Energía

La guerra del petróleo no ha hecho más que comenzar

Cayendo en picado y hacia el abismo. En pocas palabras, esta frase refleja perfectamente la situación que está viviendo el petróleo en todo el mundo. El precio del barril brent, de referencia en Europa, y el precio del West Texas Intermediate (WTI), de referencia en Estados Unidos, se han desplomado.

La última cotización, recogida por elEconomista Energía el pasado 24 de enero, mostraba que el precio del barril de Texas bajaba de los 45 dólares y que el barril de Brent perdía la cota de los 46 dólares, su nivel más bajo desde el 1 de mayo de 2009, cuando llegó a situarse en los 49,96 dólares.

Esta situación de caída libre, que comenzó a producirse a mediados del año pasado -cuando el barril de brent cotizaba a 110 dólares-, está empezando a pasar factura. Una situación que, a priori, parece que no va a remitir y que, según los analistas, podría empeorar, con una bajada aún mayor del precio que, los más pesimistas -aunque no por ello los menos realistas- podría llegar a bajar hasta los 30 dólares por barril. Incluso el consejero delegado de la petrolera rusa Lukoil, Vagit Alekperov, ha declarado durante el Foro Económico Mundial celebrado en Davos, que el precio del barril podría caer hasta el umbral de los 25 dólares.

Algunas previsiones son más optimistas. Según recoge en su último informe sobre petróleo el banco americano Merryll Lynch, el precio del barril de Brent se situará, de media, en 55 dólares durante 2015 y en los 65 dólares en 2016, mientras que el barril de WTI alcanzará los 52 dólares en 2015 y los 62 dólares en 2016.

Según el análisis de BMI, incluido en el documento Mapa de Riesgo Político 2015, publicado por Marsh, países como Angola, Chad, Guinea Ecuatorial, Irán y Venezuela acusarán un severo riesgo de deterioro de su perfil de riesgo político en el caso de que los precios del petróleo sigan cayendo.

Precisamente la situación de Venezuela es más que preocupante. La crisis que lleva años envolviendo al país y que está provocando la ausencia de recursos básicos para la población, se agudiza. Un país que cuenta con las mayores reservas de energía en el mundo pero que podría entrar en bancarrota si el precio del petróleo continúa bajando, ya que se enfrenta a una deuda multimillonaria.

En un intento desesperado y con el objetivo de buscar apoyo financiero, su presidente, Nicolás Maduro, viajaba recientemente a China, Irán, Arabia Saudita, Qatar, Argelia y Rusia. Pero la gira ha resultado ser un fracaso total y ha rebajado aún más si cabe la popularidad del mandatario de Venezuela no sólo a nivel internacional, sino también nacional.

Otro de los afectados es Rusia, un país que se encuentra al borde de la recesión. La bajada del precio hace cada día más mella en su economía, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de sus ingresos proceden de sus exportaciones. Algo similar ocurre con Irán, aunque el presidente del país, Hasan Rohani, ya adelantaba el pasado mes de diciembre que el proyecto de ley de presupuestos para 2015 está basado en una menor dependencia de las ganancias petrolíferas.

La hipótesis que se baraja en toda esta historia es que ha sido el complot fraguado entre Estados Unidos y Arabia Saudita contra estos tres países lo que ha conducido a esta situación.

Guerra contra el ?fracking?

Aunque es cierto que una de las razones que ha provocado esta brusca caída de los precios ha sido la bajada de la demanda, tampoco es menos cierto que el imparable ascenso de la producción de los yacimientos de shale oil y shale gas en Estados Unidos mediante la técnica de fractura hidráulica ha colocado al país norteamericano como principal productor, desplazando a algunos países de la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo), una situación que, evidentemente, les está haciendo perder cuota de mercado, un estatus que no están dispuestos a ceder, motivo por el cual los productores están tensando la cuerda para ver quién puede aguantar más con unos precios tan bajos.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE), reseña en un informe que el 40 por ciento de los nuevos suministros energéticos procederán del Norte de América, mientras la contribución de la Opep se reducirá al 30 por ciento. De hecho, según el informe, la producción de petróleo y gas de esquisto en Estados Unidos alcanzarán el 25 y el 50 por ciento, respectivamente, en el año 2035.

La revolución energética mediante la técnica del fracking comenzó cuando, en el año 2005, Estados Unidos descubrió que este tipo de fuente de energía alternativa podría solucionar sus problemas energéticos y decidieron invertir en la explotación de este tipo de yacimientos tres años después. El éxito ha sido tal que la producción, tanto de petróleo como de gas, ha llegado a alcanzar máximos históricos.

Sin embargo, la extracción de petróleo y gas mediante esta técnica resulta muy cara, motivo por el cual los precios en los que ahora se mueve el barril les perjudica enormemente. Tal y como apuntan los expertos en el tema, un precio inferior a los 80 dólares el barril no resulta rentable, y no digamos con el índice de cotización actual.

Esta situación ya está empezando a tener consecuencias. Algunas compañías, como WBH Energy, han entrado en suspensión de pagos. Un destino que, de seguir así las cosas, marcará el rumbo de otras empresas que, como Halliburton o Suncor Energy, también se han visto afectadas.

La petrolera BP también ha anunciado un recorte de 300 puestos de trabajo en el Mar del Norte, que afectarán a 200 empleados y 100 contratistas, algo que consideran necesario para asegurar la continuidad y ser competitivo.

Y es que una de las consecuencias de la caída en picado del precio del oro negro comienza a afectar a las cuentas de las compañías. En vista de que la situación no remonta, muchas de ellas ya han empezado a recortar sus presupuestos y otras han cancelado nuevos proyectos para retomarlos cuando la situación mejore.

Artículo incluido en la edición de enero de elEconomista Energía. Suscríbete gratis

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