
El hecho de que el Popular haya perdido más de 1.000 millones de capitalización en la última semana, con caídas superiores al 17 por ciento en cada una de las dos últimas sesiones, complica hasta el extremo los planes de la entidad, que se había dado hasta fin de este mes para comunicar o bien el nombre del comprador o la puesta en marcha de una ampliación de capital.
Según fuentes del mercado, desde el Gobierno se confía en que el Santander presente una oferta vinculante para tomar el control del banco. BBVA ha rehúsado participar en la puja del Popular. Mientras, Bankia, que en los próximos meses tiene sobre la mesa la absorción de BMN, se ha retirado, convencida, al igual que la entidad que preside Franciso González, que la incertidumbre sobre las necesidades de provisiones y recapitalización no están suficientemente definidas y que, por tanto, la operación lleva aparejada asumir un riesgo financiero impredecible.
Esto deja al Santander como único postor por el Popular, aunque su presencia, según fuentes del mercado, no garantiza la operación corporativa. En primer lugar, una primera aproximación al valor del banco dada por el Santander es limitada, tanto que, según aseguran estas fuentes, se encontraría por debajo del actual valor bursátil, ayer establecido en 1.733 millones. Además, este banco contaría con convertir en acciones determinadas emisiones de deuda, lo que se traduciría en un precio negativo. Esta primera propuesta de aproximación, aseguran, habría provocado el rechazo inicial del presidente del Popular, Emilio Saracho, que no se resigna a malvender el banco.
La espiral bajista del Popular, fruto de dos sesiones de auténtico pánico por el temor de un inminente rescate europeo, deja cada vez menos margen de maniobra a los gestores. Desde el sector se maneja como escenario central un rescate europeo y dan un pequeño margen de posibilidad a que nuevos desplomes de la acción provoquen que finalmente una entidad lance una opa para obtener el control del banco.
A pesar de los derrumbes consecutivos de la acción, producidos además con un inusitado volumen, la CNMV se ha mantenido prácticamente al margen para, en palabras de su presidente, dejar actuación el mercado.
Esta pasividad y la de Economía también hace pensar a una parte del mercado que asistiremos a nuevos descensos de la acción, pero sin llegar al rescate. La tesis es la anteriormente mencionada. Que una entidad lance una opa, tome el control y convierta deuda, para posteriormente recapitalizar la entidad. En esta hipótesis, España se ahorraría el bochorno de estrenar el bail in (el procedimiento europeo por el que el pago de parte del rescate corre a cuenta de accionistas y tenedores de deuda), el peligro de contagiar de desconfianza al resto de entidades españolas y el explicar el tropiezo cuando se reitera que nuestro sistema es sólido y está libre de problemas.
El Gobierno, a través del portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, lanzó un mensaje de tranquilidad sobre la entidad que no calmó la inquietud de los inversores. Aseguró que el Popular está inmerso en un proceso de ampliación o de venta "y nada más". "No existe en el Gobierno ninguna preocupación mayor", afirmó. Insistió en que es una entidad privada, que el sistema español es sólido y que, por tanto, "podemos estar tranquilos ante cualquier eventualidad".
Estas sesiones bursátiles, por otro lado, han provocado cierta inquietud en el Banco de España, que teme un deterioro en el volumen de pasivos de la entidad. El peligro a una fuga de depósitos es uno de los argumentos que apoyan una pronta solución para el Popular.
A pesar de esta premura, fuentes del mercado descartan que la decisión, ya nacional o europea, se tome en las próximas horas.
Mientras tanto, el banco asegura que su plan de trabajo se mantiene intacto, así como los plazos establecidos desde el principio. Esto es, antes de fin de mes, el Popular tiene la intención de comunicar si cierra una operación corporativa o inicia el proceso para realizar una ampliación de capital. JP Morgan invitó a los potenciales inversores a presentar una oferta vinculante en una fecha próxima al 10 de junio.
El Popular se ha visto abocado a buscar una solución ante el riesgo de quedarse corto en capital cuando en 2018 dejen de computar ciertos recursos propios por aplicación de Basilea III. Si bien su capital supera hoy el mínimo exigible, apenas cuenta con 53 puntos básicos de margen de maniobra, hucha insuficiente para encarar el nuevo escenario.
Para reforzarlo, y mientras exploraba una fusión o ampliar capital, colocó el cartel de venta en activos y negocio no estratégicos, pero apenas ha recaudado 248 millones con Targobank, la financiera del Pastor y Merlín.