Empresas y finanzas

La Audiencia Nacional condena a 12 años de cárcel al expresidente de Fórum Filatélico por estafa y blanqueo

  • Debe pagar 50 millones de multa e indemnizar a 190.022 afectados
  • Francisco Briones entró en la sociedad en 1979 y llegó a la presidencia en 2001
  • La Fiscalía le acusaba de un desfase patrimonial de 2.848 millones
El expresidente de Fórum Filatélico, Francisco Briones. | eE

La estafa de los sellos conoce sentencia 12 años después. La Audiencia Nacional ha condenado al expresidente de Fórum Filatélico, Francisco Briones, a 12 años y cuatro meses de cárcel al considerarlo culpable de los delitos de estafa, insolvencia punible y falsedad contable. La Fiscalía, que le acusaba de un desfase patrimonial de 2.848 millones, solicitaba 19 años de prisión.

La sentencia le obliga también a pagar una multa de 49,7 millones de euros, además de una responsabilidad civil por la que deberá indemnizar, junto con otro de los condenados, a los 190.022 titulares de los 269.570 contratos afectados con 3.700 millones de euros. 

Además de Briones, la Audiencia Nacional condena, entre otros, al asesor jurídico, Juan Ramón González, a seis años de prisión por blanqueo, y al que fuera director general de la filatélica, Antonio Merino, a 2 años y tres meses de prisión. No obstante, absuelve a los miembros del Consejo de Administración integrado por Miguel Ángel Hijón, Agustín Fernández, Francisco José López Gilarte y Juan Macía.

¿Quién es Francisco Briones? El acusado se incorporó en 1979 a la sociedad, que por aquel entonces se denominaba Fondo Filatélico Financiero "como un chico de los recados" -según sus palabras textuales-, mientras cumplía con el servicio militar obligatorio como cabo primero.

Ya en la década de 1990 fue nombrado consejero; en 1996, vicepresidente, y en 2001, presidente. Hasta entonces, Briones reconocía que su única relación con los sellos consistió en "coleccionarlos y acudir los domingos a la Plaza Mayor de Madrid".

A la caza de pequeños ahorradores

La sentencia explica cómo Fórum Filatélico desarrolló entre 1998 y 2006 un negocio de captación masiva de dinero procedente de pequeños ahorradores -muchos invirtieron más de 50.000 euros-, dinero que devolvía en el plazo determinado con un interés añadido superior al de las entidades financieras.

El motivo que alegaban para retribuir el dinero que recibían era la inversión en valores filatélicos, que se componían de series de sellos de correos del tema Europa emitidos por la Confederación Europea Postal y de Telecomunicaciones (Cept), cuyo precio fijaba la compañía en atención a sus necesidades financieras mediante unas listas internas.

En la publicidad de sus productos sostenían que los sellos se revalorizaban de manera constante y sostenida y la actividad se formalizaba en contratos de compraventa de lotes de sellos que encubrían la realidad económica de la transacción. La sentencia explica que el inversor compraba, según decían, por un precio equivalente al valor de la filatelia que le adjudicaban, asumiendo la compañía el compromiso de recompra por el que se obligaba a devolverle en un plazo el dinero aportado más la rentabilidad acordada.

Un mercado ajeno al coleccionismo

De esa manera, Fórum Filatélico había construido un mercado cerrado, ajeno al del coleccionismo de sellos, bajo la apariencia de compraventa de valores filatélicos, en el que llegaron a integrar -el 9 mayo de 2006, momento de la intervención judicial- a 268.804 clientes, titulares de 393.754 contratos, que habían confiado a la empresa más de 3.000 millones de euros.

"Los clientes invertían sus ahorros por la alta rentabilidad que ofrecía el producto, que era ajena al valor del sello y a cualquier hipotética revalorización, de ahí que siempre optaran por revender la filatelia y percibir el interés pactado, que hasta la intervención judicial la empresa abonó puntualmente", señala la Audiencia.

En este contexto Fórum había adquirido más de 121 millones de sellos, un patrimonio que tenía escaso valor en el mercado, argumenta la Sala, porque no había demanda que lo absorbiera y como el mercado era el único espacio donde los sellos -el activo casi exclusivo de Fórum- podían lograr liquidez, "era ficticia la idea de que soportaban económicamente la inversión del cliente más la retribución garantizada, cuando en realidad la filatelia acumulada en grandes masas por la entidad, hasta el punto de haber desecho el mercado, estaba sobreestimada de manera espectacular y tenía un escaso valor".

El negocio producía pérdidas constantes fruto del compromiso de recompra con intereses y a que la única fuente de ingresos era el dinero de los inversores.

