
Alberto Pototschnig, director de la Agencia para la Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER), recala en Madrid invitado por la Fundación para la Sostenibilidad Energética y Ambiental (Funseam) para exponer, por primera vez fuera de Bruselas, las principales conclusiones de su informe anual sobre el funcionamiento de los mercados de gas y electricidad en Europa. Recibe a elEconomista en la sede de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aeléc).
¿Cuáles son los beneficios para los consumidores de la integración de los mercados energéticos de la UE?
Se puede demostrar que consiguen precios más bajos, más ofertas y más seguridad de suministro. Tenemos alguna estimación económica y alguna indicación de beneficios adicionales: haciendo que los mercados eléctricos operen juntos, solo con reglas y con independencia de las interconexiones, estamos ahorrando 1.000 millones de euros anuales a los consumidores europeos.
¿Y con las interconexiones?
He visto muchas estimaciones que lo cifran en 15.000 o 20.000 millones, pero soy reacio a considerarlas porque la alternativa a la integración física no es realista; el aislamiento es inviable. Hace diez años los mercados ya estaban conectados, pero no se intercambiaba energía eficientemente: se generaba donde era más caro y se consumía donde aportaba poco valor; hoy un 85% de los flujos de energía sí son eficientes.
¿Por qué son tan altos los precios de la energía en España?
España se podría beneficiar de una mayor interconexión para mejorar los intercambios con la UE y eliminar las diferencias de precios con otros mercados. Creo que con más renovables será diferente.
Las renovables bajan el precio del mercado, pero llega un momento en que es un problema, porque no da señales de inversión, ¿no?
Es uno de los retos que afrontamos. El coste marginal de las renovables es muy bajo y hay que garantizar la flexibilidad y la seguridad de suministro, ya sea con tecnologías convencionales -así lo espero a medio plazo- o con otras soluciones, como el almacenamiento. En los próximos años veremos cambios dramáticos en el funcionamiento del sector. La nueva regulación europea prevé los mecanismos de capacidad para garantizar el suministro, pero creo que en el futuro habrá otras opciones.
El Gobierno español baraja sacar del mercado la hidroeléctrica y la nuclear. ¿Qué opina de ello?
Prefiero no responder a eso; erraría al entrar en políticas nacionales.
Hay quien dice que no encajaría con la legislación de la UE. ¿Es así?
Podría encajar en la reserva estratégica, un mecanismo que existe en la normativa, pero solo si no distorsiona el mercado. Es algo que está pensado para que sea viable el uso de tecnologías que cubren la punta de la demanda, cuando el mercado ha fallado o está a punto de fallar. Primero se debe aplicar el mercado y después la reserva estratégica.
¿Qué impacto espera del 'Brexit'?
Al final se seguirá comerciando con gas y electricidad con el Reino Unido si el Brexit ocurre, en cualquier escenario; las infraestructuras están ahí y hay oportunidades para el intercambio, como ya lo hacemos con terceros países. Será más difícil, con otras reglas, dependiendo de cómo se produzca su salida.
¿Cómo ve el futuro de la energía?
Hasta ahora todos hemos sido consumidores, y muy pasivos: recibíamos una factura, podíamos ahorrar algo, pero no había muchas más oportunidades. En el futuro podremos añadir mucho valor al sistema, seremos prosumidores, generando en el hogar. La electricidad no es sexy, pero si la gente aprende lo que es un Kilovatio, igual que sabe lo que es un Gigabyte, mucho cambiará.