
"Amo la naturaleza porque soy un cazador. Soy un cazador porque amo la naturaleza. Son las dos cosas". Así hablaba Miguel Delibes de su relación con la caza, una actividad que constituyó para él una de sus grandes pasiones. Y es que, efectivamente, caza y naturaleza están estrechamente unidas. De hecho, la actividad cinegética contribuye positivamente al mantenimiento y cuidado del medioambiente, ya que es clave tanto para la protección de la fauna y el fomento de la biodiversidad, como para la conservación del patrimonio natural, según reconocen organismos como la Unión Europea, el Consejo de Europa o BirdLife.
La caza es una de las actividades económicas que más ha incrementado sus ingresos en España en los últimos años y uno de los motores más importantes para la economía rural española, lo que contribuye de modo positivo a fijar población en las zonas más desfavorecidas.
Según un estudio realizado por la Fundación Artemisan, solo en 2016 la actividad cinegética de España movilizó 5.470 millones de euros de gasto anual en el país y generó 6.475 millones de euros de PIB, lo que representa el 0,3% del PIB español. Se trata, además, de una actividad que genera unos 54.000 empleos anuales e involucra, directa o indirectamente, a cinco millones de personas de sectores tan variados como el de la distribución, la alimentación o la hostelería.
Así, solo el turismo relacionado con actividades cinegéticas mueve cada año grandes cantidades de dinero en todo el territorio nacional, contribuyendo de manera relevante al desarrollo turístico y de ocio en zonas a menudo amenazadas por el abandono y el despoblamiento.
La industria de producción de Carne Silvestre es otro de los sectores beneficiados por la actividad cinegética. Es una industria que está a la vanguardia de Europa, tanto en la calidad como en el envasado de los productos, y que también está ligada al territorio donde se crían, gestionan y cazan las especies cinegéticas que luego van a ser comercializadas. Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía son las principales áreas de producción, aunque la zona norte está teniendo cada vez más una importancia productora significativa con el aumento de las poblaciones de jabalí.
Bocados de Naturaleza
A pesar de ser considerada una de las mejores carnes del mundo por su origen, calidad y seguridad alimentaria, la carne silvestre sigue siendo una gran desconocida para gran parte de los consumidores.
De ahí que la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza Silvestre (ASICCAZA), con ayuda de la Unión Europea, haya lanzado la campaña Carne Silvestre de Europa, naturaleza en estado puro, con la que pretende dar a conocer sus cualidades y posicionarla como un producto único. De hecho, la campaña hace hincapié en los atributos específicos de esta carne, procedente de animales en libertad, que disfrutan de una alimentación variada y silvestre, y que no están sometidos a la intervención del ser humano, lo que le confiere un sabor especial.
También destacan las propiedades nutricionales de estas carnes, bajas en grasas, y su potencial culinario, a través de recetarios y colaboraciones con chefs de prestigio nacional e internacional.
Además de sensibilizar sobre la contribución de este producto al equilibrio del medioambiente, la campaña incide asimismo en los altos estándares de producción, garantizando su procedencia 100% silvestre y los estrictos controles de calidad y seguridad a la que es sometida a través de los procesos industriales más avanzados.
El programa, de tres años de duración, promocionará la Carne Silvestre española hasta 2021 tanto a nivel nacional como en Francia.
Con unas capturas de unas 400.000 piezas de caza mayor -principalmente jabalí y ciervo- y de 20 millones de piezas caza menor -mayoritariamente conejo y zorzal-, el valor de lo que se produce en todo el sector español ronda los 100 millones de euros anuales de media.
Son unas cifras que han situado a España como un productor de Carne Silvestre de referencia en la Unión Europea.
A pesar de ello, el consumo interno está muy por debajo de la media de los países productores, destinándose apenas el 20% de la producción al mercado interior.
De ello, el 75% se dirige a la hostelería, el 20% a fabricación de embutidos y solo entre el 4 y el 5% se comercializa en supermercados e hipermercados. Por el contrario, entre el 80 y el 90% de la producción es exportada en despiezada en fresco y congelado, siendo vendida principalmente a mayoristas y distribuidores de Alemania, Francia e Italia, que luego comercializan el producto bajo sus marcas.