La Cátedra Fundación Elecnor de Energías Renovables y Eficiencia Energética, constituida por la Fundación Elecnor y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (ETSII) de la Universidad Politécnica de Madrid, reunió por primera vez su Laboratorio de Ideas sobre energías renovables para tratar de fijar las grandes líneas de evolución del sector energético para los próximos años ante el cambio de modelo que se avecina.
En el encuentro participaron Emilio Mínguez (director de la ETSII), Luis Atienza (presidente de Argo Capital Partners), Juan Temboury (director general de Fortia Energía), Carmen Becerril (consejera de Acciona), Tomás Gómez (profesor de la Universidad Pontificia de Comillas), Guillermo Planas (director general de Elecnor Renovables) y Rubén Esteller (Jefe de redacción de El Economista).
El debate se inicia a partir de la exposición de la situación energética global (ver estadísticas en www.eleconomista.es).
En su análisis se observa que, paradójicamente, con la integración de fuentes de energía renovable en la generación eléctrica, el mundo en su globalidad puede entrar en una fase de abundancia energética. El riesgo de suministro pasa a un segundo plano, otorgándole un mayor peso a la competitividad y a la lucha contra el cambio climático, lo que supone un giro para el actual modelo energético.
El cambio tecnológico enfocado a reducir los costes en los sistemas de generación con este tipo de energías permitirá integrar a los cerca de 1.300 millones de personas que actualmente no tienen acceso a la energía. Así, se abre una extraordinaria expectativa para fabricantes y productores que repercutirá en la reducción de costes de forma redundante, lo que provocará un cambio drástico en el modelo energético mundial.
Hasta hace poco, la escasez y la potencial desaparición a corto plazo del recurso han sido los principales condicionantes que han determinado las diversas transformaciones producidas en el modelo de desarrollo y explotación del sistema energético. Ahora, esta inquietud es secundaria, siendo el desarrollo tecnológico el principal reto.
Por otro lado, el avance tecnológico en los sistemas de generación con energías renovables ha propiciado un giro disruptivo en el coste específico que servirá para desplazar el centro de gravedad del sistema hacia la generación con este tipo de sistemas. Otro impulso a la transformación del sistema energético vendrá del desarrollo y difusión de tecnologías eficientes de almacenamiento a pequeña escala, que una vez estén disponibles facilitarán la integración del potencial renovable.
Conscientes del cambio, las eléctricas europeas han comenzado a ofrecer la puesta en servicio y gestión de instalaciones de generación renovable a pequeña escala.
Los ponentes señalaron que no hay riesgo de desabastecimiento ni falta de suministro energético a nivel global, pues las energías renovables constituyen un recurso inagotable. La clave está en determinar el papel de cada tipo de generación.
Por un lado, los expertos consideran clave conseguir un suministro energético limpio, eficiente, asequible y descentralizado. Una matriz de generación deseable dispondría de una parte muy importante de generación solar fotovoltaica y eólica para lograr un precio optimizado, con respaldo de generación térmica, pero con una aportación energética mucho más ajustada. A futuro, la mejor opción para muchos usuarios será disponer de paneles solares en su tejado, apoyados por sistemas domésticos de almacenamiento.
Por otro, los ponentes reconocen el papel insustituible de la gestión centralizada, que sirve para asegurar la estabilidad del sistema integrando una importante cuota de generación renovable, intermitente y difícil de predecir y, de ese modo, lograr los objetivos de descarbonización deseables, dentro de una transición que es posible tecnológica y económicamente.
Cambios en el modelo
El mercado eléctrico se enfrenta a la necesidad de operar con un cambio en la estructura de costes. Tradicionalmente, los costes variables (combustible) representaban una partida importante de los costes de producción y la fijación marginal del precio servía para recuperar el coste de todas las tecnologías. Sin embargo, el escenario actual y el previsible para el futuro, con gran penetración de generación renovable, muestra un mix con costes fijos más elevados (por ejemplo, la instalación de un parque eólico) y menor coste variable (el recurso es el viento, que no cuesta), lo que hace entrever una mayor dificultad para la recuperación de los costes de inversión a partir de la retribución que fija el precio marginal del mercado.
Respecto a las redes, varios países han demostrado que un sistema eléctrico se puede gestionar de forma segura incluso con un porcentaje elevado de generación renovable. Ello supondrá integrar las nuevas tecnologías de almacenamiento y ampliar las fronteras de los servicios que puedan prestar, haciendo viable la gestión incluso a nivel de consumidor residencial, cooperando, por ejemplo, en los servicios de ajuste y balance.
Será necesario revisar cómo afecta la nueva generación distribuida al mecanismo de retribución de la distribución, cómo desarrollar las nuevas funciones de los comercializadores y prestadores de estos servicios y cómo deben contribuir los nuevos productores, con grupos de reducida potencia y muy repartidos, al pago de los costes fijos del sistema.
En cuanto al mercado de emisiones, se considera que es preciso resolver los problemas de volatilidad y bajos precios observados, para lo cual debe minimizarse la intervención política. El fondo de estabilización de precios planteado va en la dirección correcta, evitando efectos indeseados en la competitividad y lanzando las señales adecuadas.
