
Ningún sector empresarial se muestra ajeno a la transformación digital y, aún menos, el de la energía, en el que la tecnología está transformando completamente su cadena de valor. Son diferentes las tendencias que están asolando a este segmento, tales como la digitalización del sector eléctrico, la presencia de recursos de energía distribuida, la electrificación de la economía, la conectividad del cliente o el aumento de la penetración de fuentes de energía renovables.
La transformación de las redes hacia una infraestructura inteligente también está marcando un antes y un después, concretamente, en nuestro país, donde la compañía energética Iberdrola lidera uno de los proyectos más avanzados del mundo en este ámbito. Así, la multinacional ha destinado 2.000 millones de euros hasta 2018 a la digitalización de las redes eléctricas que opera, con la instalación de casi 11 millones de contadores digitales y la adaptación de alrededor de 90.000 centros de transformación en España, a los que ha incorporado capacidades de telegestión, supervisión y automatización.
Una red inteligente se define como un sistema de distribución de energía que se sustenta en los avances de la tecnología y que combina tres aspectos: los equipos eléctricos tradicionales, los contadores electrónicos y los sistemas de información y telecomunicaciones que permiten recibir la información a distancia.
Pero la transformación tecnológica no queda aquí. Los nuevos desarrollos tecnológicos –Big Data, inteligencia artificial, algoritmos, blockchain, procesamiento de datos, etc.– permiten una mejora de la experiencia de cliente, ya que posibilitan el análisis de datos y proporcionan un fácil acceso a las mejores soluciones disponibles en el mercado. Esto, a su vez, reduce el coste, gracias a la automatización de procesos y la escalabilidad.
Un ejemplo de ello es el control que el consumidor de electricidad tiene de su consumo, ya que puede conocer en tiempo real sus curvas de consumo, la demanda de potencia máxima o la forma en la que se distribuye el consumo de energía eléctrica, lo que permitirá hacer un uso más eficiente de la electricidad. Para poder gestionar y almacenar este tipo de información, Iberdrola ha actualizado sus sistemas y ha desarrollado aplicaciones basadas en Big Data.
Mejora de la calidad del suministro
Otro ejemplo de las oportunidades que la digitalización ofrece es la mejora de la gestión del sistema eléctrico, ya que las compañías del sector tienen así la opción de supervisar lo que está ocurriendo en la red eléctrica en tiempo real y pueden detectar cualquier anomalía o incidencia con suficiente antelación. Además, el sistema de redes inteligentes permite una gestión más eficiente, que se traduce en ahorro de costes y posibilita una detección más rápida de los fraudes, lo que se traduce también en ahorro y en un incremento de la seguridad, tanto para proveedores como para empleados.
En definitiva, la red inteligente permite ser más sostenibles e integrar más energías renovables como la fotovoltaica o la minieólica. Asimismo, facilita un suministro eléctrico más eficiente y sostenible; permite un mayor nivel de seguridad y calidad de suministro; detecta anomalías antes de que se produzcan; y favorece la movilidad sostenible con la integración del coche eléctrico.