Siemens Energy se ha decidido a dar un paso al frente y prepara una opa para excluir de cotización a Gamesa y acabar con el calvario que vive la empresa. El grupo alemán quiere poner freno a los problemas que ha mostrado el fabricante de aerogeneradores desde su desembarco en 2016. Los analistas esperan una oferta con un precio superior a los 18 euros por acción pero los minoritarios no olvidan la cadena de acontecimientos de los últimos años y parece lícito que esperen un nivel mínimo en el entorno de los 20 euros por acción, el mismo precio que recibió Iberdrola cuando vendió su último 8% y, de nuevo, la CNMV eximió al gigante alemán de lanzar una oferta.
Los organismos reguladores están atentos a la operación. Una vez se ha superado el plazo en el que Siemens no podía incrementar su presencia en el capital de Gamesa (venció en febrero de este año), la compañía alemana ha comenzado a dar pasos en este sentido. De hecho, cuando han surgido con anterioridad los rumores de opa, la compañía siempre los ha desmentido porque sus compromisos legales limitaban la opción de lanzar dicha oferta.
Si miramos hacia atrás, la CNMV eximió en 2016 a Siemens de lanzar una opa al justificar la existencia de un objetivo industrial que visto posteriormente se podría afirmar que no se ha logrado.
La normativa del Real Decreto 1066/2007 indica que se puede justificar la exención de una opa cuando la operación no tiene como objetivo la toma de control sino un objetivo industrial o empresarial pero lo cierto es que en esta operación parece que lo único que se ha logrado es justo la primera parte: el cambio de control.
Siemens logró hacerse con una participación del 59% a 22 euros por acción. La CNMV aceptó el planteamiento avalado en aquel momento por Iberdrola y la compañía alemana.
Las razones en las que se justificó esta medida las resumía el informe presentado por Boston Consulting Group de la siguiente forma: la fusión fortalece la posición competitiva de la compañía resultante; la compañía puede obtener importantes sinergias de ingresos y costes debido a la escala y la elevada complementariedad de las sociedades participantes y la nueva compañía estará en una posición más favorable para gestionar los riesgos del mercado.
En la misma línea, el dictamen que elaboró Linklaters aseguraba que el negocio eólico de Siemens como el de Gamesa se beneficiarán de sus fortalezas altamente complementarias en términos de presencia geográfica global y de cartera de productos, lo que permitirá al negocio combinado afrontar mejor las necesidades futuras del sector.
Con estas descripciones no parece descabellado pensar que el minorista no viera los nubarrores que luego han asolado a la compañía con constantes revisiones a la baja de sus previsiones, de hecho, ni siquera lo vió venir Iberdrola que se enfrentó con fuerza al grupo alemán apenas un año y medio después.
Iberdrola contaba con un estatuto reforzado de accionistas minoritario que debía servir como contrapeso a la influencia del grupo alemán en la empresa, pero finalmente acabó vendiendo su 8% a 20 euros y desligándose de la empresa sin que entonces tampoco se lanzara una opa. En ese momento, Siemens e Iberdrola se comprometieron a no incrementar mutuamente su participación en la compañía en un plazo de dos años.
El acuerdo con Iberdrola incluía un precio igual al mayor de 22 euros o la cotización de cierre del día del incumplimiento más una prima del 30%, unas condiciones que deberían tomarse ahora como punto de partida para lanzar una oferta por parte de Siemens Energy.
A lo largo de estos últimos años, la compañía ha visto el cierre de instalaciones en España, el cambio de varios ejecutivos en la compañía así como el movimiento de áreas de negocio. En el caso de una opa, la sede social de Gamesa se iría también previsiblemente fuera del País Vasco lo supondría que las garantías que defendía en su día Iberdrola también decaerían.