
El exceso de regulación en el mercado energético británico podría estar detrás del imparable aumento de las tarifas de la electricidad y del gas. Sólo en el último año las seis grandes de la industria energética de Reino Unido (Centrica [British Gas], Scottish Power, eOn, EDF, SSE y Npower) las han incrementado de media un 4,3%.
La preocupación de los principales responsables del control de precios y supervisión de las operaciones es tal que hasta cinco de estos antiguos reguladores han decidido alertar a la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA, en sus siglas en inglés) de los perniciosos efectos de una intervención que, en lugar de mejorar la oferta para los clientes, ha inflado las hojas de balance de estas compañías.
La CMA inició recientemente una revisión integral de la competencia en el sector a petición, precisamente, del regulador. Ofgem decidía por fin actuar, tras haber presenciado durante años cómo el descenso global del precio de la energía no se materializaba en las tarifas de los británicos, que cada año ven nuevos incrementos. Su teoría es que hay un problema de competencia, un punto de partida que comparten los cinco ex reguladores. Su desacuerdo radica en el desencadenante de esta disfunción, ya que para los antiguos responsables de la supervisión, su origen está en las intervenciones de Ofgem. En una carta dirigida a la CMA publicada esta semana, advirtieron de que las reformas hechas desde 2008 han dejado una competencia más débil.
Hecho sin precedentes
Su intervención es significativa, ya que se trata de un hecho sin precedentes que quienes en su día ostentaron la regulación intervengan en una investigación en curso para alertar de las carencias del sistema. La revisión de la CMA, de 18 meses de duración, se extenderá hasta 2015 y, según los expertos, podría llevar a recomendar la ruptura de los seis gigantes que dominan el suministro de gas y electricidad en Reino Unido. Un desenlace que aparece más cerca de tener en cuenta las advertencias de los ex reguladores, ya que consideran que las propias decisiones de Ofgem han contribuido a beneficiar a estos gigantes vía aumentos de tarifa.
En la misiva, mantienen que las intervenciones del regulador "han afectado a la capacidad de los proveedores para competir, así como a sus incentivos para hacerlo". Pero no sólo Ofgem reconoce el problema de falta de competencia, sino que ya desde principios de este año ha impuesto un nuevo armazón normativo para promover una pugna que beneficie a los clientes, y no sólo a las empresas. Ofgem ha sido rápido a la hora de negar que la falta de rivalidad de precios sea su responsabilidad: en respuesta a los ex reguladores, ha subrayado que los problemas son anteriores a 2008 y que aparte de que el contexto ha cambiado "significativamente" desde entonces, los cambios introducidos han permitido un mercado "más simple, claro y justo" para los consumidores.