
Ya se ha cumplido un mes del apagón que dejó sin suministro eléctrico durante más de diez horas -en algunos casos- a unos 60 millones de personas en España, Portugal y parte del sur de Francia. El cero energético que dio lugar al apagón, paralizó la marcha diaria de hogares y empresas, y alteró, en distinto grado, el funcionamiento de algunos servicios relevantes, como medios de transporte y comunicaciones.
Aunque la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha puesto el punto de mira de este suceso sobre los problemas de sobretensión en la red que podrían partir de las tres oscilaciones detectadas en Sevilla, Badajoz y Granada, lo cierto es que, a día de hoy, no conocemos cuál ha sido el detonante que provocó la caída total del sistema eléctrico el pasado 28 de abril. Las investigaciones siguen abiertas y tanto desde el Gobierno como desde el sector, piden prudencia a la hora de atribuir responsabilidades.
En un mundo cada vez más electrificado, los apagones, ya sean causados por fenómenos meteorológicos extremos, sobrecargas en la red, fallos técnicos o ciberataques, pueden tener graves consecuencias, tanto a nivel económico como para la seguridad, la salud y el bienestar de millones de personas.
El fundido a negro sufrido hace un mes en la Península Ibérica, ha puesto de manifiesto la fragilidad y vulnerabilidad de los sistemas eléctricos, así como la necesidad de fortalecer la resiliencia de los mismos. Afortunadamente, existen distintas soluciones tecnológicas con las que, a día de hoy, es posible prevenir o mitigar los cortes de suministro, algunas de las cuales han tenido la oportunidad de entrar en funcionamiento durante el apagón y "salvar los muebles" de muchos negocios y servicios esenciales.
La importancia de la autonomía
Los Sistemas de Alimentación Ininterrumpida (SAI) (UPS, por sus siglas en inglés), son dispositivos ampliamente utilizados, al alcance de cualquier usuario, para proteger equipos electrónicos sensibles frente a cortes breves o fluctuaciones en la tensión. Ofrecen continuidad en el suministro, transformando la corriente continua de su batería en una corriente alterna de las mismas características que la red comercial, actuando como un cortafuegos entre el suministro directo de la red y el equipo. El tiempo de funcionamiento o autonomía depende de la potencia del SAI, del tipo y del número de baterías.
Estos sistemas están especialmente presentes en centros de datos, hospitales, oficinas y viviendas, donde un corte repentino de energía puede provocar pérdida de información, daños en equipos o interrupción de servicios críticos.
Existen distintos tipos de SAI: offline, que se activan cuando detectan un corte de energía y son perfectos para uso doméstico; interactivos, que ofrecen mayor corrección de tensión y son muy usados en oficinas, servidores y sistemas de seguridad; y online de doble conversión, donde la energía siempre para por el inversor y están diseñados para entornos donde la continuidad del servicio eléctrico es esencial, como centros de datos y hospitales. Su función no es reemplazar el suministro eléctrico, sino mantenerlo durante el tiempo suficiente para realizar un apagado controlado o dar paso a una fuente de respaldo mayor, como un generador o sistema de baterías.
El futuro del almacenamiento
Los sistemas de almacenamiento con baterías, son otra de las tecnologías de respaldo para reducir el impacto de un apagón. Permiten almacenar energía en momentos de baja demanda o alta producción renovable y liberarla para usarla en caso de cortes o durante picos de demanda.
Este tipo de soluciones no solo proporcionan respaldo, sino que también mejoran la estabilidad de la red, reducen la dependencia de combustibles fósiles y permiten avanzar hacia modelos de autoconsumo más resilientes. Su escalabilidad los hace aptos para hogares, industrias y edificios críticos como hospitales.
La Comisión Europea ha aprobado recientemente un nuevo esquema de ayudas que permitirá a España el despliegue del almacenamiento de energía eléctrica a gran escala, tanto en hibridación con instalaciones de energías renovables como stand-alone y térmico. Se trata de un programa del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) que se dotará con 700 millones de euros, con el que se podrían financiar entre 80 y 120 proyectos que deberán estar finalizados antes de que concluya 2029.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), apunta alcanzar los 22,5 GW de almacenamiento en 2030. Los expertos coinciden en que el almacenamiento energético en España tiene un futuro prometedor, pero su consolidación dependerá de la evolución del marco regulatorio, la superación de barreras económicas y el acceso a financiación.
Precisamente, el apagón eléctrico ha suscitado muchas dudas sobre el funcionamiento de las instalaciones solares. La empresa SotySolar revela en un comunicado que la demanda de baterías y placas solares tras el incidente "se ha disparado en más de un 450%". Por motivos de seguridad, cuando se produce un corte en el suministro eléctrico general, el inversor solar se apaga automáticamente y, con él, los paneles solares y las baterías.
Desde la compañían apuntan la importancia de contar con un sistema de respaldo o backup box, que actúa como un sistema de emergencia, dotando a la vivienda de corriente alternativa tras un corte o accidente en la red para que las placas solares sigan generando en modo isla, garantizando el suministro eléctrico. "Sólo un back-up box que lo alimente podrá reactivar el sistema, utilizando la energía almacenada en la batería para reiniciar el inversor y que éste la distribuya por la vivienda", señalan desde SotySolar.
La versatilidad de las microrredes
Las microrredes también son una solución muy interesante para hacer frente a los apagones. Los expertos afirman que están llamadas a jugar un papel fundamental en la transición energética. Se trata de redes eléctricas locales que pueden funcionar conectadas a la red principal o de forma independiente. Su sistema tecnológico permite gestionar de forma eficiente la energía en un lugar específico.
"Cuando la red nacional falla, una microrred permite que una zona concreta siga operativa, sin depender del sistema general", tal como apuntan desde Eaton. "Para ello -añaden- las microgrids incorporan fuentes de generación como placas solares o minieólicas, almacenamiento energético y sistemas de control inteligente".
Al tener capacidad de aislarse de la red principal durante un apagón y seguir suministrando energía a una zona determinada, pueden llegar a ser especialmente útiles en una comunidad, zona rural, campus universitario, complejo industrial o en infraestructuras críticas.