
El Gobierno de Japón está estudiando cómo prestar ayuda pública a Toshiba, que está pasando por una complicada situación financiera, para facilitar un plan para escindir la división de chips con el objetivo de que la tecnología no caiga en manos de empresas chinas, coreanas o taiwanesas. Toshiba flirtea con la quiebra: dimite su presidente, retrasa resultados y se hunde en bolsa
Entre los planes de salvación de Toshiba está la venta de uno de sus negocios más importantes y estratégicos, la división de chips. El plazo para recibir ofertas concluye el próximo 29 de marzo y, según la prensa nipona especializada, al menos diez compañías se han interesado en adquirir parte del negocio.
Según la agencia de noticia Nikkei, está perspectiva preocupa y mucho al Gobierno de Shinzo Abe. Entre las compañías que potencialmente se podrían quedar el negocio se encuentra competidores chinos, coreanos y taiwaneses. Pero también ha presentado oferta el socio estadounidense de Toshiba Western Digital que fabrica conjuntamente las memorias flash NAND.
El presidente de la patronal de empresas de Japón, Sadayuki Sakakibara, ha advertido que la operación tiene el riesgo que la tecnología y el talento de la división de Toshiba salga del país. El máximo dirigente de la compañía japonesa Satoshi Tsunakawa ya señaló esta misma semana que serán muy cuidadosos en la elección de la oferta, porque "depende la seguridad nacional de ello".
Varias soluciones
El medio cita a fuentes del Ministerio de Economía para subrayar los temores a que la división terminen vendiéndose a los chinos o taiwanesas. "El Gobierno está explorando formas de movilizar capital respaldado por el gobierno para proteger a la compañía", apuntan desde fuentes gubernamentales.
Entre las posibilidades se encuentra la creación de un fondo a través del Banco de Desarrollo de Japón para invertir en esa parte del negocio de Toshiba. También se estudia la búsqueda de inversores privados.
El Ministerio de Industria también está pesando la intervención de la Red de Innovación (INCJ por las siglas en inglés). El ministerio ve la necesidad de tener voz en la gestión de Toshiba memoria incluso si la empresa es adquirida por un comprador extranjero, para garantizar la tecnología y los trabajos.
Por estatutos de Toshiba, los accionistas de la compañía tienen derecho a veto si tienen más del 34% del capital sobre la unidad de memoria. Se espera que la venta de la división proporcione entre 1.500 billones de yenes (12.300 millones de euros) y 2.000 billones de yenes (16.400 millones) para tapar el agujero que ha dejado la filial nuclear en Estados Unidos.