal en turnos rotatorios de 15 días. En las puntas de trabajo han llegado a necesitarse 700 especialistas; contando toda la cadena de valor del proyecto, Wikinger ha generado unos 2.000 empleos en varios centenares de empresas.
En cada viaje, el Brave Tern, una embarcación especializada de la naviera Fred Olsen, puede transportar tres aerogeneradores hasta el emplazamiento del parque, a unos 35 kilómetros de la costa. Una vez allí, el buque se afianza sobre el lecho marino, clavando cuatro enormes columnas metálicas hasta tres o cuatro metros de profundidad, y se levanta sobre las aguas, para proceder a instalar los molinos con su enorme grúa.
Máquinas de 700 toneladas
Cada uno de los aerogeneradores -el modelo AD 5-135-dispone de una potencia de 5 MW y pesa 700 toneladas. En el Brave Tern viajan separados sus tres grandes elementos: las góndolas, que acogen las turbinas, fabricadas en Bremerhaven (Alemania) por Adwen; los rotores con las aspas, de 77,5 metros de longitud cada una y fabricado todo ello en Stade (Alemania) también por Adwen; y las torres, con 75 metros de altura, fabricadas por Windar en Avilés (Asturias).
Las gigantescas máquinas se montan sobre unas cimentaciones -denominadas jackets y fabricadas por Navantia en Fene (Galicia)-, que ya se emplazaron durante el invierno; cuando la embarcación se ha sujetado sobre el fondo marino, es una operación que puede durar un solo día, pero no es fácil conseguirlo, "porque si hay mucho viento no se puede", como explica Álvaro Martínez, director de operación del parque.
Los trabajos en el área de 34 kilómetros cuadrados ocupada por Wikinger arrancaron en abril del año pasado y en la actualidad ya se levantan 18 aerogeneradores. Junto a ellos, desde el mes de agosto, está la subestación Andalucía -una mole de 7.800 toneladas, jackets inclusive- construida por Navantia en Cádiz, y los 81 kilómetros de cables del complejo, de Prysmian. Todavía falta por tender uno de los dos cables de 90 kilómetros cada uno que evacuarán la energía limpia a tierra.
Iberdrola quiere acabar el parque eólico antes de que acabe el ejercicio por dos razones:
La primera, porque es el primer proyecto de eólica off shore totalmente suyo -tiene otro, West of Duddon Sands, en consorcio con la danesa Dong- y quiere demostrar que sabe hacer bien las cosas; de momento, como sostiene Estanislao Rey-Baltar, director del proyecto, "las autoridades están encantadas con que la subestación haya llegado en los plazos previstos; no es algo frecuente".
Y la segunda razón es cobrar la tarifa máxima otorgada a su producción, que, para incentivar que esté listo a tiempo, se reducirá si se conecta después de Nochevieja.
Cobrará 190 euros por MWh durante 12 años
Si Wikinger empieza a generar antes del próximo enero, percibirá una tarifa de 190 euros por MWh durante 12 años, más de cinco veces el precio del mercado mayorista alemán -también conocido como pool- previsto para este 2017, de 34,6 euros por MWh. Si se conecta después, cobrará un 0,5% menos. Tras esos 12 años y hasta los 25 años estimados de vida útil, sólo cobrará el pool.
Se trata de una retribución elevada, pero necesaria para desarrollar una tecnología que madura a toda velocidad; en la actualidad, el coste de la energía de los parques eólicos off shore (LCoE) se sitúa en 113 euros por MWh, según Bloomberg New Energy Finance, pero en la última subasta, celebrada en Alemania el mes pasado con vistas a 2025, hubo participantes (Dong y EnBW) que renunciaron a las ayudas.
40 millones a proteger del ruido a los cetáceos
Wikinger, con 350 MW de potencia, generará energía renovable suficiente como para cubrir las necesidades de 350.000 hogares; esa es su principal credencial verde, pero no la única.
La parte más compleja y sensible de la obra de montar el parque eólico es la ubicación de las jackets sobre las que se asientan los aerogeneradores y la subestación. Las estructuras metálicas deben hincarse de 20 a 30 metros en el fondo del mar parar soportar el descomunal peso de las máquinas y las inclemencias, amén de la corrosión, durante 25 años.
La protección de los ecosistemas y la fauna es muy importante en Alemania y clavar las jackets exige hacer ruido, mucho ruido, un ruido que se propaga a grandes distancias bajo las aguas y que resulta muy perjudicial para los sistemas de orientación de los cetáceos, abundantes en la zona.
Para evitarlo, Iberdrola ha destinado alrededor de 40 millones de euros -el mayor sobrecoste del proyecto hasta la fecha- para rodear las zonas donde se fijaban las cimentaciones con un sistema de burbujas impulsadas por compresores que atenuaran el ruido.
Minas de guerra
Durante la exploración del área ocupada por el parque, la compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán encontró cerca de 4.000 objetos metálicos sospechosos, de los que tres resultaron ser minas de la II Guerra Mundial; una hubo que explotarla.