Madrid
Más madera. Los precios de la luz ya han caído notablemente en los últimos tiempos debido al despliegue en masa de parques eólicos y solares. Tanto es así que el Banco de España estima que hasta este año el precio del mercado mayorista es un 50% más barato de lo que hubiera sido en ausencia de generación renovable. No obstante, aún queda tela por cortar.
El Gobierno prevé en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) que la fotovoltaica casi triplique su capacidad instalada hacia 2030 y la eólica la duplique. Con estos mimbres, el regulador estima en un artículo publicado este miércoles que, de cumplirse los objetivos establecidos por el Ejecutivo, los precios del mercado eléctrico mayorista se abaratarían un 50% más de aquí a finales de década.
El despliegue de renovables ha avanzado hasta colocar a las renovables como las principales rectoras del precio del mercado mayorista de la electricidad, que rige el precio de las facturas de la luz de, por ejemplo, los consumidores acogidos a la tarifa regulada —la llamada PVPC—.
La demanda de electricidad cubierta por energía 'verde' ha pasado de representar el 25% a principios de 2017 a más del 45% el pasado junio; lo que ha llevado al precio de la electricidad a mínimos históricos por el desacople del mercado de la fluctuación de otras tecnologías, como el gas, con unos costes marginales mayores al de las renovables.
De hecho, el Banco de España indica que de no haberse producido este incremento en la generación eólica y solar desde el año 2019, el precio de la electricidad en 2023 habría sido un 25% más alto, mientras que en los primeros meses de 2024 habría sido algo más de un 40% superior.
Esto se debe al sistema de fijación de precios marginalistas, que está presenta en la mayor parte de los mercados europeos, por el cual la tecnología más cara que haya generado electricidad marca el precio del resto del sistema.
Como las renovables han aumentado su masa considerablemente en los últimos años, cada vez son más los días en los que estas tecnologías producen mucho y por encima de la demanda, es decir, son las que marcan el precio del mercado. Con estos mimbres, solo en lo que llevamos de año el 15% de las horas han sido iguales o han estado por debajo de cero euros/MWh.
Retos del mercado a la baja
Con estos mimbres, las empresas que operan estas plantas están resintiéndose, lo que amenaza con matar de éxito a las renovables. Debido a que se produce más y a un precio menor, los ingresos de los desarrolladores fotovoltaicos y eólicos que acuden al mercado mayorista han sufrido una notable caída de cerca del 80% entre el primer semestre de 2022 y la primera mitad de este año, de cerca de 8.900 millones de euros a 1.687 millones, según los datos de Red Eléctrica.
Esto sin contar con ingresos regulados, como los del régimen de Residuos, Cogeneración y Renovables (Recore), así como los acuerdos de compraventa a largo plazo (PPA, por sus siglas en inglés).
Para tratar de contener la sangría el sector se ha volcado en desarrollar sistemas de almacenamiento. Ya que la fotovoltaica está condenada a funcionar en las horas en las que hay luz solar y su despliegue ha aumentado considerablemente en los últimos años, los precios más bajos se concentran en esas horas, mientras que sube cuando anochece.
Las baterías o los sistemas de bombeo hidráulicos poseen la capacidad de almacenar energía durante las horas más baratas y elevar la demanda, así como inyectar en el sistema eléctrico oferta en los momentos en el que el precio sea mayor, lo que debería dar estabilidad al sistema eléctrico.
En este sentido, y para poder alcanzar los ambiciosos objetivos de despliegue de renovables marcados por el Gobierno, la evolución de los precios del mercado eléctrico es vital. Unos costes bajos, como los observados en los últimos meses, ponen en tela de juicio la viabilidad y la rapidez en la ejecución de los proyectos renovables.