Calificada por el presidente francés, François Hollande, como "la cumbre de las soluciones", la vigesimosegunda reunión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22), celebrada en Marrakech entre el 7 y el 18 de noviembre, ha llegado a su fin con la aprobación de un documento que da los primeros pasos en la redacción de un conjunto de reglas que regirán el Acuerdo de París y que deberá estar concluido en 2018, dos años antes de que el pacto empiece a funcionar. Más información en la nueva edición de elEconomista Energía. Suscripción gratuita
Once días de reuniones y encuentros en los que se han conseguido ciertos avances en materia de financiación climática, como el compromiso de los países ricos de aumentar progresivamente la cifra de 100.000 millones de dólares que se va a movilizar anualmente de fondos públicos y privados a partir de 2020, que muchos han calificado de insuficiente.
De la Cumbre también ha salido un amplio número de peticiones que, en opinión de Erik Solheim, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), "hay que llevar a la práctica con urgencia para evitar un desorden climático de grandes dimensiones, especialmente en los países en vías de desarrollo, donde los efectos del cambio climático son aún más dañinos", precisamente en un momento en el que Naciones Unidas ha situado en una subida de casi 4 grados la trayectoria de las temperaturas en todo el planeta a finales de siglo -cifra muy superior del límite de los 2 grados recomendados- y la Organización Meteorológica Mundial ha confirmado que en 2016 se ha batido un nuevo máximo en la concentración atmosférica de dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero. Entre las peticiones más importantes destaca el aumento de la inversión para la adaptación de estos países al cambio climático, eliminar las ayudas y subsidios a los combustibles fósiles y apostar por tecnologías más limpias para acelerar la transición hacia una economía baja en carbono.
Uno de los puntos álgidos ha sido la celebración de la Cumbre de alto nivel a la que asistieron más de 70 jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, entre los que se encontraba Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno, además de reiterar el compromiso de España en la lucha contra el cambio climático tras su decisión de enviar el Acuerdo de París al Parlamento para su ratificación, retomó la promesa de impulsar una Ley de Cambio Climático que, según manifestó, "incluirá todos los compromisos e instrumentos necesarios para que la economía española pase a ser baja en carbono, crezca y cree empleo". A este respecto, la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina -que también participó en la Cumbre-, ha señalado que la nueva Ley "tendrá implicaciones para todos los sectores" y contará con el consenso "de los grupos parlamentarios y de los sectores implicados antes de su redacción".
La participación española en Marrakech culminó con la firma de un importante acuerdo junto con Marruecos, Portugal, Francia y Alemania para facilitar el intercambio de energía eléctrica de origen renovable entre Marruecos y el Mercado Interior Europeo mediante la progresiva integración de los mercados eléctricos de ambas partes. La Declaración, firmada por el recién nombrado ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, incluye el establecimiento de una hoja de ruta que analizará los aspectos legales, técnicos, económicos, medioambientales, etc., así como los cuellos de botella que limitan en estos momentos el intercambio de electricidad. El objetivo, explica la nota de prensa emitida por el Ministerio, "es alcanzar un acuerdo de implementación en la COP23 o en un futuro próximo, aunque teniendo en cuenta las circunstancias de cada país".
Plan de emisiones de Obama a espaldas de Trump
Barack Obama ha querido aprovechar las pocas semanas que le quedan en el cargo para hacer entrega a la ONU de una Estrategia con la Hoja de Ruta a seguir para conseguir que el país reduzca sus emisiones un 80 por ciento en 2050. Peparada por el departamento de Cambio Climático, con la colaboración de investigadores de los departamentos de energía de las universidades norteamericanas más prestigiosas, se centra en tres ámbitos: reducir las emisiones del sistema eléctrico, el transporte, la agricultura, los residuos y la edificación; aumentar el secuestro de carbono por parte de los bosques y suelos; y disminuir las emisiones de CO2 -metano o gases fluorados-.
Estados Unidos se convierte así en el segundo país, tras Alemania, en entregar a la ONU un Plan de descarbonización para mediados de siglo, a los que ya se han sumado 18 países más. No obstante, habrá que esperar a que el presidente electo, Donald Trump -con quien no se había consultado el Plan previamente- haga posesión de su cargo para saber si secunda esta iniciativa, algo que parece poco probable si tenemos en cuenta que entre sus propuestas electorales en materia energética está la cancelación del Acuerdo de París ya que, a su juicio, "desincentiva la inversión empresarial y la creación de empleo". El empresario también apuesta por incrementar la producción de petróleo y de gas y de hacer un mayor uso del carbón "para fortalecer la seguridad energética y conseguir la independencia energética del país", a la vez que se ha atrevido a poner en duda a la comunidad científica sobre los efectos del cambio climático.
Más inversión en tecnologías limpias
Además del apoyo de los países, el compromiso de las empresas también es fundamental en la lucha contra el cambio climático. Durante la celebración de El Día de la Energía -uno de los días temáticos de la cumbre-, el sector privado hizo públicas distintas acciones relacionadas con el uso de las renovables para poder cumplir el séptimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que se centra en asegurar el acceso universal a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna a los más de 1.100 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a la electricidad o que apenas pueden acceder a ella y a los 2.900 millones de personas que dependen de combustibles sólidos peligrosos para cocinar y calentarse.
Dos de estas iniciativas son la RE100, puesta en marcha por más de 80 de las empresas más influyentes del mundo -entre las que se encuentran Dalmia Cemento y Helvetia- para conseguir aumentar la oferta y la demanda de renovables, y la bautizada como EP100, una campaña a nivel mundial que trabaja con diferentes empresas -a la que también se ha unido Swiss Re- para maximizar los beneficios económicos de cada unidad de energía que consumen.
También destaca el lanzamiento de la Alianza de Compradores de Energía Renovable (Reba, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es crear conexiones entre la demanda de electricidad de las empresas y la oferta de energía renovable; los avances conseguidos por la iniciativa SIDS Lighthouses Initiative, lanzada el año pasado en la capital francesa para apoyar a las islas a que transformen sus sistemas de energía; el lanzamiento de One for All, campaña mundial que comenzará a principios de 2017 con el objetivo de movilizar nuevas formas de capital y nuevos inversores para poner fin a la pobreza energética antes de 2030; así como la puesta en marcha de la Asociación Mundial del Biogás.