
Más de la mitad de las centrales nucleares de EEUU -34 sobre 61- pierden dinero, según los cálculos de la consultora Bloomberg New Energy Finance (BNEF). De acuerdo con la Agencia de Información de Energía del país, cinco plantas han cerrado en el último quinquenio por razones económicas y las empresas están planificando más clausuras, porque los reactores no pueden competir en los actuales mercados; el 'fracking' y las renovables los están matando.
Aunque la cuota de generación de la tecnología del átomo se mantiene en torno al 20%, en EEUU ya se produce más electricidad con gas barato que con carbón y ese cambio de combustible fósil, más la entrada de renovables, está dejando los precios de los mercados mayoristas a unos umbrales que impiden obtener rentabilidad a las nucleares.
Según las estimaciones de BNEF, las centrales generan a un coste medio de 35 dólares por MWh y están vendiendo su generación a unos precios medios de 20 a 30 dólares por MWh, un nivel sólo suficiente para las instalaciones más modernos y grandes. El resultado es que las pérdidas ascienden a unos 2.900 millones de dólares al año.
Algunos estados, a la vista del problema, están aprobando ayudas directas para las centrales para mantener el empleo o por cuestiones ambientales, puesto que producen sin emitir CO2 ni otros contaminantes atmosféricos. Nueva York lidera el ránking, con 500 millones de dólares al año para tres plantas, pero en él ya están también Ohio, con 300 millones para dos unidades, e Illinois, con 235 millones para otras dos.
Impuestos del 45%
En España todavía no hemos llegado a esa situación -todo se andará-, pero las empresas eléctricas empiezan a reclamar apoyo directo para prolongar la esperanza de vida de las centrales más allá de los 40 años de diseño original o, cuando menos, que el Gobierno reduzca la fuerte presión fiscal a la que les tiene sometidas; según Foro Nuclear, de los 2.200 millones de euros que facturaron en 2016, un total de 994 -el 45%- se destinaron al fisco.
La última en pronunciarse al respecto ha sido Endesa: su consejero delegado, José Bogas, sostuvo la semana pasada que con la presión fiscal actual no se recuperan los costes a menos que el mercado se sitúe en los 60 euros por MWh.
Pero el ministro Álvaro Nadal no está por la labor. Aunque recientemente ha afirmado que no le parece mal revisar los impuestos para ver si son adecuados o no, lo cierto es que los considera un modo de compensar los 'beneficios caídos del cielo' que, a su juicio, disfrutan las instalaciones con los precios del mercado mayorista español, como aseguró en el Congreso al poco de tomar posesión de su Cartera.