Emyer es un a compañía desconocida para el gran público. Su actividad, sin embargo, se puede encontrar en todas las centrales nucleares de España (excepto Trillo) y su presencia ya se extiende más allá del territorio nacional, puesto que ha conseguido aterrizar en Panamá. En este último país destaca el reciente contrato que ha conseguido para el Canal de Panamá, cuyo tercer juego de esclusas fue construido por Sacyr.
Emyer, integrada desde 2014 en el Grupo Icadi -propietaria, entre otras, de la constructora Joca-, tiene ante sí el reto de reparar las tarjetas electrónicas de las mulas del Canal, es decir, los tractores que alinean los barcos que llegan a la infraestructura. "Nos acaba de llegar el encargo y si somos capaces de dar una buena respuesta tenemos mucho trabajo por delante con este cliente", subraya el consejero delegado de la compañía, Juan Manuel Rodríguez Yarritu. "Aunque de momento es un contrato pequeño, nos puede dar gran credibilidad", abunda.
Emyer desembarcó en Panamá a finales del año pasado colaborando con la empresa española Delta 9 en reformar edificios oficiales e históricos y con posterioridad ha logrado contratos con Mexicana Uribe Ingenieros en la Ciudad Hospitalaria de Panamá, entre otros. Su objetivo prioritario es afianzarse en este mercado, pero en su expansión internacional también ha puesto el foco en otros mercados de Latinoamérica como Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia. Ahora bien, todo siempre ha de sostenerse sobre "una empresa fuerte en España".
Emyer nació en 2002. Rodríguez Yarrit decidió crearla tras una larga trayectoria en Enwesa (Equipos Nucleares & Westinghouse) como responsable de la parte eléctrica en el sectro nuclear. Comenzó dando servicio a Endesa y después llegaron los proyectos para Dragados en el aeropuerto de Barcelona y en el hospital de Reus. En 2008 retornó al negocio que más dominaban, el nuclear, hasta el punto de que ha trabajado en casi todas las centrales españolas.
La compañía superó los primeros azotes de la crisis sin dificultad, pero en 2013 "empezaron los problemas", admite el consejero delegado. "Teníamos clientes pero no teníamos capacidad financiera y los bancos prestaban", explica. Ahí surgió la oportunidad de integrarse en Icadi. Su objetivo siempre ha sido conservar la plantilla porque "si Emyer es buena es porque tiene un buen equipo de profesionales". "En una nuclear las cosas se hacen o bien o muy bien", apostilla.
Con la entrada en Icadi, en 2014, Emyer buscó nuevas líneas de negocio. Así, en los últimos años se ha especializado también en la reparación y clonación de tarjetas electrónicas, una tecnología hacia la que "la industria en general quiere cada vez ir más", y en la eficiencia energética, "desde el punto de vista fotovoltaico para autoconsumo".