
Cuando acechan gastos imprevistos, es habitual que los usuarios valoren la posibilidad de pedir un préstamo que les permita solventarlos con la mayor facilidad. El uso de los préstamos personales se ha extendido entre la población y es por ello que, con cierta frecuencia, muchas personas acuden a una entidad financiera para hacerse con ese pellizco extra de dinero que les permita hacer frente al día a día con un mayor desahogo.
Como recuerdan todos los expertos, es importante saber que, para tener las mayores garantías y evitar ciertos riesgos, es aconsejable acudir a aquellas organizaciones, ya sean banca tradicional o los denominados establecimientos financieros de crédito (EFC), que se encuentran inscritas en el registro de entidades y agentes del Banco de España.
Mientras que la mayoría de los usuarios se decanta, en primer lugar, por la banca tradicional, lo cierto es que el conjunto de los requisitos solicitados para la concesión de un préstamo -entre los que se encuentra, por ejemplo, la domiciliación de la nómina- es amplio, por lo que el capital tarda más en llegar a los bolsillos del consumidor. No hay que olvidar, también, que el objetivo principal de la banca es la fidelización del cliente, con lo que las mejores condiciones de este servicio se las darán a aquellos que tengan contratados muchos productos con la entidad; así como a los clientes más antiguos.
Por tanto, si el usuario no pretende cambiar de banco, contratar otros productos o unificar sus ahorros en una sola entidad, la mejor opción es recurrir a los servicios de un EFC. Las garantías son las mismas -pues como ya hemos dicho, están reguladas por el Banco de España-, pero al no exigir contratar otros productos complementarios, el dinero suele llegar consumidor con mayor rapidez. Entre las condiciones básicas que exigirá cualquier prestamista se encuentran ser mayor de edad y menor de 65 años, ser residente en España, no estar en ficheros de impagos y poder acreditar tanto unos ingresos mensuales como estabilidad laboral.
Aspectos clave
Teniendo ya claro cuáles son las mejores entidades para solicitar un préstamo, conviene tener muy claro cuánto dinero exactamente se necesita, el tiempo que se precisa para amortizarlo y si realmente se disponen de las condiciones adecuadas para devolverlo.
Es importante saber que los préstamos personales o al consumo vienen avalados por la garantía personal de los prestatarios y/o por un bien concreto. Los préstamos con garantía personal tienen, por lo general, un interés fijo que oscila entre el 8% y el 10%; y los plazos de devolución máximos son de 10 años, a los que hay que sumar los gastos relacionados: la comisión de apertura, que ronda el 2%, la comisión de estudio, en torno al 0,5% y los honorarios del notario.
Existen cinco aspectos clave para elegir el préstamo más adecuado para cada usuario: tipos de interés, Tasa Anual Equivalente (TAE), cuota, plazo y comisiones. El interés puede que no cambie demasiado de una entidad a otra, por lo que el dato a vigilar es la TAE, que indica en tanto por ciento anual el coste del producto, ya que incluye el interés y los gastos y comisiones bancarias.
El siguiente punto a controlar son las cuotas mensuales, con el objetivo de valorar si el beneficiario podrá verdaderamente asumir o no el compromiso en el plazo estimado. Con productos a tipo fijo, las cuotas no varían durante toda la vida del préstamo y permiten una comparación más específica de dos o más opciones. Cuanto más corto sea el plazo, menor el interés que el usuario pagará. Sin embargo -como aciertan a recordar los expertos- a veces es conveniente pagar más meses, pero llegar a las cuotas con mayor desahogo para evitar impagos.
Comparar los productos
En definitiva, lo aconsejable para cualquiera que se disponga a solicitar un préstamo es que, antes de decidirse por las muchas opciones que encontrará en el mercado, se disponga a comparar las distintas condiciones que ofrecen las diferentes entidades financieras. Para ello, los comparadores que abundan en la red pueden ser de gran utilidad. Aquellos aspectos a contrastar son los tipos de interés nominales y, teniendo claro el importe y los plazos, el TAE y las cuotas.
Hay que procurar evitar las garantías adicionales, como los avales que implican a otra persona, y los productos vinculados. Además, aunque puede resultar un consejo obvio, conviene leer detenidamente aquello que se firma, y pecar de excesivamente preguntón antes de quedarse con alguna duda en el tintero.
Precisamente, existen páginas web como Finanzas para todos -un plan de educación financiera promovido por Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España- o Economía para ti -una iniciativa de Cofidis- que pueden ser de gran utilidad para resolver dudas, tomar una buena decisión y elegir finalmente el préstamo que ofrezca las condiciones que mejor se adapten a las distintas necesidades de cada usuario.
Ambos portales ofrecen consejos y contienen información actualizada que trata de fomentar entre los internautas la educación financiera, un punto débil en la formación de los jóvenes españoles, según el informe Pisa.