En el nuevo escenario, los grandes consumidores pueden ganar competitividad ofreciendo servicios de gestión de demanda, aunque necesitan que la planificación de la generación sea adecuada a las necesidades del sistema y que la formación de precios en el mercado sea plenamente competitiva.
La apuesta por grandes instalaciones de generación es actualmente muy cuestionable, absolutamente condicionada a que puedan garantizar el consumo de un recurso barato, abundante y limpio.
El papel de las renovables
En este marco, la integración plena de las energías renovables en el mix energético no debería contar con la intervención del Estado, dejando como fórmula del pasado el sistema de primas. Sin embargo, se deben aplicar mecanismos de mercado para la entrada de estas tecnologías al sistema de modo que se logre maximizar su aportación a la vez que la eficiencia, así como eliminar las políticas que las ponen en desventaja, como la asignación de potencia a través de concursos que exigen agresivos planes industriales o los elevados gravámenes e impuestos de los que son objeto. En este entorno, los agentes implicados, especialmente los generadores, deben asumir los riesgos asociados a la decisión de inversión.

Para una integración más efectiva de las renovables, se contempla el establecimiento de dos tipos de mercados:
- Los mercados a corto plazo, en los que el algoritmo de precios optimice en cada momento la inserción máxima de toda la energía disponible en los grupos de este tipo de generación. A ello se une el mercado de reservas, de forma que se asegure la estabilidad y la regulación óptima del sistema.
- El mercado de subastas de capacidad a largo plazo: algoritmo que permita dar señales de confianza y estabilidad a largo plazo a los inversores de modo que puedan evaluar los periodos de amortización de sus instalaciones y cubran la cuota de potencia instalada y energía a producir, de acuerdo al programa de planificación energética a muy largo plazo. En este caso, las garantías vendrían de las entidades públicas o, directamente, de los Estados convenientemente coordinados entre sí.
El caso español
En el caso español, se considera necesaria una planificación de generación para un equilibrio entre lo indicativo y lo obligatorio y así evitar situaciones como las vividas en el pasado, cuando los planes, en principio bien concebidos, no dieron los resultados esperados, probablemente por la carencia en el marco regulatorio de herramientas correctoras ágiles, en previsión de posibles abusos y desvíos sobre los objetivos originales.
Además, en España tiene especial relevancia la variabilidad del recurso renovable hidroeléctrico, que hace inevitable el respaldo térmico en el sistema eléctrico.
Por otra parte, es imprescindible una coordinación absoluta con los reguladores de los sistemas eléctricos de toda Europa a la hora de emitir las señales a los agentes de forma que sean las adecuadas para observar, controlar y cumplir tanto los índices medioambientales de reducción de emisiones como los de seguridad, eficiencia y calidad de suministro esperados.
Parece igualmente necesario establecer algún tipo de control sobre el nivel de reserva del sistema. Como en el sector energético hay condiciones de mercado que no se cumplen, se deben aprovechar al máximo los sistemas de concurrencia para asegurar la eficiencia y la innovación pero a base de un modelo que dé señales sobre hacia dónde se quiere ir.
En cuanto a las empresas que instalaron ciclos combinados, y ante la perspectiva de que en 2022 se tenga que incorporar nueva potencia en el sistema español, habrá que recuperar la credibilidad para las inversiones a largo plazo en el sector.
Debe moderarse la intervención de los gobiernos sobre el sector eléctrico, pues si bien es cierto que tienen una responsabilidad importante en la seguridad del suministro y en la política energética, pueden caer en el oportunismo político, como se aprecia con frecuencia en nuestro entorno.
La Comisión Europea ha orientado bien las grandes líneas de su política energética, pero su aplicación va más lenta de lo debido. Si no se acelera de alguna forma el grado de integración de las renovables en el mercado, va a ser muy difícil lograr los objetivos planteados a corto y medio plazo (H2020 y H2050).
El Laboratorio aboga por una estrategia política con un amplio consenso, así como por una planificación estable, evolutiva y con respaldo de Europa. Esta nueva política real de planificación energética debe ser mucho más coordinada entre el Estado Central y las CCAA, eliminando errores anteriores, y de acuerdo a las directrices a medio y largo plazo de la Unión Europea en materia de eficiencia, ahorro y reducción de emisiones en la generación, transporte y distribución de energía eléctrica.
Asimismo, habrá que introducir herramientas jurídicas que permitan el ajuste legislativo a corto plazo en caso de desviaciones en el cumplimiento de objetivos. Y ha de darse solución a la explotación racional de las instalaciones de generación existentes pero con un índice de operación actualmente muy reducido (especialmente, grupos de ciclo combinado), buscando nuevos mercados para este tipo de instalaciones. Porque de lo que se trata, en definitiva, es de avanzar hacia un modelo equilibrado en el que cada tipo de fuente tenga un papel definido e inteligentemente administrado.
Finalmente, los expertos creen que España tiene ante sí una magnífica oportunidad para reforzar su posición de referencia en aquellos terceros países en los que nuestras empresas pueden seguir desarrollando su liderazgo en áreas como la eólica, la solar fotovoltaica y la solar termoeléctrica.