Empresas y finanzas

El Gobierno ultima el decreto que acabará con las cabinas a final de año

  • Los teléfonos púlicos quedarán excluidos del servicio universal
  • No existen razones de mercado que justifiquen el servicio, según el regulador
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Apenas faltan dos meses para que las cabinas telefónicas comiencen a desaparecer de las calles españolas. Salvo que ocurra casi un milagro que lo evite, el Gobierno aprobará en los próximos días un Real Decreto que eximirá a los operadores de telecomunicaciones de financiar el mantenimiento de las cabinas en España. Tras más de 90 años de vida, el servicio iniciará su desmantelamiento definitivo a partir del próximo enero, según han confirmado este periódico fuentes del sector. "Sería una sorpresa mayúscula que el Ejecutivo prorrogara otro año más la inclusión de las cabinas en el denominado Servicio Universal de Telecomunicaciones", indican los mismos portavoces.

La consulta pública, promovida por la Dirección General de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información, se cerró la pasada primavera sin que hasta la fecha hayan trascendidos las conclusiones de los jugadores implicados. Entre ellos se encuentra la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), quien ya consideró que actualmente "no existen razones de mercado para seguir garantizando la prestación de una oferta suficiente de teléfonos públicos de pago como parte del servicio universal".

El sector se encuentra estos días a la espera de que el Ministerio de Economía y Empresa -responsable del negociado público de las telecomunicaciones-, publique el Real Decreto sobre esta cuestión, ya que la obligación de mantener el servicio finaliza el próximo 31 de diciembre de 2018.

En la actualidad existen más de 18.000 cabinas presuntamente operativas en todo el país, pero que apenas gestionan llamadas. Además, el 75% del parque es claramente deficitario y más de la mitad nunca ha gestionado una llamada en los últimos meses. Todo lo anterior obliga a los principales operadores españoles a compartir los gastos de mantenimiento, con un coste anual superior a los 2 millones de euros, una vez que ninguno de ellos participara en el último concurso público para 2017 y 2018.

La telefonía móvil ha relegado los teléfonos públicos hasta convertirlos en un vestigio del pasado. De esa forma, existe ya una generación de españoles que nunca ha utilizado una cabina. El hecho de que estos emplazamientos, preparados para soportar las inclemencias climatológicas, dispongan de toma de corriente eléctrica y de línea de acceso a la Red los convierten en un recurso valioso para nuevos usos, como la provisión de acceso WiFi en las calles o puntos de recarga para coches, motos y bicicletas eléctricas. También existen proyectos para convertir estos espacios urbanos en oficinas turísticas portátiles o lugares para recargar los smartphones, entre otros proyectos.

Desde la primera cabina instalada en el madrileño parque del Retiro, en 1928, hasta el próximo fin de año, las cabinas han formado parte del paisaje de las ciudades. En los años de mayor esplendor se estima que existían más de 50.000 teléfonos públicos en España, así como otros tantos en hospitales, estaciones, aeropuertos, universidades, cuarteles y organismos públicos.

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