
Quizá nadie conozca tan bien a Bernard Madoff, el autor de la estafa de los 50.000 millones de dólares, como Carl Saphiro: magnate de la moda, jubilado, amigo personal de Madoff desde hace 40 años, la persona que más dinero ha perdido con la estafa (545 millones de dólares) y... al mismo tiempo, el hombre que ayudó a Madoff a forjar su imperio. "Le di un cheque de 100.000 dólares y lo hizo muy bien. Ese fue el principio", recuerda Saphiro. El empresario jubilado afirma que la noticia del caso "fue una puñalada en el corazón". Su mujer,Ruth, apunta que sólo hace un mes le habían dado a Madoff más dinero para invertir: "Parecía un poco ansioso esta vez. Estuvo llamando para decir que no le había llegado el dinero y nos preguntaba si estábamos seguros de habérselo enviado. No me puedo creer lo que ha hecho".
Todo el mundo sabe donde está Bernard Madoff este fin de semana. Cuando cae la nieve sobre Manhattan, el hombre que está detrás de lo que podría ser el mayor delito financiero del siglo está bajo arresto domiciliario en su magnífico apartamento en el Upper East Side de 7 millones de dólares (5,8 millones de euros). Vigilado a través de una pulsera electrónica, las autoridades conocen todos sus movimientos. El resto del asunto Madoff es un gran misterio.
La magnitud de la gente atrapada por esa mentira es la prueba de la habilidad de Madoff. Entre sus víctimas se encuentran personajes de Hollywood como Jeffrey Katzenberg, consejero delegado de Dreamworks, y Steven Spielberg, bancos, incluidos HSBC, RBS, Santander o BBVA; y Nicola Horlick, la directora de inversiones conocida como Supermujer. Incluso se cree que Eliot Spitzer, el azote de Wall Street cuando era fiscal general de Nueva York, se ha visto atrapado. Los expertos temen que el mercado inmobiliario de Nueva York podría acusar la caída ya que muchos de los grandes partícipes habían confiado en Madoff. Las organizaciones benéficas se han cerrado y, según The Jerusalem Post, los grupos filantrópicos judíos podrían haber perdido 1.500 millones.
El huracán Bernie de Palm Beach
La pequeña isla de la costa de Florida, un imán para los millonarios, está acostumbrada a desastres naturales. La estación de los huracanes llega una vez al año, pero la catástrofe financiera ha golpeado a su comunidad a una escala sin precedentes. Fuera de Manhattan, Palm Beach era el territorio de caza favorito de Madoff, un lugar donde el rico rogaba por invertir con el mago de Wall Street, cuyo hándicap en golf era tan firme como sus rendimientos prometidos.
Quizá nadie en Palm Beach conocía tan bien a Madoff como Carl Shapiro, de 95 años de edad, y su esposa Ruth, de 91. Shapiro fue el hombre que inició la carrera de Madoff hace 40 años. Ahora cree que es la mayor víctima a nivel individual con 400 millones de dólares de su propio dinero y 145 de su fundación benéfica.
El primer cheque
Cuando Shapiro, un empresario de la moda, conoció a Madoff éste tenía sólo 22 años. "Un amigo me pidió que le conociera, podía lanzarte un poco el negocio. Yo tenía muchos bollos en el horno, así que decliné. Pero mi amigo insistió", afirma Shapiro.
Shapiro le dio a Madoff un cheque por valor de 100.000 dólares estadounidenses y "lo hizo muy bien, ése fue el principio". Se convirtieron en vecinos suyos y han sido amigos durante los siguientes 40 años, cuando Madoff hizo los millones, llegó a presidente del Nasdaq y se convirtió en uno de los financieros más respetados de su generación.
