
Un grupo de accionistas de Codorníu, una empresa controlada por los herederos de Manuel Raventós, que fundó el grupo a finales del siglo XIX, se ha rebelado contra los actuales gestores de la empresa, que preside María del Mar Raventós Chalbaud, en el cargo desde 1998. Por segundo año consecutivo, una parte significativa del capital votó en contra en la última junta de la "gestión social desempeñada por el Consejo de Administración de la sociedad durante el ejercicio cerrado a 30 de junio de 2016". Fueron en total 33 accionistas, que representaban el 20,27% del capital presente en la junta. Es algo que ocurrió también el año pasado cuando un 29,75% de los accionistas presentes -un total de 47 en ese caso- también rechazó la labor del consejo.
En la última junta, celebrada el 2 de diciembre de 2016 en Sant Sadurní d'Anoia (Barcelona), estaban presentes o representados 162 accionistas, que representan el 81,63% del capital de la compañía vitivinícola. Desde Codorníu aseguran que "es normal que haya una parte de los accionistas que haya votado en contra" y, sin embargo, en 2014 la la gestión del consejo fue aprobada de forma prácticamente unánime, por el 99,15% de los accionistas y tan solo dos votos en contra, que representaban el 0,85% del capirtal presente en la junta que aprobó las cuentas anuales de ese año. No obstante, hay que tener en cuenta que tanto las cuentas de 2015 como las de 2016, al contrario de lo que sucede con la gestión, sí que fueron aprobadas de forma unánime.
La matriz de Codorníu, el grupo Unideco, propietario también, entre otras, de Bodegas Bilbainas, entró en números rojos y mantiene estancadas sus ventas en 228,8 millones de euros en el último ejercicio, una cifra similar prácticamente a la del año anterior. No obstante, y después de dos años en pérdidas, la empresa ha conseguido abandonarlas, declarando un beneficio, en cualquier caso, muy limitado de 2.269 euros.
En 2014 la compañía de cava de los Raventós perdió 5,3 millones y en 2015 otros 4,3 millones más, una de las razones que explicaría el malestar entre los accionistas.
Hay que tener en cuenta, además, que aunque el grupo consolidado ha conseguido sortear las pérdidas, la sociedad filial Codorníu, con unos ingresos de 189 millones de euros, ha multiplicado su resultado negativo por cuatro, hasta 5,6 millones.
Temor a un boicot
El principal obstáculo al que se enfrenta Codorníu es un boicot por parte de los consumidores españoles por su presunto respaldo al proceso soberanista y el apoyo logístico al independentismo, que la empresa ha negado de forma contudente. Las peticiones de boicot contra Codorníu se extendieron por las redes tras el registro el 19 de septiembre de la sede de Unipost, una empresa presidida por Antón Raventós Raventós, donde la Guardia Civil se incautó de sobres cerrados con las notificaciones para el 1-O.
El productor de cava se vio obligada a emitir un comunicado en el que asegura que "Unipost no es una sociedad del Grupo Codorníu y no tiene participación alguna en la misma", insistiendo en que "el hecho de que unos accionistas minoritarios, que no trabajan en la empresa, tengan a título individual acciones de Unipost no supone que Codorníu participe ni directa ni indirectamente en la toma de decisiones de Unipost ni en lo que haga o pueda hacer esa sociedad o cualquier otra en que participen dichos accionistas".