Empresas y finanzas

Una maraña de acuerdos de integración con pocos hechos concretos

or Omar Lugo

Río de Janeiro, 26 oct (EFECOM).- Una red de ambiciosos proyectos de integración energética une hoy a toda América Latina, sobre el papel, pero además de voluntad política hará falta mucho dinero para hacer realidad estas iniciativas de largo plazo.

Desde México hasta la Tierra del Fuego, la lista de propuestas para trazar nuevos gasoductos, líneas de interconexión de electricidad y embarcar masivamente gas natural licuado (GNL), es enorme y requeriría inversiones por unos 100.000 millones de dólares a medio plazo, sin que esté claro el hipotético origen de esos fondos.

Las iniciativas crecen cada año con nuevos protocolos, como el anunciado recientemente para llevar 27.700 millones de metros cúbicos por día del gas de Bolivia hasta Argentina, un sediento consumidor que tiene problemas financieros para aprovechar sus propios recursos.

Ambos países firmaron un acuerdo de suministro vigente hasta el 2026 y la petrolera estatal argentina Enarsa formará una sociedad con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) para invertir en la construcción del nuevo Gasoducto del Norte Argentino (GNA) que requiere unos 1.000 millones de dólares y supuestamente entrará en operaciones en 2009.

El convenio prevé, además, la instalación de una planta de separación de los valiosos líquidos del gas boliviano y la creación de una petrolera binacional. Tanto Bolivia como Argentina tendrán que buscar dinero más allá de sus fronteras.

La Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) es una entidad oficial que desde hace décadas promociona la integración energética, cultiva un inventario de proyectos similares en el área de gas y electricidad y varios acuerdos binacionales.

Hasta este año hay en marcha en distinta fase de desarrollo proyectos concretos entre Bolivia y Argentina, Bolivia y Brasil y Argentina-Chile-Uruguay y Venezuela-Colombia-Panamá.

En este escenario de "Baja Integración", la OLADE vaticina que el Producto Interior Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe tendrá un crecimiento anual medio del 3,8 por ciento al 2010.

El escenario de "Alta Integración" prevé que si se comienzan a concretar una veintena de proyectos anunciados y en cartera al 2018, habrá un crecimiento adicional del PIB de un punto porcentual promedio en la región.

Un reciente informe de la consultora internacional Arthur D Little observa que en América del Sur la demanda de gas -que ya alcanza a 11.000 millones de pies cúbicos por día- se duplicará en los próximos 15 años.

Pero "una serie de factores de mercado, regulatorios y políticos han limitado una mayor integración energética en la región", señala.

Entre los anuncios destaca el "Gasoducto Suramericano", promovido por Venezuela y que se extendería por unos 9.300 kilómetros. Aunque contribuiría a una mayor integración energética en la región, "será difícil demostrar su factibilidad", según la consultora.

Entre las "principales barreras" a la integración del gas menciona la abundancia de energía hidroeléctrica y excedentes de combustibles residuales en la región.

También enumera la disparidad de niveles tarifarios entre países, desconfianza y rivalidades entre vecinos, inestabilidad económica, jurídica, contractual y tributaria.

Entre los pocos proyectos firmes hoy se destaca el "Gasoducto Transcaribeño", iniciado recientemente por Colombia y Venezuela y que recorrerá 225 kilómetros para transportar 150 millones de pies cúbicos diarios de gas a un coste de 335 millones de dólares.

Venezuela, octavo exportador de petróleo del mundo, es el más activo firmante de acuerdos de integración y en su lista se incluyen Brasil, Colombia, Bolivia, Argentina, Cuba y una serie de pequeños países caribeños.

Los postulados de todos estos textos van mucho más allá del trazado de gasoductos o tendidos eléctricos. Apuestan por la creación de un mercado energético regional, al procesamiento de derivados y al desarrollo económico.

El experto Edmar Fagundes de Almeida, investigador del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro, señala que las iniciativas "están imbuidas de una gran voluntarismo político".

"No son basados en una demanda económica bien clara ni en la capacidad de las empresas y gobiernos para llevarlos a cabo", comentó a EFE.

En toda Suramérica, sólo dos empresas petroleras, las estatales Petrobras y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) tiene hoy fuerte poder económico para hacer realidad sus proyectos viables.

"Pero son mucho más los convenios firmados desde hace años que los que sí se han implementado", destacó de Almeida.

Brasil es el jugador clave en este proceso porque tiene fronteras con casi todos los países de la región menos con Chile y Ecuador. Pero dentro de su conocido "pragmatismo político" acaba actuando con criterios netamente económicos y de mercado. EFECOM

ol/jla

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