La crisis ha dificultado el acceso al crédito a las empresas, pero también a los particulares que quieren comprarse una vivienda. Los bancos examinan ahora más que nunca la solvencia de los aspirantes a conseguir un préstamo hipotecario y, una vez pasado el examen, le piden o recomiendan que contrate varios seguros por lo que pudiera pasar en el futuro.
Como apunta Ernesto López, director general de Genworth en España, cada banco tiene su estrategia y no se puede generalizar. Pero, según este experto, es evidente que con la crisis todos han extremado las precauciones y quieren más protecciones "para el cliente y para la entidad".
Según marca la normativa, los bienes sobre los que se constituya la garantía hipotecaria deben contar con un seguro contra daños "adecuado a la naturaleza de los mismos". Y desde la asociación de corredurías Adecose recuerdan que el piso es la garantía del crédito hipotecario y ésta se extiende sobre las indemnizaciones en caso de que se produzca la destrucción del inmueble.
Lo habitual es contratar un seguro de daños, por un importe igual al valor de tasación del inmueble; o un multirriesgo hogar, que ofrece múltiples garantías relacionadas con los daños que le pueden afectar. Pero también es cada vez más frecuente la adquisición de un seguro de vida de amortización, en el que la aseguradora asume el pago de la cantidad pendiente de amortizar en el caso de que ocurriera alguna contingencia como el fallecimiento o la invalidez.
Otro de los seguros que está experimentando un cierto auge es el de protección de pagos, que se suele comercializar de forma independiente, o como cobertura adicional dentro de un seguro de vida de amortización del préstamo. Este producto se hace cargo del pago de un número determinado de cuotas mensuales del préstamo en caso de que el cliente se quede en desempleo o sufra una incapacidad temporal.