En noviembre envió más dinero a un 'extraño' Madoff
La amistad terminó este mes cuando Robert Jaffe, yerno de Shapiro, le telefoneó para decirle que pusiera la televisión. Allí estaba el hombre que hacía poco se había sentado en la gran mesa familiar para celebrar el nonagésimo quinto cumpleaños de Shapiro. El hombre que siempre había estado en todas las listas de invitados para cada cumpleaños familiar, aniversario, bar mitzvah (ceremonia judía de iniciación religiosa), boda y graduación. Ahora, salía esposado de su oficina de Nueva York, acusado de estafar al mundo la friolera de 50.000 millones de dólares. La noticia fue "una puñalada en el corazón", asegura Shapiro.
Sólo el mes pasado el magnate textil había enviado a Madoff más millones para invertir. Ruth, la mujer de Shapiro de 91 años de edad, comentó: "Parecía un poco ansioso esta vez. Estuvo llamando para decir "no lo tengo; no ha llegado todavía, ¿estás seguro de que lo has enviado?" El escándalo ha sido duro para los Shapiro en más de un sentido. Jaffe, que insiste en que no tenía conocimiento de la comisión del delito, era un socio empresario de Madoff y muchas víctimas le culpan de su mala fortuna. Ruth Shapiro dijo, no obstante, que ellos no eran sus mayores víctimas. "No me puedo creer esto, lo que ha hecho a la gente. A algunos les ha birlado todo, se han quedado sin nada. Nada".
Los ahorros de toda una vida
No todos eran tan ricos como los Shapiro. Bette Greenfield, de 71 años de edad y abuela de dos nietos, contaba con los ingresos de un fondo de 400.000 dólares que su difunto padre había confiado a Madoff. Gracias a las inversiones de Madoff, Greenfield recibía 2.000 dólares cada trimestre como complemento a sus ingresos de la seguridad social de 1.400 dólares mensuales. "Parece que he perdido mi ahorros de la jubilación en un abrir y cerrar los ojos, gracias a Bernie Madoff," aseguró esta mujer.
"Siempre habíamos pensado que el fondo familiar sería un legado duradero de mi padre que pasaría a nuestros hijos y nietos. Estamos contentos de que nuestro padre no se haya enterado de esto".
Era muy "considerado"
La concejala de Palm Beach, Susan Markin, de 55 años de edad, conoció a Madoff en un par de fiestas en la ciudad de vacaciones hace cuatro años. "Era muy considerado y eso es por lo que todo este asunto es tan sorprendente. Caía bien a todo el mundo y todos confiaban en él, tenía don de gentes e iba a los eventos familiares. Es asombroso como podía mirar a la gente a los ojos y cenar con ellos y a la vez, (presuntamente), robarles el dinero. Ha arruinado las vidas de la gente. No creo que una persona que haya invertido con Madoff confíe en nadie de nuevo para invertir su dinero".
Joyce Greenberg, una filántropa y asesora financiera retirada de Houston, Texas, oyó por primera vez acerca de Madoff a finales de los años 60. Su difunto padre colocó con Madoff los fondos para la universidad de sus nietos y Greenberg era el depositario de la cuenta de los niños.
En su momento, ella creía que Madoff dirigía negocios legales, una agente de bolsa privada y que era un inversor sofisticado. Dijo que todos los documentos que recibió de Madoff durante las décadas de los 70 y 80 eran "absolutamente los documentos correctos de cualquier cuenta de inversión honorable y legal en los Estados Unidos. No había nada que pudiera hacer levantar sospechas" insistió.
Nada había sospechoso
Y Madoff cumplía financieramente. Lo hacía tan bien que cogieron la cuenta de fondos para la universidad y ella y su marido volaron a Nueva York para hablar sobre la gestión de parte de su propio dinero. Ella le recuerda como un "hombre mediocre. No presumía de ningún modo, muy discreto", nada parecía sospechoso.
Después de que el marido de Greenberg muriera en 1995, ella se incorporó al trabajo como agente de bolsa. Su nuevo jefe le dio permiso para mantener la cuenta de Madoff, pero le pidió que obtuviera una copia de confirmación de cada compra y venta y un extracto mensual. "Querían asegurarse de que lo que Bernie hacía no entraba en conflicto con lo que ellos hacían", aseguró Greenberg.
