
Google genera 500 kg de CO2, Youtube 10 millones de toneladas y una videollamada 1.000 gramos de dióxido de carbono. Reducir esta huella pasa por alimentar los centros de datos con renovables.
Tras la expansión sin precedentes de la Covid-19 por todo el mundo y la necesidad de establecer confinamientos domiciliarios para combatirlo, las nuevas tecnologías fueron las protagonistas a la hora de adaptar la forma de vida al reducido espacio de una casa. Así, llegó el teletrabajo y herramientas como Zoom, junto con un incremento del uso de plataformas de entretenimiento como Netflix y, por supuesto, búsquedas en Google.
Al ser medios virtuales, pueden parecer inocuos, pero lo cierto es que también tienen huella ambiental.
Según ha reconocido Netflix, ver una serie, película o cualquiera de sus contenidos durante una hora conlleva la emisión de 22 gramos de CO2 a la atmósfera, aunque según la plataforma, se comprometen a reducir esta cifra en el futuro.
Lo mismo sucede con otros medios digitales. Google genera 500 kilogramos de CO2 cada hora a causa de sus 47.000 búsquedas en este lapso de tiempo y Youtube 10 millones de toneladas. Realizar una videollamada supone 1.000 gramos de dióxido de carbono.
Esta contaminación surge de los centros de datos que almacenan la información en línea necesaria para el funcionamiento de las plataformas, además de los propios equipos de consumo.
Mantener energéticamente los sistemas consume recursos tales como agua, tierra y, por supuesto, dióxido de carbono, ya que necesitan electricidad para operar, y por lo general se obtiene de los combustibles fósiles. Es especialmente notable el gasto de la ventilación para prevenir un sobrecalentamiento de las máquinas. Por ello, en su conjunto, Internet es artífice del 3,7% de las emisiones contaminantes, una cifra similar al sector de la aviación.
Según señala Greenpeace en su informe Clicking Clean 2017, "la huella energética del sector de las tecnologías de la información equivale ya a un consumo de aproximadamente el 7% de la electricidad mundial". Además, debido al fuerte aumento de su uso, se prevé que esta cifra se haya duplicado para el año 2025.
Según este mismo estudio, la demanda de datos ha crecido especialmente en los que respecta al streaming de vídeos. Solo la plataforma Netflix representaba en 2015 más de un tercio del tráfico de internet en Norteamérica.
Asimismo, la nube ofrece ganancias significativas en la eficiencia energética, pero una transición total a esta podría aumentar la demanda de carbón y otros combustibles fósiles, puesto que se están construyendo grandes centros de datos en zonas con escasa electricidad renovable.
El camino hacia el 'green data'
Ante la necesidad creciente de seguir utilizando Internet en nuestro día a día y seguir evolucionando los sistemas tecnológicos hacia nuevos paradigmas, se pone en evidencia la necesidad de optimizar su funcionamiento para alcanzar un modelo más sostenible y ecológico: el green data.
La solución más obvia pasa por alimentar los centros de datos a través de electricidad que provenga de fuentes de energía renovable.
Según Greenpeace, los gigantes de Internet, empresas como Facebook, Apple y Alphabet, ya están poniendo rumbo a esta alternativa al haberse comprometido a emplear las energías renovables en el 100% de sus servicios y otras 20 empresas se han unido a este objetivo. "En 2015 se firmaron contratos bilaterales por un total de 3,4 GW, más de dos tercios de esta capacidad renovable fue contratada por empresas del sector de las tecnologías de la información", explica el informe.
También será importante gestionar los centros de datos de una forma más eficiente para conseguir ahorrar en su gasto de energía. Para ello, es recomendable que cuenten con un diseño modular, que maximiza la potencia eléctrica, el espacio y los sistemas de refrigeración. También que las salas estén dotadas con iluminación de bajo consumo, técnicas de refrigeración de free cooling (que usan el frío del exterior como sistema de para el enfriado), que sean estancos para mejorar el flujo de aire frío y medir continuamente su rendimiento para prevenir cualquier avería que provoque un gasto de energía mayor.
Por último, otra manera de avanzar hacia la reducción de la huella ecológica de la red, es el uso de hostings ecológicos a la hora de alojar las páginas web. Estos se alimentan desde su nacimiento con energía renovable, por lo general eólica, y suelen estar involucrados en proyectos sostenibles, como la plantación de árboles, para reducir aún más el impacto medioambiental. De la misma manera, existen buscadores y páginas concienciados con lo ambiental que también participan en este tipo de iniciativas, como es el caso de Ecosia, un buscador que se compromete a donar el 80% de sus ingresos a ONGs que se dediquen a la reforestación.
Es importante para lograr un futuro sostenible que las personas tomen consciencia sobre la huella de carbono que provocan sus acciones habituales y pongan el foco en reducirla.