A consecuencia de ello el negocio producía pérdidas constantes fruto del compromiso de recompra con intereses y a que la única fuente de ingresos era el dinero de los inversores. Por ello, Fórum solo era capaz de mantener la actividad reteniendo a los inversores para que renovaran sus contratos y captando nuevos clientes que aportaran capitales, continúa explicando la resolución.

Los grandes costes de producción, organización y distribución, debidos al mantenimiento de la red comercial y a la compra masiva de sellos, más la tesorería que requería la devolución del dinero a los inversores y el abono de los intereses convenidos, incrementaba de modo progresivo la situación de insolvencia, ya que el activo no podía hacer frente a las deudas.

En esta situación y para presentar una imagen de solidez del negocio y aparentar la existencia de beneficios, relata la Sala, Fórum Filatélico elaboraba sus cuentas anuales ocultando las obligaciones de recompra con los clientes, que no se reflejaban en el pasivo. Anotaba como ventas la entrega de capital por parte del cliente y como compras la devolución del dinero más los intereses, y sobrevaloraba en el activo su filatelia, lo que impedía conocer su estado patrimonial.

Todas estas decisiones empresariales fueron adoptadas por el presidente y consejero delegado -Fernández Prada hasta 2001, que fue fundador de la compañía en 1979 y presidente de la primera época y Briones Nieto después- y por un administrador de hecho, José Manuel Carlos Llorca Rodríguez, quien se encuentra en rebeldía. Ellos, según la sentencia, establecían la política de precios y el interés con el que se retribuía el dinero de los inversores.

Un estructura visible y otra clandestina

Fórum Filatélico tenía una estructura visible, con su administración, propiedad, red comercial y sus locales abiertos al público, y otra clandestina, que operaba en secreto, detrás de personas jurídicas que se ocultaban unas a otras aprovechando paraísos fiscales. En ese contexto, indica la Sala, diseñaron una compleja red de sociedades radicadas en diversos países que se interponían en cascada entre el proveedor de los sellos y Fórum Filatélico, con la finalidad de incrementar artificialmente el precio de adquisición y desviar dinero de los inversores, lo que causó un perjuicio a la empresa de más de 56 millones de euros entre 1999 y 2005.

Además, con la misma finalidad de disponer de fondos de los inversores, idearon otro circuito de valores filatélicos, que salían clandestinamente de los almacenes de Fórum y se introducían en la red de proveedores ficticios, por el cual la empresa volvía a pagar una y otra vez por los mismos sellos, una vía con la que detrajeron más de 213 millones de euros desde mayo de 2000.

De acuerdo con este mecanismo, apunta el Tribunal, el dinero así desviado de Fórum fue introducido en el sistema financiero mediante complicados flujos de dinero, con transferencias sucesivas en cuentas de bancos extranjeros, cuyos titulares eran sociedades que se acoplaban unas sobre otras, y, en parte, transformado en activos inmobiliarios mediante compraventas ejecutadas por sociedades instrumentales creadas y gestionadas por agentes fiduciarios, todo ello con la finalidad de ocultar el origen y el destino de los activos, una red que estaba controlada por Llorca Rodríguez, quien actuaba como administrador de hecho.

Así era la estrategia de engaño

Para la Sala, las premisas sobre las que se levantaba el negocio "son tan cuestionables y débiles que ponen de manifiesto su maleabilidad al servicio de una estrategia de confusión y engaño, dirigida a clientes no advertidos y poco informados". Añade que los márgenes de beneficio entre el precio fijado por el mercado, en el momento de la adquisición del bien a los proveedores reales, y el de la lista al que se adjudicaba al cliente, impiden aceptar que detrás de esa diferencia pudiera existir alguna realidad que reflejase una representación sostenible sobre el valor del sello.

"El precio de la lista y de adjudicación al cliente era una ficción, que no se sostenía en el mercado externo. Una sobrevaloración que el cliente aceptaba en la medida que se le prometía, y la empresa venía cumpliendo con rigor, la devolución del capital incrementado con un interés sin competencia; como sabemos, era posible gracias a la incorporación de nuevos clientes y al ingreso de capitales", señala.

Para la Sala el negocio de Fórum carecía de racionalidad porque captaban capitales para mantener la ficción, sin añadir valor alguno y el dinero recibido se empleaba en mantener la organización, comprar más sellos y pagar las deudas con los clientes, lo que agotaba tales ingresos. Además, agrega, "exigía una huida permanente hacia adelante, sin solución, ya que no lograban, ni lo pretendían, rentabilizar de alguna manera aquellos fondos prestados".

El negocio se servía de una red de comerciales "motivada"por la participación en los ingresos y que contaba con dos edificios en Madrid, cinco delegaciones territoriales y 324 centros operativos situados en 58 municipios. La empresa contaba demás con una red comercial integrada por 4.577 agentes comerciales que se organizaba jerárquicamente en categorías por las que podían ascender en función de su productividad.

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