Empresas y finanzas

Las empresas españolas le cogen gusto a ganar concursos internacionales de energía

  • Las subastas variarán, para garantizar que lo adjudicado pase del papel al terreno

Las empresas energéticas españolas se están convirtiendo en participantes habituales en los numerosos concursos de energía que se celebran a lo largo y ancho del mundo. Y además están adquiriendo la sanísima costumbre de ganarlos. Verdad es que no todas tienen capacidad para asumir proyectos mastodónticos, como los de eólica marina, pero la oferta de las almonedas es lo suficientemente amplia como para que muchos encuentren acomodo; se mire hacia donde se mire, es relativamente fácil que haya una subasta para adjudicar potencia renovable, derechos exploratorios de hidrocarburos, gasoductos o redes de transmisión de electricidad.

En las últimas semanas, sin ir más lejos, Elecnor ha ganado 180 MW fotovoltaicos en Brasil -invertirá 181 millones de euros-, Elawan Energy, filial de Gestamp, ha firmado por 102 MW eólicos en Sudáfrica -145 millones de gasto de capital-, Fotowatio se ha hecho con una planta solar en Armenia -50 millones-, Acciona y Alten se han precalificado para otra central fotovoltaica en Etiopía, Cepsa y Repsol han conseguido bloques de exploración y producción de hidrocarburos en México, Iberdrola ha triunfado en segunda vuelta con una interconexión entre EEUU y Canadá vinculada a un megacontrato de suministro de 8.000 millones... Suma y sigue.

La tendencia continuará, con seguridad. La Agencia Internacional de la Energía calcula que hace falta invertir más de 13 billones para cubrir las necesidades de energía de las próximas décadas y evitar que el planeta se caliente más de 2 grados centígrados al final de la presente centuria.

Sobre cambio climático puede usted confiar en la ciencia o despreciarla, como hace Donald Trump, da lo mismo: el caso es que la subasta es la herramienta preferida por los Estados, los suministradores de energía y los grandes consumidores para cubrir sus necesidades, y van a seguir celebrándose por doquier; irá variando su diseño, para garantizar que lo adjudicado pase del papel al terreno, pero las firmas españolas seguirán ahí; no hay razón para lo contrario.

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