
En un claro vuelco del mercado, las matriculaciones de automóviles han pasado de crecer a un ritmo mensual del 14,6 por ciento desde enero de 2018 hasta el pico de ventas que se produjo en agosto, a reducirse a una velocidad mensual del 10 por ciento y sin visos de mejora, porque en febrero la bajada fue del 9,2 por ciento. Paralelamente, durante 2018 el incremento de las ventas de las gasolinas –del 4,9 por ciento– ha sido, por primera vez, superior al del gasóleo, que se quedó en un 1,9 por ciento.
El cambio de tendencia, en palabras de Luis Aires, presidente de la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), "sin duda tiene que ver con la incertidumbre que se ha generado en el mercado español por las dudas sobre el futuro de los automóviles, con posibles prohibiciones para todas las tecnologías que no sean 100 por cien eléctricas en el futuro".
Aires analizó la situación del mercado de los productos petrolíferos y su entorno durante la presentación del Balance energético 2018 y perspectivas para 2019, organizado por Enerclub en Madrid. El presidente de BP España calificó el ejercicio de "tremendamente positivo" para el negocio refinero: las instalaciones batieron su récord de producción, con 68,7 millones de toneladas, un 2,8 por ciento más, gracias a que hubo menos paradas por mantenimiento y se disparó la utilización, marcando un 94 por ciento en agosto, un dato "históricamente altísimo", que permitió mejorar el saldo exportador.
Crecimiento desproporcionado
El consumo de carburantes creció un 2,8 por ciento, pero a la hora de desglosar por tipo, el gasóleo creció al 1,9 por ciento, mientras que la gasolina experimentó un salto "desproporcionado", según Aires, del 4,9 por ciento, doblando los crecimientos de años anteriores.
Este cambio está directamente relacionado con la transformación del parque de vehículos y el notable incremento que experimentan los automóviles de gasolina en la última década, acentuado en los últimos años con la guerra al diésel, derivada de los escándalos en las mediciones del CO2, pero también por "las declaraciones y las incertidumbres generadas con las posibles subidas de impuestos".
El pico de agosto respondió a la entrada en vigor de un nuevo estándar de medición de las emisiones de CO2, conocido como WLTP, pero después pesaron mucho más los otros elementos: "Si los consumidores tienen dudas y retrasan las decisiones de compra del vehículo, el parque continúa haciéndose más antiguo y las emisiones de CO2 van a continuar subiendo, y tenemos un problema de calidad del aire sin resolver en las grades ciudades. Este es el coste de la incertidumbre de los mensajes".
Aires insistió en que la situación en el mercado de ventas de automóviles implica pérdida de inversiones y de empleo.