Madoff se enfadó. Llamó y le dijo que tenía que dimitir o que cerraría la cuenta. Le dio una semana y ella decidió mantener el trabajo. Una semana más tarde él le transfirió todo su dinero. Pero los Greenberg no se libraron de la estafa de Madoff. Su hija mantenía una cuenta con Madoff que había abierto en 1971 y en 1999, cuando Greenberg se jubiló, llamó a Madoff y le pidió si podría reabrir la cuenta y él le dijo que sí.
¿Qué hacía con el dinero?
La primera vez que oyó lo de la caída de Madoff fue cuando su hija la llamó para decirle que habían arrestado a Madoff. La familia Greenberg, incluidas la madrastra, dos hermanastras, la cuñada y su hija han perdido millones, asegura. Dijo que si viera a Madoff en la calle Greenberg le diría: "Bernie, ¿cómo pudiste hacer esto a la gente que conocías en persona y a cuyas fiestas de cumpleaños ibas? Estuvo en la fiesta del nonagésimo quinto cumpleaños de mi madrastra hace cinco años. No sé por qué lo hizo. Nadie lo sabe. La gran cuestión es lo que hacía con el dinero. Preguntaste si recuperaré parte del dinero. La respuesta es no, salvo que encuentren lingotes de oro que pertenezcan a Bernie Madoff en el fondo del lago de Ginebra".
Pero, sin duda, uno de los casos que más han calado en la sociedad nortemericana es el del aristócrata francés Rene Thierry Magon de la Villehuchet, de 65 años, que dejó en manos Madoff cerca de 1.400 millones de dólares de los clientes de su firma Access International Advisors, con sede en Nueva York. Al parecer, este inversor no pudo soportar el haber sido estafado y el pasado martes decidió suicidarse, según apuntan todos los indicios.
¿Lo sabía la familia?
Por el momento Madoff ha dicho que actuaba solo, pero a los expertos financieros les resulta difícil tragárselo. "¿Me estás diciendo que nadie de esta empresa tenía la menor idea de lo que estaba ocurriendo? ¿El dinero entra, el dinero sale y nadie ve nada?", afirma Jim Cox, profesor de Derecho en la Universidad de Duke. Asegura que le parece "muy poco probable que un único hombre pudiera realizar un fraude de 50.000 millones de dólares. "Si estuviéramos hablando de unos 100.000 dólares, sí, pero 50.000 millones, no. Es una persona inteligente, pero no tanto como para hacer eso", afirmó Cox.
Es probable que se investigue a toda la familia de Madoff. Su esposa Ruth entretenía a los clientes en sus casas de lujo y en los seis clubes de golf de los que eran socios. Los investigadores de Nueva York también se inclinan por averiguar cuánto exactamente sabían los hijos de Madoff. Mark, de 44, y Andrew, de 42 años, han trabajado en la empresa desde los veinte años. No se les ha permitido ni ver ni hablar con su padre desde que lo entregaron a las autoridades después de su confesión. Su abogado ha declarado que no tenían conocimiento del supuesto fraude antes de la reunión familiar en la que su padre confesó la sorprendente revelación. Los hijos rechazaron ofrecer una fianza.
El hermano de Madoff, Peter, era el oficial de cumplimiento. Shana Madoff, su nieta, era la abogada de la empresa. Lamentablemente para los reguladores, Shana está casada con un ex funcionario de la SEC, Eric Swanson. Éste era el director asesor de la agencia, en la oficina de las inspecciones y revisiones de cumplimiento.
Antes de que las autoridades entraran. La página web de Madoff decía esto sobre su empresa. "En una era de organizaciones despersonalizadas, Bernard L. Madoff Investment Securities evoca todavía un periodo anterior del mundo financiero: el nombre del propietario está en la puerta. Los clientes saben que Bernard Madoff tiene un interés personal en mantener el récord de valor intachable, negocios justos y normas éticas elevadas que siempre han sido el distintivo de la firma".
La declaración se ha esfumado - como también lo han hecho la confianza y las fortunas que sus víctimas invirtieron con el conocido como mago de Wall Street.